Jóvenes líderes cubanos son la luz que guía la lucha contra la dictadura de Cuba
A la memoria de Oswaldo Payá y Harold Cepero. Hace nueve años murieron víctimas de un atentado cometido por la Seguridad del Estado de Cuba.
Después de los arrestos masivos en Cuba a raíz de las protestas del 11 de julio de 2021, una amiga me comentó: “El problema es que no hay un líder visible en la oposición”. La respuesta a esa aseveración la ha facilitado la propia dictadura comunista. Sin duda, en estos momentos el régimen identifica como su más temible enemigo a Luis Manuel Otero Alcántara, fundador del Movimiento San Isidro.
En un país en el que desde hace décadas la población sólo tiene como arma la resistencia cívica frente a la represión feroz, resulta ser que el coloso que desafía al aparato represivo es un artista plástico acompañado de músicos cuyo videoclip, Patria y Vida, trastoca más al gobernante Miguel Díaz-Canel que una revuelta violenta.
Miles de personas se manifestaron el pasado 11 de julio en distintas partes de la isla y desde entonces se han efectuado más de 500 detenciones y numerosos juicios sumarios, pero ese histórico domingo la policía política no perdió tiempo en arrestar a Otero Alcántara quien, según ha divulgado en las redes sociales su pareja, Claudia Genlui, se encontraba en el céntrico paseo del Prado (La Habana) clamando junto a la multitud por la libertad y por el fin de una tiranía que ha condenado a los cubanos a la miseria.
El líder del Movimiento San Isidro ha sido trasladado a una cárcel de máxima seguridad en Guanajay (Artemisa) bajo cargos de “atentado, resistencia y desacato”. Desde el principio de la revolución cualquier manifestación disidente que retara el “catecismo” comunista fue tipificada con condenas draconianas. En las épocas más siniestras de la dictadura el presidio político ha sido un enjambre de hombres y mujeres que han llegado a cumplir largas sentencias. Un triste compendio de vidas consumidas en celdas hacinadas y bajo condiciones infrahumanas. Toda la isla convertida en un Gulag del Caribe.
Si en el pasado otros dirigentes de la resistencia pacífica fueron perseguidos, encerrados y en muchas ocasiones expulsados posteriormente al destierro, ahora el gobierno se ha encargado de sacar de las calles a quienes representan la mayor amenaza frente a un régimen que se aferra al poder con la furia de un perro rottweiler. Otero Alcántara ya forma parte del presidio político. El músico Maykel Osorbo está preso desde mayo y el fotógrafo Anyelo Troya ha sido condenado a un año de prisión bajo acusación de “desorden público” por fotografiar las protestas del 11J.
Los tres participaron en la filmación de Patria y Vida, producción que se ha hecho viral y ha sido clave en la diseminación de un mensaje que ha prendido entre la juventud cubana. Desde que surgió, el Movimiento San Isidro ha constituido un verdadero tsunami social cuyas reivindicaciones, centradas en la defensa de la libertad de expresión, han puesto en evidencia los cimientos de barro de un fallido modelo político.
Mientras un puñado de intelectuales, artistas y otros trasnochados personajes todavía justifica los atropellos del régimen con discursos patéticamente tibios o abiertamente abyectos, entidades internacionales como Amnistía Internacional denuncian esta nueva oleada represiva. Erika Guevera-Rosas, a cargo de las Américas en AI, ha hecho mención de Otero Alcántara y Osorbo: “Ambos son una amenaza para un gobierno violador de los #DDHH”. El mundo entero reconoce a estos pacíficos artistas como los líderes que ahora enarbolan la pujanza por el cambio.
Ojalá que esta cruel dictadura no quiebre por dentro y por fuera a estos jóvenes heroicos (todos los que se atrevieron a tomar las calles el 11J) que se encuentran a la sombra en la cárcel política cubana.
Ellos, como aquellos que los precedieron en esta larga lucha, simbolizan la silenciada voz del pueblo.
Recordemos las palabras de Alexsandr Solzenitsyn, que padeció años de encierro y torturas bajo el estalinismo soviético: “Cualquier hombre que haya proclamado la violencia como su método está inevitablemente obligado a tomar la mentira como su principio”.
De las celdas emana la luz en medio de las tinieblas.
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