Gobierno y pandemia: sin inmunidad y con invisibilidad
Transcurre un poco más de un año de pandemia y ya queda claro que la opacidad y la falta de veracidad son algunos de los elementos de análisis ineludible respecto de la política y la gestión pública. Son valores y a la vez atributos, son efecto y a la vez identidad. Son causa y también resultado de muchas de las políticas que han enunciado todos los ocasionales voceros del gobierno nacional. Todo esto por visión doctrinal, queda de más decirlo.
A la fecha, por esto, a la falta de una estrategia integral de vacunación, de administración y logística, de un claro gabinete que no se encuentra a la altura de las circunstancias que no hacen más demostrar su falta de idoneidad y previsión sanitaria debemos sumar otras dimensiones de análisis para tomar una visión holística de lo que estamos viviendo y no estamos viendo.
Por esto, nos encontramos que la comunicación pública estatal, por razones obvias acorde al relato, no comunica abiertamente los datos e impactos respecto de otras enfermedades que pudieran haber crecido en su incidencia social en atención al crecimiento de la pobreza y la incertidumbre sobre como sobrellevar este momento: tuberculosis, chagas, lepra, obesidad, afecciones coronarias, depresión y suicidio.
Es decir, no hay comunicación pública de prevención, de atención, de alerta y contención en medios masivos y digitales. Es una primera dimensión invisibilizada.
En este sentido también, nos encontramos viviendo de nuevo en un país sin presupuesto nacional real y con las estadísticas del INDEC que no reflejan la realidad sobre consumos y precios. La inflación real no es reconocida ni proyectada hacia fin de año, elemento clave para cualquier actividad económico-financiera. Otra dimensión, pero que en este caso el kirchnerismo vuelve a invisibilizar.
Una nueva dimensión que no aparece como dato estadístico y que bien daría cuenta de la elección política que se ha realizado entre vida y economía son los efectos sobre el nivel de actividad económica y el cierre de comercios y la cantidad de persianas cerradas. Es claro, que no veremos nunca a la par de los datos de las personas fallecidas, nuevos casos detectados, porcentaje de camas ocupadas, un dato sobre la cantidad de persianas cerradas por imposibilidad económico-financiera. Otra dimensión, comercial en este caso, totalmente invisibilizada.
En relación a la anterior, los efectos sobre el nivel de empleabilidad y los nuevos desempleados tampoco es un dato que se refleje semana a semana en los medios de comunicación estatal y en sus páginas webs oficiales. Ese dato nos permitiría saber cómo aumentarán inevitablemente también prontamente los planes de protección social o como atenuar potenciales aumentos en la conflictividad social desde una perspectiva de la reconversión de nuestra economía. Esta es otra dimensión, de empleo y negocios, totalmente invisibilizada.
Otro dato clave, es la falta de visibilización de los efectos adversos sobre los alumnos en todos los niveles obligatorios de enseñanza básica. No sabemos qué porcentaje de alumnos tienen cobertura real para clases a distancia ni sabemos qué porcentajes de alumnos aprobaron exámenes de matemática, lengua e historia, para saber qué datos tenemos hoy sobre el estado de la educación. Estos datos tampoco aparecerán como un indicador a la par de los datos sanitarios que se reportan mensualmente, semanalmente y diariamente. Está claro que han invisibilizada a la nueva tragedia educativa.
Finalmente, no tenemos los datos sobre cómo impacta en los recursos humanos sanitarios la extensión de la pandemia. No sabemos a ciencia cierta cuántos profesionales hemos perdido o tenemos hoy fuera de servicios por estar en cuarentena y afectados psicológicamente por un esfuerzo extremo. Es decir, no tenemos a la par de los datos diarios ningún indicador sobre el desborde en nuestros médicos, enfermeros, asistentes, además del estado de las camas críticas. Bien podríamos tener, también, el dato de cuántas camas hay hoy en salas y pasillos no preparados a tales efectos. Es una dimensión crítica que también está invisibilizada, la saturación camino al desborde.
Por todo esto, se siguen planteando dudas sobre la información pública respecto los contratos con las empresas y países que producen las vacunas que están ingresando al país, su seguimiento o trazabilidad, aplicación, todos pasos que deben regirse por la Ley de Acceso a la Información Pública. Pero tampoco sabemos claramente qué hacen los funcionarios de todos los niveles del poder ejecutivo nacional que se encuentran directamente abocados a negociaciones con organizaciones privadas para la obtención de vacunas e insumos.
Todos estos hechos y actos deberían estar a disposición y libre publicidad por aplicación del Decreto 1172/03 del Registro de Audiencias. Entonces, no sabemos con completitud, en detalle, quien se reúne con Vizzotti y sus subordinados, o ni sabemos quienes hacen lobby para ofrecer sus productos o influenciarla en la toma de decisiones sanitarias. Es otra dimensión que está invisibilizada.
Todo esto, sin contar que llevamos 10 meses sin que el Jefe de Gabinete concurra, sin concurrir paradójicamente, porque lo haría vía digital, a cumplir con el Art 101 de la Constitución Nacional para rendir cuentas ante ambas Cámaras del Congreso de la Nación. Otra dimensión invisibilizada sobre la falta de controles cruzados.
Así, la pandemia a la fecha, desnudo una doctrina que no prioriza la rendición de cuentas y a la fecha no cumplió ni con la inmunidad prometida y sólo acentuó la invisibilidad de sus fatales gestiones. Cada vez estamos más cerca de ser un país con instituciones nacionales pre modernas, irrazonables, opacas e inestables.
El autor Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre de Argentina.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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