Esclavismo Psicológico
La Prensa, Buenos Aires
Dos tragedias fueron noticia esta semana:
La primera en La Rioja: un aviso que pedía 3.000 trabajadores consiguió sólo tres postulantes. ¡Tres, ni los dedos de una mano!
¡La segunda en Salta: el mismísimo gobierno publicó un video promocional de su gestión! Con una fila muy extensa de mujeres jóvenes, fuertes y sanas, que se amontonaban a las puertas de un banco para recibir tarjetas de alimentos.
En un país donde la pobreza se ha anquilosado arriba del 30%, donde el empleo genuino es una rara avis y donde mucho más de la mitad de sus habitantes viven de planes sociales, empleo público innecesario que funciona como seguro de desempleo o directamente de subsidios. En un país donde nos hicieron creer que era imperioso recibir de manos de los políticos tarjetas alimentarias porque la gente estaba ya en sus huesos, estas dos noticias tan despreciativas del trabajo son una patada ninja en el esternón, seamos serios.
Por qué hombres y mujeres sanos, jóvenes, fuertes y con una vida por delante deciden reptar por la limosna segura en lugar de hacerse cargo de sus vidas?
Porque, como reza el ya famoso grafitti, EMOSIDO ENGAÑADOS. Ya no tenemos “Estado de Bienestar”, a lo que tenemos ahora lo llamaremos Esclavismo Sicológico. Veamos
Siete meses para el Estado
Si usted trabaja en blanco en Argentina debería saber que más de la mitad de lo que usted gana se lo queda el Gobierno. Usted trabaja casi siete meses para mantener las necesidades financieras del Estado. Por un contrato tácito que usted firmó sin darse cuenta, corren a su cargo:
– Los abultados salarios del sistema judicial que no le deben a Usted ninguna cuenta por la eficiencia de sus servicio.
– Los más abultados, aún, salarios y prebendas del sistema legislativo que no le deben a Usted ni siquiera un atisbo de explicación por trabajar escasos días para sancionar el día nacional del vino patero.
– Los planes sociales que no le deben a Usted ninguna explicación de por qué cortan las calles o acampan en la avenidas, sin ni siquiera la obligación de llevar a sus hijos a la escuela.
– Las jubilaciones de quienes, a diferencia de Usted, no hicieron aportes previsionales.
– Los salarios de quienes, a diferencia de Usted que trabaja 18 hs y no se puede tomar vacaciones, tienen 5 horas de jornada laboral y 1 mes de vacaciones pagas.
– Los salarios de quienes tienen trabajos obsoletos o ineficientes pero que, como trabajan en el Estado, no se los puede despedir porque tienen una especie de derecho sagrado.
– Los autos y el chofer de miles y miles de funcionarios que están incapacitados de trasladarse solos a su lugar de trabajo, como lo hace Usted, vaya uno a saber por qué.
Y así podríamos seguir describiendo e imprimiendo las millones de cosas que usted tiene a su cargo pero no lo hacemos porque no podría usted levantar el diario, el peso lo mataría.
Así es Argentina, el 70% de los que nos sale la leche o la luz son impuestos. Pagamos impuestos más allá de lo inimaginable. Pagamos por duplicado o triplicado y hasta por cuadruplicado. Por un mismo bien o servicio podemos pagar hasta 5 tipos de impuestos.
Depredación corporativa
Esta depredación corporativa es el Esclavismo Sicológico, un estadío superior al Estado de Bienestar, una etapa terminal y deshonrosa a la que los políticos, sin importar el partido al que pertenezcan, celebran y buscan su expansión sin límites. Por este exclusivo motivo, gane quien gane la curva de la decadencia no se detiene. Algo muy malo pasa en el entramado de nuestra cultura, es la trágica explicación de las dos noticias que pusimos al comienzo.
La debacle económica de las primeras décadas del siglo XIX dio lugar al surgimiento de movimientos sociales que pregonaban “dentro del Estado todo”. La socialdemocracia, la construcción teórica que sostiene al Estado de Bienestar, centrado en el expolio fiscal y la elevación al Olimpo de los funcionarios en su rol paternal hacia los ciudadanos, la comparten los defensores del fascismo y los del socialismo. No es coincidencia.
