Argentina: Los chicos a los que hoy se priva de educación serán los desempleados de mañana
Había una vez un país en el cual los padres trataban con respeto a las señoritas de guardapolvo blanco, en quienes depositaban el sueño de un futuro mejor para sus hijos. Un país donde el sueño de “mi hijo el doctor” podía hacerse realidad. Un país en el cual un presidente, después de terminar su mandato, ocupó el cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires.
¿Qué fue de aquella Argentina? ¿Cómo llegamos a esto? Hoy la opresiva realidad ha eliminado del imaginario colectivo aquel sueño de “mi hijo el doctor”; peor aún, lo ha reemplazado por la peor de las pesadillas: “mi padre el doctor”. Sin capital humano, en la globalizada sociedad del conocimiento en la que a nuestros chicos y jóvenes les tocará vivir, ¿qué posibilidades tienen para progresar y alcanzar la movilidad social que alguna vez fue sinónimo de la Argentina? Definitivamente muy pocas.
El miércoles 6 de marzo deberían haber comenzado las clases en todas las escuelas de la Argentina. Pero algo tan trivial se ha transformado en crónica de una muerte anunciada. ¿Acaso alguien dudaba que en muchas provincias las clases no habrían de comenzar? ¿Alguien se imaginaba que en Buenos Aires los líderes sindicales considerarían oportuno permitir que los chicos que iniciaban su escolaridad pudiesen concurrir a la escuela acompañados por sus padres en ese inolvidable primer día de clases? ¿Cuántos lectores no recuerdan su primer día? Muchos pibes hoy, como en varios años pasados, no lo habrán de recordar, sencillamente porque les han robado la oportunidad de experimentarlo.¿Alguien puede imaginar que si un joven concluyó en diciembre su educación secundaria en una escuela pública de la Provincia de Buenos Aires estará igualmente calificado para ingresar a una universidad o comenzar a desarrollarse en el mundo laboral que un joven que asistió a un colegio privado?
Es claro que no, pues ha perdido durante los seis años de su escolaridad 88 días de clase a causa de paros docentes, de los cuales 26 corresponden al último ciclo lectivo. ¡Un nuevo récord! ¿Lo superaremos este año? Seguramente sí, al fin y al cabo es un año electoral.Los sindicatos docentes toman a los niños de virtuales rehenes frente a sus reclamos justos o injustos, ello carece de importancia. Los chicos a los que hoy se priva de educación serán los desempleados de mañana.
Es imprescindible que la sociedad tome consciencia de ello. De aquí a 20 años muchos de ellos probablemente subsistan en base a planes sociales, en una sociedad de clases en la que una élite educada mantenga a una clase permanente de desempleados.¿No es eso acaso un riesgo de vida? ¿No se está destruyendo su futuro? Es claro que si y, por ende, la educación debe ser declarada un servicio público esencial, de forma de regularse el derecho de huelga y defenderse el derecho a la educación de los miles de chicos que hoy no tuvieron su primer día de clases.Es la vida de muchos pibes lo que está en juego, aún estamos a tiempo de salvarlos.
El autor es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
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