Egoísmo bien entendido

República, Guatemala
Ludwig von Mises afirmó en el capítulo “La Sociedad Humana” de su libro La Acción Humana, que:
“Lo que originariamente impulsó al hombre a acomodar su conducta a las exigencias de la vida en sociedad, a respetar los derechos y las libertades de sus semejantes y a reemplazar la enemistad y el conflicto por la cooperación pacífica no fue el amor ni la caridad ni cualquier otro sentimiento de simpatía sino el propio egoísmo bien entendido.”
[Ludwig von Mises. "La Sociedad Humana”. La Acción Humana. (Madrid, Unión Editorial, 2007) 202.]Pero, ¿qué es el egoísmo bien entendido?
Egoísmo significa sólo: la preocupación por el interés personal. El egoísmo es la afirmación de que el fin de la acción moral es el beneficio del agente mismo. Es la aseveración de que el organismo vivo debe ser el beneficiario de sus propias acciones, que debe preocuparse por sí mismo, que debe estimarse a sí mismo, que debe cuidarse a sí mismo. Es asegurar que lo correcto, lo que requiere la vida, es que el agente deba perseguir cosas específicas para sí mismo, para su propio bien y supervivencia. Porque la vida requiere conseguir valores, no perderlos. Requiere logros, no renunciación. Requiere auto preservación, no auto sacrificio.
El egoísmo ético, nos hace ver Rand, no significa una licencia para hacer lo que a uno se le antoje, guiado por emociones y caprichos. Significa exactamente lo opuesto. Significa la disciplina de identificar, definir y perseguir el auténtico interés propio racional. Similarmente, Aristóteles nos indica que la virtud del egoísmo, la virtud que consiste en la acción para alcanzar el propio bienestar, es la prudencia o sensatez (phronsis).
“Es la característica de un hombre prudente el ser capaz de deliberar correctamente sobre lo que es bueno y ventajoso para sí mismo.”
[A[Aristotle. Ethics. (Great Britain: Penguin Classics, 1985), 209.]p>Esta pues, es la virtud principal de la moral del interés propio o egoísmo noble, como el estagirita lo llama y que distingue de la conducta insensata del hombre malvado y que el populacho llama egoísta. Para diferenciar estos dos conceptos, el filósofo griego denomina egoísmo vulgar al propósito de buscar, por medios viciosos, un supuesto interés propio, supuesto, porque al estar éste mal identificado, en realidad no es el interés propio. Según explica Aristóteles, el egoísmo vulgar, donde el mal hombre al pretender hacer todo para su propio beneficio, cae en esa conducta que sigue las malas pasiones en lugar de seguir a la razón, y por tanto, en realidad no es una conducta que conduce al fin egoísta, a la acción ventajosa que busca el bienestar propio, sino una conducta insensata, mal razonada, que pretendiendo buscar el interés propio, sólo conduce al perjuicio propio. En otras palabras, el egoísmo vulgar o egoísmo irracional o egoísmo mal entendido, lleva al agente a valerse, para alcanzar su supuesto fin, de una conducta dirigida, no hacia su bienestar, sino, en mayor o menor grado, hacia su auto destrucción,:
“También, una persona se llama templada o intemperante según si su razón es o no la que manda, lo que implica que esta parte es el individuo. También son nuestros actos razonados los que se consideran en el sentido pleno voluntarios y personales Por tanto, no cabe duda que esta parte soberana es, el hombre individual, y que un hombre bueno la ama con preferencia a todo. Sigue de ahí que, en este concepto podría decirse que el hombre bueno es el más egoísta de todos los hombres; pero este egoísmo es muy distinto de aquel a que se da a un hombre injurioso. Este egoísmo noble supera en tanto al egoísmo vulgar, como vivir según la razón a vivir según la pasión; y tanto como desear el bien a desear lo que aparenta ser ventajosos…
Por tanto, es correcto que el hombre bueno sea egoísta, porque entonces se beneficiará al hacer actos nobles, y también beneficiará a sus compañeros. Pero no es correcto que el hombre malvado lo sea, porque él se hará daño a sí mismo y a sus vecinos, al seguir como hace pasiones malas. Porque el hombre malvado, lo que hace choca con lo que debiera hacer, pero lo que el hombre noble debiera hacer lo hace. Porque la razón en aquellos que la poseen elige siempre lo que es mejor para sí mismo, y el hombre noble obedece a su razón.”
[A[Aristotle. Ethics. (Great Britain: Penguin Classics, 1985), 302.]p>La ética debe considerar tres cuestiones: ¿Qué son valores? ¿Cómo se alcanzan? Y ¿quién debe ser el beneficiario de los valores?
Para responder a estas tres preguntas morales el individuo necesita hacer uso de su razón. Si no hace uso de su razón, no podrá identificar que valores perseguir, pues no sabrá si algo lo beneficia o perjudica a corto y/o a largo plazo. Si no hace uso de su razón, no podrá elegir los medios adecuados para alcanzar y/o conservar esos valores que fomentan su vida. Si no hace uso de su razón, no podrá saber a quién debe beneficiar sus acciones. La diferencia moral entre un individuo y otro reside en la respuesta que da a estas tres cuestiones. Si no identifica que la acción moral debe beneficiarlo para vivir una vida plena, feliz y floreciente, y decide que la acción moral debe beneficiar a cualquier otro, auto sacrificando su interés propio –como aconseja el altruismo– su acción lo perjudicará. Si identifica que el fin correcto de la acción moral es el beneficio propio, pero no identifica que es lo que lo beneficia, valorará aquello que lo perjudica. Y si no identifica cual es la acción que conduce a conseguir y conservar los valores que lo benefician, su conducta será auto destructiva y seguramente perjudicial también para otros. Rand lo explica así:
“Existe una diferencia moral fundamental entre el hombre que halla su interés personal en la producción y aquel que lo encuentra en el robo. La maldad de un ladrón no consiste en el hecho de que persigue su interés personal, sino en lo que él considera que es su interés personal; no en el hecho de que persigue sus valores, sino en qué es lo que elige como valor; no en el hecho que desea vivir, sino en el hecho de que desea vivir en un nivel subhumano.”
[A[Ayn Rand. La Virtud del Egoísmo. (Buenos Aires: Grito Sagrado, 2006), 12.]p>Fue el descubrimiento, por el hombre racional, de que la labor realizada por medio de la división del trabajo resulta más fecunda que la practicada bajo un régimen de aislamiento, y que la cooperación por medio de la división del trabajo e intercambio con otros sirve mejor a su propio interés racional, lo que lo llevó a asociarse con sus semejantes, a cooperar con ellos, a acomodar su conducta a las exigencias de la vida en sociedad. Su egoísmo bien entendido lo benefició a él y a todo aquel que guiado por su propio egoísmo racional intercambió bienes y servicios con él, fueran estos materiales o espirituales.
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