¿Habrá más de 21 millones de bitcoins en el futuro?
Aunque esta cuestión la he tratado en artículos anteriores, creo que es necesario insistir en ella para aclarar cualquier duda que aún pudiera quedar al respecto.
La consideración más importante que tenemos que hacer es si el mercado demanda o no un activo cuya cantidad sea fija. Si el mercado no demanda tal cosa, no encuentra útil un activo con esas características, cualquier tecnología que sirva para asegurar que la cantidad es fija sería irrelevante y Bitcoin acabaría por caer en el olvido.
Si por el contrario el mercado sí que demanda un activo cuya cantidad sea fija, entonces sí que es necesaria una tecnología que permita tal cosa. Pero no hemos de perder nunca de vista que esa tecnología es consecuencia de una necesidad: la necesidad de un activo de oferta fija.
La tecnología que permita acceder a un activo de estas características ha de tener una característica fundamental, y es que el carácter fijo no puede depender de un tercero, pues ese tercero más pronto que tarde romperá esa característica tal y como la historia ha demostrado en incontables ocasiones. Es más, si el carácter fijo depende de un tercero no hablamos de tecnología sino de una especie de contrato en la que una de las partes (la que controla la cantidad) tiene unas obligaciones, y toda obligación puede incumplirse especialmente si el incumplimiento beneficia al incumplidor y además no conlleva ningún tipo de penalización.
Para que podamos hablar de una tecnología que permita acceder a un activo de estas características, esta tecnología tiene que permitir que cualquiera pueda verificar fácilmente, por sus propios medios y sin delegar en ningún tercero, tanto la cantidad total como todas las transacciones pasadas, presentes y futuras.
Si aplicamos el anterior razonamiento a Bitcoin y partiendo de la premisa de que el mercado demanda una cantidad fija, cualquier intento de incrementar dicha cantidad será rechazado. Esto es evidente para los propietarios actuales de Bitcoin, que lógicamente no tienen el más mínimo interés en aceptar que su parte del pastel se diluya por la emisión de nuevas unidades.
El incentivo para incrementar la cantidad lo tendría aquel que quiera obtener más Bitcoin sin pagar su precio de mercado o aquel que por la razón que sea tenga un interés en sabotear Bitcoin. Pongamos que un Gobierno pudiera tener cualquiera de estos dos incentivos. El problema que tendría este Gobierno es que cualquier intento de incrementar la cantidad es extremadamente fácil de detectar por lo que hemos explicado anteriormente: la cantidad de Bitcoin es muy fácilmente verificable por cualquiera. Así que no le quedaría más remedio que promover una versión alternativa de Bitcoin (en el argot un fork) que sería distinta y por tanto no fungible con la original. Esta versión tendría dudoso valor de mercado si lo que el mercado demanda es una cantidad fija, pues esa nueva versión se está pasando por el arco del triunfo precisamente la cualidad que el mercado valora.
Lo determinante es, por tanto, lo que el mercado demande. Y la demanda de Bitcoin consiste concretamente en atesorar un saldo de Bitcoin. Es decir, son los propietarios de bitcoins quienes tienen la última palabra, y sus incentivos a mantener la cantidad fija serán más fuertes cuanto mayor sea el valor de mercado de Bitcoin.
“No creo que volvamos a tener un buen dinero hasta que se lo quitemos al Gobierno de las manos, es decir, no podemos quitárselo violentamente, todo lo que podemos hacer es introducirlo astutamente de tal forma que no lo puedan parar.”
F.A. Hayek, 1984
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