Argentina: Es atrayendo al capital cómo se podrá empezar a crecer
Resulta realmente alarmante la superficialidad con que tanto el Presidente, como algunos de sus funcionarios del área económica, e incluso el gobernador de la provincia de Buenos Aires, hablan de temas económicos.
Por ejemplo, Alberto Fernández afirmó la semana pasada: “No hay dinero que alcance para poner en los bolsillos de los argentinos si siguen aumentando los precios”. Obviamente, cuanto más dinero emita el Banco Central, menos va a alcanzar para impulsar el consumo, porque no es que hay que ponerle dinero en el bolsillo a la gente, hay que lograr que suba el salario real, es decir l poder adquisitivo, y eso, con una moneda que se deprecia y deja de ser reserva de valor, como es el caso del peso, no se puede lograr.
El Presidente y sus funcionarios afirman que el problema de la inflación tiene que ver con la puja distributiva entre empresarios y trabajadores, la lucha por la distribución del ingreso estaría generando el movimiento alcista de los precios.
Conceptualmente, si la cantidad de moneda en el mercado es constante y no cambia la demanda de moneda por parte de los agentes económicos, una puja distributiva llevaría a un cambio de precios relativos, no a un aumento general de precios.
Dicho de otra manera, unos precios subirían y otros bajarían, habría un juego de sumas cero. No habría inflación, solo ganadores y perdedores. Eso puede llegar a pasar en países con estancamiento económico. O, como el caso de las vacunas VIP. Están los ganadores, los vacunados VIP, y los perdedores, lo que no pudieron vacunarse y sufrieron el efecto del covid-19, sanitaria y económicamente.
Pareciera ser que Argentina es el único país del barrio que tiene un problema de lucha por la distribución del ingreso y empresarios malos que solo saben aumentar el precio de los alimentos, en lugar de preocuparse y ocuparse por invertir y crear empleos.
El gráfico muestra la inflación de los últimos 12 meses a marzo. Por definición, la pandemia existe en todo el mundo, pero en el vecindario el único país que registró inflación anual de dos dígitos porcentuales altos es en Argentina.
Los 2 Estados que se les aceleró un poco el ritmo de la suba de los precios al consumidor el año pasado fueron Brasil y Uruguay, pero en todo caso en un año tienen la inflación que la Argentina acumula en apenas dos meses.
Si se toma solo el rubro alimentos y bebidas del Índice de Precios al Consumidor de marzo, que tanto inquieta al Presidente, se observa que mientras en la Argentina subió 4,6%, en Paraguay bajó 0,4%, en Uruguay aumentó 0,54%, en Brasil 0,07% y en Chile disminuyó 0,4 por ciento.
Es evidente que el alza nominal de los precios de los alimentos no tiene nada que ver con el incremento de la cotización internacional de las materias primas, que al decir de la diputada ultra K, Fernanda Vallejos, tenemos la desgracia de exportar. Paraguay, Uruguay y Brasil también exportan alimentos y no tienen el efecto de la supuesta inflación “importada”.
Es más, peor sería si el país no produjera alimentos y tuviera que importarlos.
El Presidente afirmó además: “Yo celebro que los precios de las commodities crezcan, que la carne sea tan valorada, pero lo que no celebro es que los argentinos paguemos los alimentos lo que pagan los que requieren nuestros alimentos”.
¿Acaso piensa Alberto Fernández que si la Argentina no produjese alimentos y tuviese que importarlos, los productores del exterior le venderían preguntando cuánto puede pagar en pesos un bien que cotiza en dólares? Asusta que un presidente esté tan desconectado de la realidad.
Un ejercicio simplificador
Lo que parece que ninguno de los funcionarios del gobierno le ha explicado al Presidente es que no están subiendo los precios sino que se está desplomando la demanda de moneda nacional, y por tanto depreciando el valor del peso.
