Mises no comprendió a Menger (III)
El objetivo de mi comentario en el instituto Juan de Mariana es hablar de Bitcoin desde la perspectiva de lo que puede aportar para nuestra libertad. En ocasiones anteriores he tratado cuestiones sobre teoría monetaria y sobre teoría del intercambio porque considero que son cruciales para poder entender Bitcoin.
Más concretamente analicé el encaje de Bitcoin con la teoría monetaria dominante en la tradición austriaca, que es la teoría de Ludwig von Mises, y que la verdad, tiene un encaje bastante malo. La teoría de Mises no explica bien Bitcoin; Bitcoin es real, y una teoría que no explica bien la realidad no es una buena teoría.
Uno de los problemas de la teoría de Mises es que, como ya he comentado en ocasiones anteriores, no presta demasiada atención a la teoría de las mercancías. Es decir, a los bienes que utilizamos como medios de intercambio pero que no son dinero. Mercancía es todo lo que cada uno de nosotros producimos o adquirimos que no es para nuestro autoconsumo sino para obtener algo a cambio, que en una economía altamente especializada tiende a ser prácticamente la totalidad de nuestra producción.
Por ejemplo, un abogado puede que alguna vez se preste servicios a sí mismo, pero la mayoría de sus servicios los realiza para obtener algo a cambio. Es decir, sus servicios prestados a terceros son para él un medio de intercambio, una mercancía.
No voy a negar que el significado popular de mercancía no cuadra demasiado con lo que digo en el párrafo anterior, pues por mercancía solemos entender un bien tangible que además puede consumirse. Y de hecho este significado es el que utiliza Mises en su teoría.
Sin embargo, Carl Menger utiliza un significado radicalmente opuesto a la acepción popular, y tiene muy buenas razones para hacerlo. Para Menger un bien es una mercancía en tanto en cuanto sólo tiene valor de cambio para su propietario. Es decir, el propietario no tiene ninguna intención de consumir el bien sino de volverlo a vender. Y en el momento que este propietario o el siguiente consumiera el bien, entonces dejaría de ser una mercancía.
Por tanto, según esta definición utilizada por Menger es fácil concluir que el dinero es siempre una mercancía, pues los propietarios no lo poseen con intención de consumirlo sino con intención de intercambiarlo más tarde o más temprano. Y los bienes que no se pueden consumir, como la moneda fiat o Bitcoin, son mercancías en estado puro. Una mercancía es además dinero cuando su vendibilidad es muy alta, cuando es generalmente aceptada para los intercambios.
Como Bitcoin es una mercancía o medio de cambio pero no es generalmente aceptado, necesitamos una buena teoría de las mercancías para poder explicarlo. Y la más rigurosa y acertada en mi opinión es la teoría de Menger que le dedicó el capítulo VII entero en sus Principios de Economía política. Cabe destacar el siguiente comentario de Menger en este mismo capítulo:
“Como en otras cuestiones, también en este punto mantiene Schmalz una teoría muy peculiar. Confunde en su obra (Staatsw. in Briefen, 1818, I, pág. 63), a consecuencia de su errónea concepción de la relación entre el dinero y las mercancías, la idea de mercancía con la de bienes de uso en el estricto sentido de la palabra y llega, por tanto, a una definición científica de las mercancías radicalmente opuesta a la que hemos ofrecido más arriba.”
Este comentario es directamente aplicable a Mises, que por mercancía entiende bien de uso o consumo, justo lo contrario que Menger. En la teoría de Mises no cabe la posibilidad de que un bien tenga valor solo por ser única y exclusivamente un medio de cambio. Para Mises, el bien tiene que ser de consumo, o al menos tiene que tener una relación de convertibilidad histórica anterior, directa o indirecta, con un bien de consumo. Por tanto la teoría de Mises no puede explicar Bitcoin, pues Bitcoin es un medio de cambio “puro” desde que se inventó.
Satoshi Nakamoto intercambió su esfuerzo y su electricidad a cambio de unidades de Bitcoin, y basta observar como bautizó a su criatura, leer su whitepaper o sus comentarios en diversos foros para llegar a la conclusión más que razonable de que él valoraba más esas unidades de Bitcoin que su esfuerzo y su electricidad porque consideraba que Bitcoin podría llegar a ser demandada como medio de cambio en el futuro, y no por ninguna otra razón.
Se podría decir que ese “podría llegar a ser” es un futurible, una utilidad especulativa y por tanto no es una utilidad real. Creo que esto es irrelevante, pues eso pasa con cualquier otro invento nuevo, no es especial de los bienes que solo sirven como medio de cambio. Cuando alguien inventa algo nuevo siempre lo hace de manera especulativa, no tiene la certeza de que los demás lo vayan a demandar. Y además esto pasa también con bienes que no son nuevos. ¿Cuántas veces un comerciante se tiene que “comer” su mercancía (ropa, alimentos, etc) porque no consigue venderla?
Toda acción humana mira siempre hacia el futuro, especula con el futuro y conlleva más o menos incertidumbre. Bitcoin, por supuesto, no estuvo exenta de esa incertidumbre en su concepción, ni tampoco lo está ahora por mucho que ya se esté utilizando como medio de intercambio.
En conclusión, observar el carácter de mercancía de Bitcoin, siempre según Menger, nos permite entenderla y explicarla mejor. No tiene demasiado sentido pretender encajarlo en la teoría del dinero cuando todavía no lo es, y además podría no llegar a serlo nunca. Esto no quiere decir que no pueda ser útil como mercancía, pues podría cumplir funciones complementarias a las del dinero como por ejemplo intermediar intercambios a más largo plazo, de forma análoga a como el oro las cumple actualmente a pesar de no ser dinero.
No creo que volvamos a tener un buen dinero hasta que se lo quitemos al Gobierno de las manos, es decir, no podemos quitárselo violentamente, todo lo que podemos hacer es introducirlo astutamente de tal forma que no lo puedan parar.”
F.A. Hayek, 1984
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