¿Existe un ‘trade-off’ entre salvar vidas y no destruir la economía?
Un gran número de países están sufriendo las consecuencias terribles del coronavirus y la mayoría de ellos están implementando medidas que restringen la movilidad de sus ciudadanos con el objetivo de prevenir el colapso de sus sistemas de salud, como es el caso del cierre de sus economías. Con ello se pretende reducir el número reproductivo básico de infecciones y salvar miles de vidas.
Por ejemplo, en España, Orea y Álvarez (2020) estiman que sin el confinamiento, el cual fue aprobado el 14 de marzo, el número de infecciones habría sido un 79,5% más elevado hasta el 4 de abril, y si tal medida fuese aplicada una semana antes, el número de personas infectadas habría sido menos de la mitad.
Pero hay un problema si se para la economía: su propio deterioro y el incremento de la pobreza. Por ejemplo, para el caso de España, según la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), se estima que la tasa de desempleo sumando los ERTE alcanzará el 34%,o lo que es lo mismo en el segundo trimestre del año (ver aquí). En Estados Unidos, según las previsiones de la FED de St. Louis, para el mismo período, la tasa de desempleo rondará el 32%, es decir, 47 millones de estadounidenses perderán su empleo (ver aquí). Y la pobreza también puede causar muertes (ver aquí o aquí).
Sin embargo, un incremento en los niveles de desempleo podría afectar a la tasa de mortalidad a través de otros canales, compensando los efectos del aumento de la pobreza. Esto es lo que evalúan Tofflutti y Suhrcke (2014) para el caso de la Gran Recesión en la Unión Europea, encontrando que un aumento de un punto porcentual en la tasa de paro reduce la tasa de mortalidad en un 3,4%, debido a que, entre otras causas, hay menores accidentes de tráfico o a la menor probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Por lo tanto, si estás preocupado por salvar vidas, deberías defender las medidas de confinamiento, al menos por el momento, ya que es una de las maneras más eficaces de reducir el número de contagios y evitar el colapso del sistema sanitario. Pero si aún así estás más preocupado por la crisis económica que se avecina, es normal que sigas teniendo dudas de que parar la economía sea la política más adecuada.
A veces es necesario leer la historia para evitar repetirla, y en este caso contamos con un buen ejemplo: la mal llamada gripe española. En todo el mundo causó en torno a 50 millones de muertes, y las medidas adoptadas por aquel entonces fueron muy similares a las aplicadas en la actualidad; pero ¿qué efecto tuvieron? En un interesante paper, Correia et al. (2020) analizan el caso de los Estados Unidos, en donde la pandemia de la citada gripe ocasionó entre 550.000 y 675.000 muertes. Los autores han encontrado que las ciudades que aplicaron antes medidas más agresivas de distanciamiento social en 1918 lograron una recuperación mucho más robusta y temprana en el tiempo. Más concretamente, reaccionar 10 días antes a la llegada de la pandemia generó incrementos de la tasa de empleo manufacturero en un 6,5% y de un 7% de la producción manufacturera.[i]
Es cierto que para el caso concreto del coronavirus todavía no tenemos datos concretos de cómo saldremos de la crisis y de los resultados obtenidos por las muy heterogéneas políticas adoptadas en buena parte del mundo. Sin embargo, el trabajo hecho por Greenstone y Nigam (2020) puede ser una primera aproximación interesante. Basándose en las estimaciones de Ferguson et al. (2020) sobre el impacto que han tenido las medidas de confinamiento sobre el número de contagiados, asignan un valor a las vidas salvadas, de acuerdo con el Valor de una Vida Estadística (VSL, por sus siglas en inglés)[ii]. En este escenario, las estimaciones de los autores apuntan a que las 1,76 millones de muertes evitadas desde el 1 de marzo hasta el 1 de octubre en Estados Unidos estarían valoradas en 7,9 billones de dólares. Es decir, los beneficios del distanciamiento social podrían llegar a los 60.000 dólares por hogar.
Esto no significa que el distanciamiento social deba ser mantenido sine die, simplemente implica que es una estrategia óptima para superar el pico de la pandemia. Una vez superado el pico, deben diseñarse planes de desescalada para evitar un repunte en el número de contagios. Por ejemplo, de acuerdo con Álvarez et al. (2020), el hecho de que haya pruebas de diagnóstico para los recuperados para que puedan volver a trabajar podría generar un 2% de PIB, ya que con el tiempo el confinamiento se vuelve ineficiente (las personas inmunizadas tienen que quedarse en casa, ocasionando un coste de oportunidad elevado).
En resumen, no existe un trade-off entre la salud y la economía para el caso concreto del coronavirus. El valor económico de una vida y una recuperación temprana de la pandemia podrían producir mayores beneficios que el evitar el cierre de la economía. Una vez que el pico se supere, los planes de reapertura son necesarios, siendo los test masivos una política óptima.
[i] Los autores definen la velocidad de respuesta de la intervención no farmacéutica (NPI, por sus siglas en inglés) como "el número de días transcurridos entre el momento en que la tasa de mortalidad por exceso semanal supera dos veces la tasa de mortalidad inicial por gripe y neumonía y la fecha en que se activa una medida de NPI". En cuanto a la intensidad, la medida es "la suma acumulativa de días en las que se aplican las tres medidas de NPI consideradas como variables indicadoras”, las cuales son el cierre de escuelas, la prohibición de reuniones públicas y el aislamiento y la cuarentena.
[ii] El Valor de una Vida Estadística es una medida de la cantidad de dinero que está dispuesto a pagar un ciudadano (en este caso, estadounidense) en media para reducir la probabilidad de su muerte.
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