La propiedad privada y su relación al individualismo y las virtudes humanas
Entre los temas que tomaran preponderancia durante la transformación de la actual sociedad marxista cubana en un futuro cercano será el de la reinstauración, garantía y perpetuidad de la propiedad privada.
Sin intenciones de incitar en la mente de muchos recuerdos de antaño me atrevo a decir que el tema de la propiedad privada tendrá que considerarse parte integral de innumerables medidas que se tomaran para dejar atrás al sistema comunista imperante
No existe concepto más controvertido en filosofía política que el de la propiedad privada. Por varios siglos se han discutido los principios filosóficos e históricos que pueden justificar el origen y la existencia de la propiedad privada. El propósito aquí no es necesariamente explorar o ahondar tales tópicos apasionantes sino más bien apuntar y ponderar lo que se deriva de su menoscabo total o parcial.
Si quisiésemos lograr una sociedad donde cada ciudadano disfrute a plenitud de guiar su propio destino amparado bajo el Estado de Derecho entonces no tenemos otra alternativa que reconocer sin titubeos que la propiedad privada debe ser el eje indispensable y único para que cada ciudadano pueda disfrutar y expresar sin menoscabo su individualidad, sus virtudes y sus libertades humanas dentro de un clima de prosperidad económica.
Cada uno de nosotros es un individuo. Todos los seres humanos tienen un gran elemento de individualidad No hay formula o sistema que pueda predecir las acciones de los humanos.
Reemplazar totalmente a un ser humano es difícil. Los humanos poseen la facultad de raciocinio y dependen de poder ejercerla como tal para lograr sus propias metas. Pero esto no es suficiente si no lo podemos expresar.
Debemos ser capaces de manifestar la individualidad que refleje nuestros pensamientos y pareceres y por lo tanto es imprescindible implementarla de una manera libre y muy propia. Nosotros somos los iniciadores de nuestro comportamiento.
Si por alguna razón permitimos rendir total o parcialmente nuestro individualismo debe ser con el consentimiento unilateral por parte de cada uno de nosotros si uno reconoce el valor supremo del individuo entonces para que la colectividad o sociedad pueda considerarse justa debe subrayar en su totalidad la ausencia de la fuerza coercitiva que tenga como fin doblegar a la persona en sus acciones o pensamientos.
Hay que notar que en aquellas sociedades donde predomina el individualismo se tiende a dejar a un lado los atributos de "clases" sociales y se resta importancia en pertenecer a alguna en particular.
Dado lo anteriormente señalado, entonces debemos preguntarnos como se logra que cada uno de nosotros exprese y sostenga su individualidad. ¿Qué es indispensable para lograr tal propósito?
Hoy en día hay insistencia en impartir a las personas la idea que debemos dedicar nuestra existencia a "algo de más importancia" que nuestros propios deseos e ideas y si no lo hacemos entonces estamos fuera de lo ordinario y nos debemos sentir culpables de lo mismo.
Desde ese punto de vista uno llega a creer imperceptiblemente que existe la obligación de seleccionar como metas de nuestra vida aquellas que sean compatibles con propósitos altruistas que beneficien a todos los seres humanos, aunque esto represente ser emplazados en situaciones contrarias a nuestros ideales, pensamientos y deseos.
Muchos hablan de las necesidades de "la humanidad" y de "la colectividad" como argumento para elevar al "grupo" a un plano superior aquel del individuo y otorgarle simultáneamente a una serie de dirigentes la función privilegiada de ser "proveedores benevolentes" opacando así la iniciativa de ayudar al prójimo necesitado en una forma individual y voluntaria.
No hay nada malo en la filantropía, pero esta no es necesaria para santificar a los individuos que la hacen posible. En muchas ocasiones se ha dicho que la máxima satisfacción no es lograr sino dar. Sin embargo, nadie puede dar lo que no ha creado – quizás es más noble dar que recibir, pero hay algo más noble aun: crear.
El desarrollo y fortalecimiento del concepto de la individualidad ha sido un tema central en la historia moderna.
Cada individuo debe disfrutar a plenitud de su propia jurisdicción dentro de la cual pueda decidir un rumbo de vida con éxitos o fracasos, pero sin la imposición de que tenga que satisfacer al "bien común".
Nadie al nacer debe estar sujeto a servir involuntariamente a otro. Nadie debe estar comprometido a prestar ayuda a otros sin su completo acuerdo y convencimiento. Esto no exime al ciudadano de sus responsabilidades morales, pero estas solo se deben asumir con libre albedrio.
Regresemos de nuevo a la pregunta: ¿que nos garantiza a cada uno que nos mantengamos en control de nuestra individualidad y logremos realizar nuestro potencial como seres humanos siempre dentro de un marco de harmonía y de respeto por los demás?
Estos objetivos son factibles si disponemos de medios materiales que nosotros hemos logrado por nuestros esfuerzos o se nos han adjudicado por la benevolencia de otros.
Si tomar decisiones individuales estuviese subyugada al poder de grupos y no dispusiésemos de los medios para expresarlos sin temor a nuestra integridad física entonces el proceso político por el cual se toman en consideración las opiniones de cada ciudadano se convierte inexorablemente en un mito.
Regulaciones o imposiciones coartando la individualidad deben ser contrarrestadas en todo momento y esto es solamente efectivo a la luz de la existencia de la propiedad privada. Esta promueve las bases del libre intercambio permitiéndose así tomar decisiones y ejercer el individualismo como ser humano.
