La Argentina está en emergencia sanitaria y económica
Ante la ineficacia para conseguir las vacunas necesarias, el Gobierno optó por volver a fase 1 de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, como en marzo de 2020. Vale la pena recordar que en ese momento el argumento que esgrimió el Poder Ejecutivo para establecer un inconstitucional decreto de restricción a la movilidad de las personas y a las actividades educativa, productiva y comercial que consideró “no esenciales”, fue que se necesitaban 14 días para que se diera el ciclo de la evolución del covid-19 y ganar tiempo para poner en condiciones el sistema de salud que, según dijo, “Juntos por el Cambio había dejado en condiciones deplorables”.
Según las estimaciones de población del Indec, en 2020 la población debe haber crecido a un ritmo de 1%, es decir, unas 450.000 personas. Como la fase 1 se extendió por cerca de 6 meses, hubo tiempo suficiente para poner en condiciones el sistema de salud que, según el Gobierno, fue “óptimo” en la provincia de Buenos Aires en los 28 años que gobernó el PJ entre 1987 y 2015 y en los 30 años de los 36 años que gobernó el país el PJ desde 1983 hasta 2019.
Lo cierto es que la cuarentena eterna del 2020 produjo una caída del PBI 9,9%, por arriba de del promedio de Sudamérica que se contrajo 6,6% de acuerdo a datos del FMI. Brasil retrocedió 4,1%; Uruguay 5,7% y Paraguay 0,9%, por citar sólo los socios plenos en el Mercosur.
España e Italia, que viven en gran medida del turismo extranjero, cayeron 11% y 8,9%, respectivamente y fueron los primeros en recibir el impacto de la primera ola de covid-19. Por ejemplo, España pasó de recibir 83,7 millones de extranjeros en 2019 a solo 19 millones el año siguiente.
Es decir, la recesión de la Argentina fue alta respecto a otros países considerando que no vive del turismo extranjero o lo hace marginalmente, y que el campo puede producir sin generar contagios.
Esta nueva fase 1, que según el Gobierno va a durar solo 9 días, encuentra a la economía totalmente debilitada: hace 10 años que no crece y se entra en esta nueva fase 1 con un nivel de actividad que todavía no llega al nivel de febrero de 2020, el mes anterior al establecimiento de la cuarentena.
Como puede verse en el gráfico, a marzo último el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec, en su versión desestacionalizada, se ubicó por debajo de febrero 2020, mes que ya era parte de una economía en larga recesión e, inclusive, puede verse que en febrero y marzo de este año la tendencia es levemente a la baja.
En otras palabras, en momentos en que la economía debería haber estado recuperando con fuerza, empezó a retomar la tendencia a la baja.
Las familias están realmente colapsadas en sus ingresos. Hay 20 millones de personas bajo la línea de pobreza, de los cuales 4,5 millones son indigentes, 2,2 millones están desocupados y casi el 60% de los chicos de hasta 14 años viven en la pobreza y, encima, sin educación.
Según un trabajo del Indec sobre el impacto de la cuarentena en el Gran Buenos Aires, bastión electoral del PJ, el 44,7% de los encuestados dijo haber recurrido a sus ahorros o vendido algunas de sus pertenencias para pasar la cuarentena. El 41,5% de la población se endeudó para pasar la cuarentena, además de haber adoptado alguna de las otras medidas. En otras palabras, al menos en el Gran Buenos Aires, las familias ya no tienen margen de ahorro para soportar otro proceso largo de no trabajar.
Sin margen para subsistir
El hombre que trabaja en la construcción, el mozo del bar, el dueño de un kiosco, el peluquero, el taxista, quien montó un gimnasio, un pequeño restaurante, comercio de barrio; y tantas otras actividades que ya venían golpeadas y ahora los terminan de fundir.
Según datos del Ministerio de Trabajo, entre febrero de 2020 y febrero 2021 se perdieron 155.000 puestos registrados en relación de dependencia en el sector privado.
El Tesoro mantiene las cuentas en rojo, con lo cual, entrar en cuarentena implicará menor recaudación y más gasto en planes sociales. Esto se traducirá en más déficit fiscal y emisión monetaria o colocación de deuda del BCRA, a pesar de que no está en condiciones de pagar los compromisos acumulados con el sistema bancario que ya alcanzó a $3,7 billones.
Por el lado de la inflación, el IPC está marcando un aumento del 4,1% por mes, pese a mantenerse fuertes retrasos en las tarifas de los servicios públicos, desacelerar la suba nominal del tipo de cambio y en los precios controlados. No obstante, cuando se observa la evolución de la inflación núcleo, se verifica un aumento sostenido en los últimos 4 meses tendiendo a ubicarse en niveles cercanos al 5% mensual.
Con la inflación núcleo se verifica lo mismo que con el IPC nivel general. Cuando estuvo la cuarentena estricta en 2020, el ritmo de aumento de los precios al consumidor no se disparó porque la gente no podía salir a consumir, pero bastó que se fuera flexibilizando el aislamiento para que trepara rápidamente de 1,5% mensual al 3% y luego escalara a niveles cercanos al 4% por mes.
No debería extrañar que este confinamiento no sea en parte una estrategia de política antiinflacionaria para que la gente no pueda consumir, y de esa forma evitar la huida del dinero que se observa actualmente.
En síntesis, se entra nuevamente en fase 1 o confinamiento, como cada uno quiera llamarlo, con una población exhausta en lo anímico y en lo económico. Ya no quedan ahorros para estar sin trabajar, no hay pertenencias para vender y hay escaso margen para endeudarse con el objeto de sobrevivir otro encierro. Paralelamente, el Estado no tiene suficientes recursos para cubrir sus gastos corrientes y el BCRA tiene un stock de deuda en Leliq y Pases que supera en casi 50% a la base monetaria.
Se ingresó en una nueva fase 1 con la gente destruida económicamente, el Tesoro sin recursos, el BCRA debilitado y en el mundo nadie está dispuesto a prestarnos un centavo, con lo cual Argentina no solo está en emergencia sanitaria por impericia en el manejo de la pandemia, sino que además está en emergencia económica, también por impericia.
Esta combinación letal de una pandemia, junto con un tsunami populista, requerirá de una tarea titánica para recuperar Argentina. Tal vez un esfuerzo mucho mayor al que tuvieron que enfrentar los países derrotados luego de la Segunda Guerra Mundial.
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