Messi y la muerte
ABC, Madrid
Esta columna no es sobre fútbol. La dramática decisión de Messi de dejar el Barça, una entidad indiferenciable de él, arroja lecciones sobre cultura, heroísmo, mito.
Un famoso libro de los 70, «The Denial of Death», de Ernest Becker, postuló que todos elaboramos mecanismos para evadir la conciencia de ser mortales. La mayoría vivimos de ilusiones; sólo los neuróticos son distintos porque no evaden la conciencia de su mortalidad. La cultura nos ayuda a evadir esa conciencia, excepto que, al ofrecernos «sistemas de inmortalidad» (partidos, religiones o, añado yo, equipos de fútbol), nos divide en facciones agresivamente enfrentadas: cada cual cree que su grupo, su sistema de inmortalidad, es el verdadero.
¿Qué tiene que ver con Messi y el Barça? Paciencia, voy llegando. Los sistemas de inmortalidad son formas de heroísmo: buscamos ser héroes o vivir de otros héroes (cuando nos aferramos a un grupo) para olvidar que moriremos. Esto entronca con otro libro, de los años 40, «The Hero With a Thousand Faces» (inspiró la saga «Star Wars»), que explicaba, comparando mitos, la idea del héroe que se separa del grupo de personas normales, atraviesa duros obstáculos para llegar al destino sobrenatural y luego regresa con su premio y lo comparte con los seres normales.
Como los grandes boxeadores que en vez de retirarse a tiempo terminan su carrera destrozados sobre una lona o los directores que un día, en un consejo de administración, empiezan a decir incoherencias porque prefirieron seguir hasta ponerse gagás, Messi no quiere morir. No quiere seguir en un equipo, una generación, que está muriendo, y quiere seguir en otro. En el deporte se muere rápido: los ciclos de auge y decadencia duran menos. A cambio, se puede, como Messi, alcanzar una gloria reservada a muy pocos. Lo que él acaba de hacer no es, como dicen quienes hoy lo insultan, una traición, sino una declaración de intenciones contra la muerte. Un acto de heroísmo. Como todas las ilusiones de inmortalidad, ésta, la de renacer en otro equipo, morirá porque él está en la etapa declinante de su carrera aun si le quedan un par de buenos años. Y si se quedara en el Barça, morirían quienes pretenden impedir que deje el club, pues el equipo de Messi está muriendo. No es el Barça el que agoniza (ya vendrá otra generación exitosa), sino el Barça de Messi. Por eso los barcelonistas -esos mortales de los que, figuradamente, el héroe se separó para alcanzar el objetivo sobrenatural y a los que regresó para compartir con ellos la gloria, su sistema de inmortalidad- morirán también cuando muera el equipo que hoy agoniza. Los hinchas se aferran al sistema de inmortalidad que asocian a Messi, pero él no les puede dar la inmortalidad y tampoco la puede obtener. A Messi sólo le está dada, deportivamente hablando, la inmortalidad de ser recordado después de muerto, no la de no morir.
La muerte siempre vence. Aceptarla, como Sócrates impertérrito ante el tribunal, es el verdadero heroísmo.
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