Milei y la tolerancia liberal, una contradicción
Fundación LibreMente, San Nicolás
Hay un hecho evidente, inobjetable, que tiene existencia verdadera; por lo tanto es un suceso real en la vida política de nuestro país, el cual cabría analizarse psicológica y sociológicamente, no siendo ese el objeto de esta nota.
Ese hecho es la innegable atracción que principalmente en los jóvenes produce el economista Javier Milei con un accionar impulsivo, agresivo en su trato, vulgar, grosero y soez en sus palabras. Conducta esta que indicaría una contradicción en una persona que posee una sólida formación universitaria y académica, pero para Milei pareciera que formación intelectual, cortesía y tolerancia hacia los otros son independientes y que no tienen nexo educativo si consideramos a la educación como un Valor integral.
Ahora bien, no deja de ser una sorpresa positiva el efecto que causa en los jóvenes el despertar de las ideas liberales que con ¨vigor¨ hace renacer en la sociedad argentina don Javier.
La juventud siempre porta un componente de rebeldía natural contra muchas situaciones políticas-sociales que están establecidas y se resisten a aceptarlas en una zona de confort. Creo que los jóvenes tienen un ADN LIBERAL que ignoran que está internalizado en ellos. Sucede que en nuestro país, la falta y falsa educación ciudadana como asimismo la falaz y prejuiciosa transmisión de conocimientos del sistema educativo, “enseñando” contenidos “colectivistas” y “proteccionistas” con el eje de la vida en el Estado y que bajo su “luz” todos los individuos deben adaptarse perdiendo su capacidad para crear, innovar, imaginar, producir, y emprender. Es decir, no se los educa “en y para la libertad”.
No obstante, ese espíritu díscolo, si se lo pretende despertar en una idea sanamente liberal, no debe ser descubierto en un marco de insultos, agravios y descalificaciones hacia terceros.
Tal vez, la tolerancia sea el valor más preciado y caro en el que se funda el ideario liberal desde sus orígenes.
Si un individuo ataca a otro con un comportamiento verbal y gestual como si tratara de aniquilarlo porque piensa distinto, ello refleja que no tiene argumentos racionales ni equilibrio emocional para criticar, colocándose de esta manera en una postura de energúmeno, o sea como un ser colérico que al enojarse necesita expresarse con violencia defendiendo políticamente movimientos extremistas y/o radicalizados.
En ese camino destructivo de querer arribar a ideas o posiciones superadoras-constructivas, se utilizan términos impropios como por ejemplo “me envidian, es un imbécil o es un inútil”. Justamente esas calificaciones le cabrían al energúmeno al ofender desmedidamente al otro.
Una cosa es la firmeza en la justificación de los ideales, otra cosa es el atropello o avasallamiento sobre los ideales de otros. Esto significaría una demostración de debilidad.
Jóvenes liberales, nunca olviden que la tolerancia es la llave que conduce a otros principios liberales, como lo son la aceptación de la diversidad, la pluralidad, el riesgo empresarial, el espíritu abierto a la ciencia y la cooperación espontánea, entre otros.
Un auténtico liberal debe ser alguien que esté dispuesto a respetar sin restricciones el proyecto o ideas de terceros mientras no vulneren sus libertades individuales, estando dispuesto a reconocer la verdad en el otro ser.
Por todo ello, resulta llamativo que quien más “insiste” en el liberalismo como su mayor talante, traiciona con más asiduidad el alegato de la libertad.
Posiblemente, Milei ha surgido en esta época por dos razones. Una es que el mundo carece en general de políticos intelectuales y/o centrados emocionalmente, lo cual es un caldo de cultivo para caudillos populistas y demagogos. Otra razón es que Argentina no tiene ningún líder político o referente liberal, carismático y serio a la vez (no son excluyentes), que logre cautivar a la sociedad y especialmente a los jóvenes.
Ansío que la gran cantidad de jóvenes que hoy quieren llevar adelante proyectos liberales lo puedan lograr a través de líderes que surjan de ellos mismos, sin tener como guías a supuestos liberales que menosprecian el más grande de los valores con el que nació el liberalismo, la TOLERANCIA.
Pedro Emilio Coll decía: “La tolerancia es la cortesía de la inteligencia”. Vale recordarlo.
El autor es abogado y presidente de la Fundación LibreMente de la Ciudad de San Nicolás, Buenos Aires, Argentina.
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