Un discurso que pone el acento en la fiebre y no en la infección
La parte del discurso económico del presidente estuvo basado, en gran medida, en el tema de la deuda externa. La misma fue presentada como el cáncer de la economía argentina tomada irresponsablemente por el gobierno anterior y en otros gobiernos también.
La realidad es que el kirchnerismo recibió un gasto público consolidado (nación + provincias + municipales) del 30% del PBI y dejó un gasto consolidado del 46% del PBI. El déficit fiscal consolidado que dejó el kirchnerismo fue del 7,2% del PBI luego de haber recibido un superávit del 1,6% del PBI. Es decir, hubo un recorrido de deterioro fiscal de 8,8 puntos del PBI producto del aumento del gasto público.
Frente a esta situación heredada por Mauricio Macri había dos opciones: 1) anunciar una política que generara un shock de confianza estableciendo una progresiva reducción del gasto público, reforma del sistema tributario, de la legislación laboral e incorporar la economía al mundo, 2) la otra era el gradualismo mágico que adoptó Cambiemos creyendo que por arte de magia la economía iba a crecer, la recaudación impositiva iba a aumentar y el déficit fiscal desaparecería sin hacer ningún esfuerzo. De esta forma, con el gasto congelado y la economía creciendo, no sabemos muy bien por qué, el gasto sobre el PBI iba a bajar y todos felices.
El presidente Macri compró el gradualismo que le vendieron economistas de tendencia progresista y eso requería tomar deuda pública, emitir moneda, financiar con el impuesto inflacionario el déficit fiscal hasta tanto se lograra el equilibrio o bien aumentar la carga tributaria.
Se optó por tomar deuda porque hablar de bajar el gasto público era de “liberalotes”. El ataque a quienes proponíamos bajar el gasto público venían del lado de Cambiemos y del lado de la oposición, actual oficialismo. O sea, éramos los salvajes que queríamos echar a 2 millones de personas del Estado de un día para otro, una forma de ridiculizar la propuesta de baja del gasto estatal.
De manera que la deuda que tanto preocupa al residente es fruto de la herencia recibida del gobierno anterior y de la mala praxis de Cambiemos para enfrentar el problema del déficit fiscal.
Argentina cae sistemáticamente en problemas de default, no porque haya una mente perversa que quiera inventar el endeudamiento. Finalmente la deuda pública que pueda colocar el gobierno argentino en el mercado financiero internacional son monedas despreciables del volumen de negocios que manejan los fondos de inversión en el mundo. Pensar que el mundo financiero internacional está ansioso esperando que Argentina salga al mercado a colocar deuda, raya en el delirio.
El problema que no puso sobre la mesa el presidente Alberto Fernández es que la deuda nace como consecuencia de gastar más de lo que se recauda, y que hoy la presión impositiva es tan asfixiante que impide toda posibilidad de crecer. La deuda pública es consecuencia del déficit fiscal y el déficit fiscal es consecuencia de un gasto público infinanciable. Pero la dirigencia política se niega a bajar el gasto público, de manera que estamos condenados al estancamiento económico o más bien a la decadencia.
Cristina Kirchner nunca terminó de regularizar el tema de la deuda pública y en todo su segundo mandato la economía estuvo estancada. No creció. De manera que mañana pueden condonarnos toda la deuda pública y la economía argentina no va a crecer porque el elevado e ineficiente gasto público, la asfixiante carga tributaria, la maraña de regulaciones y la legislación laboral ahuyentan toda inversión.
Por último, así como el presidente Fernández puso el acento en el tema de la deuda como causa de todos nuestros males económicos, también insistió en afirmar que la inflación se produce porque comerciantes inescrupulosos aumentan los precios y no dijo media palabra sobre la expansión monetaria que lleva adelante el BCRA.
En síntesis, veo un escenario económico muy complicado hacia el futuro porque el Gobierno está muy alejado de las causas y consecuencias de nuestra decadencia. Los economistas “progres” de Cambiemos le vendieron humo al presidente Macri y lo hicieron tomar el camino equivocado, algo que el mismo Macri dijo. Por el lado del presidente Fernández, no es inventando enemigos que se van a resolver los problemas, sino aceptando una realidad que Cambiemos ignoró con el humo del gradualismo y Fernández no termina de comprender que deuda es la fiebre y la infección es el gasto público, al igual que la inflación: la fiebre es la suba de precios y la infección es el BCRA emitiendo moneda para financiar el déficit fiscal.
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