Los socialistas son antisociales
República, Guatemala
Los socialistas ostentan un nombre que no sólo no los describe, sino que induce al engaño. Pretenden dar a entender que les importan los demás –los individuos que conforman la sociedad. Pero en realidad esto no es cierto. Nada está más alejado de la verdad. Ni siquiera entienden lo que es la sociedad humana.
No entienden que la sociedad es producto del comportamiento consciente y deliberado de hombres que deciden cooperar, por darse cuenta de que es por este medio que mejor satisfacen sus apetencias individuales, mejorando así las condiciones materiales y espirituales de cada uno. La sociedad es acción acordada, pactada entre los actores para que cada quien alcance sus propios fines.
Lo que nos diferencia a los humanos del hombre bestia y del mono que le roba su comida a los turistas en las selvas del parque de Tikal, es que hemos comprendido que la labor realizada por medio de la división del trabajo y el intercambio de bienes demandados o comercio resulta más fecunda que la practicada bajo un régimen de aislamiento y, que hemos sido capaces de reconocer esta verdad.
Los socialistas, al igual que el primitivo hombre bestia y el mono de Tikal, no lo han comprendido aún. Lo que no entienden los socialistas, es que lo que origina la cooperación social es el egoísmo bien entendido, que no es otra cosa que procurar el bienestar propio, a corto y largo plazo. Que para identificar lo que es de beneficio para uno e identificar lo que es dañino para uno, evaluar lo identificado y regular nuestra acción acorde para perseguir lo primero y evitar lo segundo, es necesario practicar una virtud cardinal: la racionalidad o sensatez. El hecho básico de que el humano debe crear valores materiales para mantener su vida, hace de la productividad –el hábito de aplicar la racionalidad a la adaptación de la naturaleza para uso humano, de crear bienes demandados, valores materiales, ya sean bienes o servicios, es decir, de crear riqueza– la segunda virtud cardinal. Es este egoísmo racional lo que originariamente impulsó al hombre a acomodar su conducta a las exigencias de la vida en sociedad, a respetar los derechos y libertades de sus semejantes, y a reemplazar la enemistad y el conflicto por la colaboración pacífica. Es la cooperación social la que origina la civilización, transformando al hombre bestia, al primate antropoideo, en ser humano. Si no fuera por la cooperación social los hombres bestias habrían continuado siendo siempre enemigos mortales entre sí, los unos frente a los otros, rivales irreconciliables en sus esfuerzos por apropiarse porciones siempre insuficientes del escaso sustento que la naturaleza proporciona. Como en tales condiciones cada uno vería en su semejante un enemigo, no habría surgido ni florecido ningún sentimiento de amistad y simpatía.
Los socialistas siempre pregonan el conflicto, la lucha de clases, el enfrentamiento, el despojo por la fuerza de sus productos a los que producen. Su conducta antisocial, sus actos hostiles tienden al aniquilamiento del oponente y a la frustración de sus aspiraciones. Mientras las únicas relaciones existentes entre los individuos persigan el perjudicarse mutuamente, ni hay sociedad ni relaciones sociales. Cual antropoides, rigen su conducta, no por el egoísmo racional, sino por el cinismo explotador, por la teoría de que la vida humana es indistinguible de la lucha en la jungla, donde sus semejantes son la presa natural, que existe sólo para ser usada y victimizada. Es el código de conducta del mentiroso, del estafador, del ladrón, del asesino, del criminal que busca obtener bienes por el método deshonesto del engaño y la fuerza. Al explotador no le interesa trabajar para producir y ganarse lo que desea; no busca crear valores, crear riqueza, sino apropiarse de lo que otros han creado.
Por eso, los socialistas consideran como enemigos y presas a los creadores de bienes, a los creadores de riqueza, a los que han creado bienes tales como la comida que desayunaste hoy, el teléfono celular que usas a diario, la computadora que te sirve para trabajar, el transporte que usaste para llegar a tu trabajo, el edificio donde habitas, el traje que vistes, los zapatos que calzas, al sistema comercial que te permite tener acceso a y adquirir estos bienes, etc., etc. Cual hombres bestia le roban sus creaciones a los productores –expropiación, le llaman estos cínicos explotadores– como hemos visto que han hecho en Venezuela. Por medio de amenazas como la expropiación de bienes o el despojo por medio de impuestos progresivos, eliminan todo incentivo a crear riqueza, sumiendo a sus víctimas en la miseria. Le roban el poder adquisitivo al salario de los trabajadores al devaluar la moneda, como han hecho los ‘socialistas del siglo XXI’ en Venezuela.
Los socialistas, estos cínicos explotadores, nunca hablan de formación de empresas o de creación de riqueza, sino sólo de distribución de riqueza, que en realidad significa distribución del botín, distribución de las posesiones de sus enemigos –los productores de riqueza– a quienes han saqueado.
Este fin de semana pasado hemos sido testigos, una vez más, de la conducta abominablemente monstruosa de estos cínicos explotadores, de estos hombres bestias, de estos salvajes, que no sólo impidieron el ingreso de medicinas y víveres que servirían para paliar el sufrimiento del pueblo venezolano, sino que asesinaron a choferes de los camiones con provisiones, embistieron con tanquetas a los voluntarios que se alistaban a proveer de ayuda a las víctimas de estos mal nacidos, y para rematar, quemaron los camiones con ayuda que interceptaron, alardeando orgullosamente de su salvajada.
¡Este espectáculo retrata cuan irracionales son estas bestias!
Pero el colmo es el intento de los países de la Unión Europea de apaciguar los ánimos, de ese entreguismo al mal al oponerse a la intervención armada, para alargar el sufrimiento de las víctimas de estos cínicos explotadores, estos criminales. A estos salvajes sólo por la fuerza se los puede sacar. Ya bien claro lo han manifestado ellos mismos. Pretenden intimidar al mundo libre con sus alardes de que la salvajada de que fuimos testigos es sólo una pequeña muestra de lo que están dispuestos a hacer. No recuerdo que a partir de septiembre del treinta y nueve, Francia e Inglaterra se opusieran a la intervención armada para ayudarlos a parar a Hitler. Es una cobardía moral, cuando pudiendo sacar con una intervención armada a los criminales socialistas de Venezuela, no lo hagan.
Si no has tenido interés en estudiar la historia para no repetir los mismos errores, ahora no dejes de ver los hechos, no te dejes engañar, acepta que estos cínicos explotadores, los socialistas, son en verdad unos antisociales. Que nos sirva esto de lección para no votar por el socialismo, del cual no podremos salir sino no es por el enfrentamiento armado con mucho derramamiento de sangre.
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