Si las fuentes de supervivencia estuvieran en manos de otros entonces el derecho a la vida es perecedero y arbitrario ya que obedece a los intereses de aquellos, cualesquiera que estos sean. Mi vida me pertenece y no debe estar a la disposición de nadie. ¡Tampoco la suya! Para garantizar la propia existencia individual y su perpetuidad es igualmente imperativo disponer de los bienes que la nutran.
No hay duda de que hay ciertas acciones que se caracterizan por el grado de bienestar con que contribuyen a las relaciones sociales y a las interacciones del individuo con los otros miembros de la comunidad. En medios religiosos o seglares estas son conocidas como virtudes dentro de los cuales varían su número y denominación.
Las enseñanzas y preceptos impartidos tanto por credos religiosos o por enseñanzas seglares presupone la autonomía del individuo y que pueda escoger las normas de conducta a seguir.
Hay que enfatizar que para sus realizaciones las religiones suplen las enseñanzas virtuosas que pueden ser consideradas como necesarias pero no suficientes siendo esto último logrado a través del disfrute de los propios bienes materiales que permiten plasmar nuestra individualidad e iniciativas independientes.
La mayor parte de los seres humanos demuestran cautela en la conducta a seguir en el manejo de su existencia en cuanto al presente y tienden a prever para el futuro en caso de encarar situaciones inesperadas actuando con prudencia. ¿Pero es posible actuar con prudencia si no disfrutamos de una esfera de jurisdicción propia, personal y única? ¿Como profesar prudencia cuando ahorrar está mal visto o las necesidades futuras serán satisfechas por “la colectividad”?
Si extendemos estas ideas y nos referimos a otras virtudes tales como la honradez, caridad y esperanza podemos llegar a la conclusión que el logro de las mismas depende de que poseamos la facultad de expresarnos como individuos y dispongamos de nuestros propios bienes materiales sin la posibilidad que estos puedan ser arrebatados arbitrariamente por otros.
Para que exista el acto de robar es imprescindible que algo sea sustraído de la posesión de otra persona en contra de su voluntad bien explícitamente o a través de un tercero. Si todo es de todos y nada es de nadie ¿cómo podemos llevar a cabo un robo? ¿Como podemos expresar la honradez?
Para poder llegar a sentir satisfacción al regalar algo al prójimo de una forma voluntaria es vital tener propiedad de tal objeto. Ser generoso conlleva el disfrute de ceder lo que es de uno sin la intervención de una fuerza superior que nos lo imponga.
Mirar hacia el futuro y tener esperanza de alcanzar ciertos logros o mostrar paciencia para afrontar adversidades son posibles si disponemos de la facultad de tomar iniciativas que dentro de nuestro juicio nos lleve hacia metas trazadas o nos libere de lo que nos acongoja en la actualidad.
Estas iniciativas jamás serán posibles si nos encontramos bajo el tutelaje y el dictamen de quienes al controlar los medios de producción total o parcialmente nos despojan de la individualidad y nos tratan de subyugar a los "designios de la sociedad".
Por lo tanto, podemos decir con completa confianza que tanto la individualidad del ser humano, la integridad de su vida y el ejercicio de las virtudes requiere la existencia imprescindible de la propiedad privada.
La falta de esta nos presenta de una forma clara las razones por la que los cubanos nacidos y/o criados dentro de la doctrina marxista practican el hurto para su subsistencia, dejan de mostrar prudencia y tratan "de resolver" las necesidades del momento actual sin miras hacia el futuro ya que la esperanza de los "logros socialistas" prometidos en otrora se posponen consecutivamente por décadas y el "periodo especial en tiempo de paz"(1993) así como “el periodo coyuntural”(2020) se extienden indefinidamente albergando un futuro muy incierto.
Algunos apuntan que en las sociedades de desarrollo se nota que los ciudadanos tienden a ser honrados, muestran responsabilidad por sus actos, hay respeto por la ley y por los derechos de los demás, se trabaja y se ahorra.
Frecuentemente recalcan que a los ciudadanos de los países subdesarrollados les falta el suficiente carácter para cumplir estas virtudes cívicas sin en ningún momento indagar porque esas diferencias.
Todo ciudadano que note que el fruto de su esfuerzo no es respetado se verá en la necesidad de lograr su sustento marginando el respeto por la ley. Todo aquel que observa como sus ahorros son desvalorizados por la elite que "dirige la economía" no tendrá mucho afán de trabajar y ser prudente.
Aquellos que notan que las principales fuentes de riquezas del país están en manos de la "clase benefactora" y donde unos son dueños de todo y casi nadie es dueño de nada dejan fácilmente la honradez a un lado y el robo carece de culpabilidad.
Si esperamos que cada ciudadano lleve una vida de acuerdo con principios propios es de vital importancia que tenga dominio de los elementos que le permita regir su vida. La sensación de que hemos hecho algo bueno o malo se deriva de ser uno el dueño de su propia existencia y que no sea prerrogativa de algún otro.
Cuando no podemos poseer nuestra morada, los servicios médicos son concedidos y controlados, la educación es dada y la historia de la nación y el pensamiento a seguir está determinado de antemano, el ser humano ha perdido su característica individual, sus virtudes y la posesión más preciada: su vida.
Si la propiedad privada no nos proporcionara otros beneficios que los ya expuestos estos serían más que necesarios y suficientes para nunca jamás sacrificarla en nombre de algún lema, campaña o derrotero político propuestos por aquellos que se auto titulan "benefactores del pueblo".
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