Un sindicato de padres
El lunes pasado, en una entrevista realizada por Ámbito Financiero a la ministra de Educación porteña, frente a la pregunta si es posible garantizar el comienzo de clases el próximo 2 de marzo, Soledad Acuña respondió que: “nosotros tenemos una postura muy clara que es que las clases empiezan de acuerdo a lo que la Ley nacional indica en término de cantidad de días que son 180 de piso y empiezan cuando el Consejo Federal resuelve cuales son las fechas de inicio de clase y la fecha es el 2 de marzo. Si hay sindicatos que toman una medida política de fuerza es otra cosa, pero las clases comienzan el 2 de marzo porque tenemos que garantizar los días de clases”.
Comienzo de clases, negociación paritaria y posibilidad de paros docentes, una rutina que, frente a su habitualidad, la sociedad se ha desensibilizado. ¿Cómo no recordar los largos paros durante las gestiones de Daniel Scioli y María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires? Es claro que muchos padres están tan aletargados que no perciben el daño que están sufriendo sus hijos al no poder asistir regularmente a la escuela. De lo contrario, ¿cómo es posible que en un país en el cual los paros docentes y las manifestaciones son cosas de todos los días, nunca hayamos asistido a una gran marcha de padres defendiendo el derecho de sus hijos a tener clases?
A modo de ilustración, veamos otra realidad. El viernes 16 de enero se celebró en Nueva Orleans la primera convención del autodenominado Sindicato Nacional de Padres (NPU), con la presencia de 125 delegados de los 50 estados, Washington, D.C. y Puerto Rico.
¡Un sindicato de padres! Según lo define su página web: “NPU es una red de organizaciones de padres y activistas de base altamente eficaces en todo el país que están unidos detrás de objetivos comunes para canalizar el poder de los padres y las familias”.
Hace pocos días, Fox News, relató la historia de la recientemente creada organización. La misma tuvo sus orígenes, años atrás, en el trabajo de dos madres de lados opuestos del país (California y Massachusetts), para que las familias pudieran tener voz en la educación de sus hijos. En palabras de Keri Rodríguez, una de sus fundadoras: “Como padres, nos enfrentamos políticamente a los sindicatos de maestros, les molesta nuestra autonomía por eso nos atacan. Pero ello en sí mismo dice mucho sobre el poder de los padres y el trabajo que estamos haciendo. Dos madres, sin siquiera un décimo del uno por ciento del dinero que ellos tienen y los hemos asustado”.
Otro de sus gestores manifestó: “Durante demasiado tiempo la conversación en torno a la educación ha excluido a los más importantes defensores de los niños, sus padres. Eso debe cambiar. NPU está ayudando a reunir a los padres que por sí solos son a menudo impotentes, pero al organizar sus voces a través del Sindicato Nacional de Padres tendrán la voz que se merecen”.
Retornando a la entrevista a Soledad Acuña, la ministra, frente a la pregunta si las familias están presentes en la educación, respondió que: “la familia tiene que estar presente de distintas maneras. El maestro está para que le explique los contenidos, los padres tienen que preguntarles a sus hijos cómo le fue en la escuela y hacer sentir al niño que al adulto le importa cómo fue su jornada cuando estaba en el colegio. Cada uno tiene que estar presente en su lugar”.
Esta nota propone un rol mucho más activo para los padres, ¿quiénes sino ellos pueden tener un mayor interés en la educación de sus propios hijos?
El autor es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
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