Estos movimientos contenían a la gente en la desesperanza y asistían maniqueamente a quienes mostraban dificultades en la adquisición de bienes o servicios, principalmente la salud, la educación y la vivienda. Esto forjó lealtades que se trasladaban de generación en generación. Las heladeras y máquinas de coser mejor amortizadas de la historia del populismo. Esto no es exclusivamente en Argentina. El Estado de Bienestar cobró ímpetu en muchos países. Su eje moral era el trabajo. Los trabajadores eran el objeto a tutelar. El modelo nos puede parecer bueno o malo, oportuno o injusto. Podemos poner en duda su eficacia. Pero su relato moral se basaba en el don del trabajo y en las virtudes del mismo. Eso no está más en nuestro país, nosotros tenemos otra cosa: Esclavismo Sicológico.
Trabajar es malo
Para que funcione el Esclavismo Sicológico en necesario que el trabajo sea algo malo. No tiene que ser algo deseable aunque duro o difícil, tiene que ser algo malo, así, derecho viejo. El que trabaja y se esfuerza y no depende del Estado es un tipo peligroso…uno que busca el beneficio personal, el lucro. Porque hemos logrado convertir al lucro en algo mal visto! Ahhh, ¿querés sacar plata por lo que haces? ¡Avaricioso! ¡Insolidario!
El Esclavismo Sicológico necesita de esta dependencia que mata la voluntad y la pulsión. Alguien que no busque hacer diferencia y sobre todo que no busque nada que no dependa del Estado. Si en el Estado de Bienestar se necesitaba ser carenciado para reclamar ayuda, en el Esclavismo Sicológico sólo se necesita nacer, existir. Abuelos, hijos y nietos que han comido sin jamás laburar un día. Que no se han preocupado por pagar el alquiler, el médico, la escuela o la ropa…ni la comida! Imposible que no se piensen que tienen el derecho divino a ser mantenidos por otros. Así les pintaron su aldea.
En el Esclavismo Sicológico no es necesaria la carestía excepcional, sólo por pertenecer al grupo de mantenidos se adquiere la beca. Claro que cada vez son más y la torta es más pequeña, pero no importa, la migaja es poca pero segura. Vivimos en una locura que no puede si no quebrar. El Estado de Bienestar lograba algún equilibrio (injusto y vil) esto es otra cosa y es una quiebra garantizada. Sobre todo moral.
Hete aquí la madre del borrego, una de las cosas más viles del Esclavismo Sicológico es la glorificación de la pobreza. La burrada esa de “la pobreza digna”. No hay una sola cosa buena en la pobreza, pero las migajas de nuestro quebranto son pocas así que hay que hacerles creer a quienes dependen del Estado que su miseria (que es todo lo que van a obtener) es algo bueno, y que en cambio el buscar el lucro personal es malo.
La sempiterna crisis nos está mostrando el esqueleto de un modelo que, simplemente, no podemos pagar, no producimos lo suficiente para mantenerlo. Punto. Llegados a este abismo, los políticos, todos, hacen lo que sea para mantener la farsa cueste lo que cueste, para no sacrificar ni un pelito del terreno que han ganado a costa nuestra, y por eso muestran con orgullo tarjetas alimentarias, planes sociales, comedores populares y barrios soviéticos en los que alojan a los que no levantan la cabeza.
¡Lo que debería ser una vergüenza, después de décadas de aplicar el mismo modelo se muestra como logro, y peor! Estrellas del mundo de espectáculo y del mundo gourmet aplauden la iniciativa. Todo el circo alrededor de esto demuestra que lo que está mal es el entramado moral de nuestra cultura, no es el peronismo ni el radicalismo ni el macrismo ni la izquierda, esto es esclavismo, Esclavismo Sicológico. Producción nacional.
¿Quien les va a hacer cambiar de idea ahora? ¡Quién les dirá, a quienes no laburan y reciben guita de todas maneras, que si no se trabaja no se come? ¡Quién “emponderará” a esas chicas que se agolpaban abúlicamente a la espera de la limosna, que es la tarjeta alimentaria, que pueden obtener mucho más por sus propios medios? No sólo hemos logrado que el trabajo sea algo malo, conseguimos que se divorcien la idea de trabajo con la idea de ingreso. Estamos bien fritos.
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