Si se compara el momento 2 del Cuadro 1 con el 1 puede ver que, sin haber emitido moneda, igual la última columna muestra en incremento del nivel general de precios, porque cae la demanda de dinero, de 2.000 a 1.000. La gente se saca más rápidamente la moneda de encima. Por eso los precios pasan de $10 a $11,3 a pesar de no haberse emitido.
Pero la Argentina está transitando el momento 3, es decir, hay aumento del stock de moneda emitido, cae la demanda de dinero a niveles mínimos y disminuye la oferta de bienes y servicios (la economía sigue sin volver al nivel de febrero 2020). Por eso, a pesar de que la emisión monetaria aumenta 20% en el ejemplo (primera columna), los precios crecen 64%, última columna, de $10 inicial a $16,4 final.
Se combinan la mayor emisión monetaria, con la menor demanda de moneda y el menor nivel de actividad económico y hace explosivo el aumento de precios.
No es que los empresarios argentinos sean malos y los empresarios uruguayos, paraguayos o brasileros buenos. Es que las políticas monetaria y económica son bien diferentes, responsables en los vecinos y horrorosas acá.
El rol de la inversión productiva
La Argentina tiene una imperiosa necesidad de captar inversiones para crear puestos de trabajo, bajar la tasa de desocupación, mejorar los ingresos reales y crecer en forma sostenida. No es con planes sociales y empleo público que se puede crecer.
Sin embargo, el Gobierno se empecina en decir que la riqueza de unos genera la pobreza de otros. Ya desde la escuela se les enseña este verso a muchos chicos. Por eso, desde hace décadas se viene construyendo una sociedad de gente resentida que se considera con derecho a que el Estado les quite a otros para darle a ellos, porque son pobres por culpa de los que ganan más. Y ahí aparecen afirmaciones como las del Presidente o del gobernador Kicillof que hablan de ganancias desmedidas, aumentos de precios exagerados y adjetivos que no tienen ningún fundamento numérico.
¿Qué es una ganancia desmedida? ¿Qué es un aumento de precios exagerado? En todo caso se podría decir que lo único exagerado en la Argentina es el nivel de gasto público y los impuestos.
¿La tasa de rentabilidad que se le pide a una inversión en un restaurante en Holanda, es igual al de uno en la Argentina? ¿Son las mismas condiciones impositivas, laborales, reglas de juego, etc. como para decir que ambas tienen que ser iguales? En absoluto, cualquier inversión que se pueda llegar a hacer en Argentina, siempre va a exigir mayor tasa de rentabilidad dada la incertidumbre dominante.
La superficialidad con que se expresan el Presidente y sus funcionarios sobre el tema económico solo genera resentimientos dentro de la sociedad, espantan las inversiones y aumentan la pobreza. Son mensajes típicos para profundizar la decadencia generando fuerte rechazo hacia quien invierte.
Por eso el primer gran paso que hay que dar para salir de esta larga decadencia tiene que ver con los valores que se transmiten a la sociedad. Si el discurso va a seguir siendo el de unos son malos porque ganan “mucho” y aumentan “exageradamente” los precios, lograrán profundizar el resentimiento dentro de la sociedad.
Tal vez sea ese el objetivo para aparecer como los salvadores de los humildes, pobres que ellos fabrican deliberadamente, pidiendo poderes absolutos para combatir a los malos que ganan “mucho” y aumentan “exageradamente” los precios generando pobreza. Afirmaciones inaceptables en cualquier ambiente académico donde se hable seriamente de economía y propio de los discursos de barricadas de políticos improvisados.
Si en cambio, el discurso pasa por mostrar la salida de la decadencia atrayendo inversiones, entonces, sí se estará dando el primer gran paso para empezar cambiar los valores de resentimiento que, hace rato, se sembraron en la sociedad.
Lo primero que habría que hacer es cambiar una palabra en la marchita peronista. En vez de decir, “combatiendo” al capital, habría que poner “atrayendo” el capital.
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