Argentina: Fernández y un discurso de barricada que pone más oscuridad sobre el futuro económico
Desde el punto de vista económico, el discurso se concentró en formular una serie de cosas a hacer, pero sin decir cómo las va a hacer, ni cómo las va a financiar. O sea, un listado de deseos más que un listado de propuestas de medidas a tomar.
Por ejemplo, cuando se refirió al aumento de la pobreza durante el 2020 se ocupó de resaltar que había aumentado más con el gobierno de Mauricio. En todo caso estaba tratando de mostrar el resultado menos malo, no el mejor, porque la realidad es que no tiene demasiados resultados positivos para mostrar.
Otras veces dio datos que llamaron la atención. Fue cuando hizo mención a todas las obras públicas que están en marcha. Cuando uno mira los gastos de capital del 2020 respecto a 2019 se observa un aumento de solo el 18,3%, casi 20 puntos por debajo de la tasa de inflación. Dicho en otras palabras, la inversión en vivienda, energía, educación, transporte, agua potable y alcantarillado cayó en términos reales durante su gestión. Fue variable de ajuste.
Como contrapartida a esta afirmación de inversión en obra pública que no se visualiza en los datos, afirmó que el gobierno de Cambiemos no había hecho nada en ese terreno. Justamente, si algo hay para criticarle a ese período es que se hicieron obras públicas cuando había que bajar el déficit fiscal. En cambio, tomó deuda para financiar obra pública y eso complicó más la reducción del desequilibrio de las finanzas públicas y desembocó en la crisis de abril de 2018.
Nadie se pone a cambiar el techo de su casa, si tiene goteras, tomando deuda hipotecaria con el banco para financiar la obra si está desocupado o la plata no le alcanza para llegar a fin de mes. Espera para hacer la obra contar con ingresos genuinos suficientes, porque de lo contrario se quedará sin el techo y sin la casa, porque el banco se la rematará por incapacidad de pago del crédito.
Puesto en otros términos, Cambiemos podría haber bajado más rápidamente el déficit fiscal sin iniciar obras públicas con fondos estatales, en todo caso podría haber convocado al sector privado para que las hiciera y cobrara peaje o tarifas para recuperar la inversión, y de esa forma evitar quedar debilitado porque se acababa el financiamiento externo. Por lo tanto, si algo hay que criticarle al gobierno anterior no es que dejó de hacer obras públicas, sino que justamente las hizo cuando no tenía capacidad financiera para hacerlas.
La crisis de la deuda
El tema de repudiar la deuda externa ya es un clásico del peronismo y del progresismo. Es una apelación a un falso nacionalismo. Ya lo hizo Adolfo Rodríguez Saá en 2000 cuando, con el aplauso de la mayoría del Congreso Nacional, anunció el default.
El error de Cambiemos fue, justamente, apelar al gradualismo en la reducción del déficit fiscal. Para financiar ese gradualismo recurrió a la deuda externa, además de endeudarse para hacer obra pública, porque el mercado interno no tenía crédito disponible para financiar al Tesoro. La emisión estaba en un tope, al igual que la carga tributaria.
Lo que había que hacer era reducir el gasto público a un ritmo mayor, pero para eso había que achicar el tamaño del Estado, algo a lo que se opone el gobierno del presidente Fernández por considerarlo ajuste salvaje.
Cuando se critica el endeudamiento y la baja del gasto público al mismo tiempo, todo indica que el que formula esa crítica no entiende nada de economía. ¿O acaso el Presidente cree en serio que hay y que había margen para aumentar los impuestos para eliminar el déficit fiscal?
Fuente: Secretaría de Finanzas
Cuando Alberto Fernández dice que va a iniciar una acción penal por la deuda tomada por el gobierno anterior, cabe preguntarse: ¿por qué es delito tomar deuda externa y no es delito emitir como emitió este Gobierno destruyendo la moneda?
Recordemos que el actual gobierno hizo que el BCRA emitiera $2 billones para financiar al Tesoro pasando a ser la emisión monetaria la principal fuente de financiamiento de Hacienda, superando al IVA DGI que recaudó $ 1,3 billones en 2020. Al mismo tiempo que emitía a marcha forzada, el BCRA incrementó su deuda en Leliq y Pases (instrumentos de regulación monetaria) en 2,3 veces.
Para tener una idea de ese ritmo de endeudamiento, en noviembre de 2019 el BCRA tenía por esos conceptos colocados en el mercado bancario el equivalente a USD 17.164 millones, y en diciembre 2020 sumaba el equivalente a USD 32.418 millones, es decir en poco más de un año en el equivalente a USD 15.200 millones, además de la emisión de $2,2 billones para asistir directamente a la Tesorería General de la Nación.
Pesificación de las tarifas
La propuesta de desacoplar los precios internos de los servicios públicos de electricidad y gas de los internacionales ya se hizo en el pasado y llevó al desabastecimiento de gas. Como se recordará la importación de barcos con gas licuado era uno de los focos de atención por el costo que tenían.
En definitiva, el atraso tarifario para lograr tarifas artificialmente bajas tuvo un costo de USD 161.000 millones entre 2006 y 2015, siendo energía el rubro que más subsidios requirió, llegando a representar el total de subsidios para tener tarifas artificialmente baratas el 5% del PBI.
Sobre la inflación, el presidente Alberto Fernández volvió a insistir con el rol del Consejo Económico Social para abatirla, como si el problema del ritmo de alza de los precios al consumidor fuera un fenómeno originado en la puja distributiva. Pareciera ser que solo en Argentina y en Venezuela hay puja distributiva que explique la tasa de inflación, porque son los únicos dos países de Sudamérica con ese problema, por no decir de casi todo el resto del mundo.
En síntesis, el discurso del Presidente ante el Congreso de la Nación dejó una gran preocupación porque no dio pistas sobre cuál será la política económica a seguir y medidas concretas en materia de reforma impositiva, monetaria, del sector público, laboral, desregulación de la economía e integración al mundo. En este último punto, lo poco que dijo es que quiere seguir con el modelo de sustitución de importaciones. O sea, vivir con lo nuestro.
Podría afirmarse que el Mensaje de Apertura de las 139 Asamblea Legislativa fue un discurso de barricada de campaña política, atacando a la oposición y formulando propuestas de objetivos sin decir cómo se lograrán. El Presidente parece haber buscado ampliar la grieta en la sociedad argentina, buscar culpables en la oposición y en la pandemia y no ofrecer ninguna salida económica consistente hacia el futuro.
Posiblemente su único objetivo fue hablar para la propia tropa e ignorar al resto de los argentinos.
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