Sin libertad económica no hay prosperidad
La buena noticia es que la libertad económica está avanzando en todo el mundo según el Índice de Libertad Económica 2014 de The Heritage Foundation, que cubre 186 países que abarcan el 99 por ciento de la población mundial. Para medir la libertad económica, el Índice analiza el compromiso de los países con el Estado de derecho, principios de gobierno limitado, eficiencia regulatoria, y mercados abiertos.
Hong Kong y Singapur encabezan la lista como las economías más libres del mundo, y Cuba y Corea del Norte la cierran como las más reprimidas.
La mala noticia es que los Estados Unidos es el único país que ha registrado un declive en libertad económica por siete años consecutivos.
Un ejemplo microcósmico del entorno regulatorio que intimida nuestro espíritu emprendedor está ocurriendo actualmente en nuestra comunidad, y en otras partes, en forma de obstáculos y de persecución contra los modernizadores de transporte Lyft y UberX. Se trata de compañías visionarias de carros por contrato que entrelazan a pasajeros con choferes utilizando tecnología innovadoramente. Las compañías tradicionales de taxis no están contentas con estos nuevos competidores que enfrentan sus prácticas oligopólicas.
Lo que tenemos que aprender, y nuestros políticos ignoran, es que el éxito económico no es un derecho con el que nacemos. La libertad económica hay que defenderla porque la prosperidad no puede sobrevivir sin libertad económica y las tecnologías disruptivas que conlleva. ¿Cuándo fue la última vez que usted alquiló una película en Blockbuster o compró un rollo de fotografía Kodak?
Los dos últimos años de la presidencia de Bush y los dos primeros de la de Obama conocieron la mayor expansión del poder del Estado en EEUU desde la década del treinta. Producto de ello, Estados Unidos continúa perdiendo terreno en libertad económica. Desde el 2007, Estados Unidos ha caído de ser una de las diez primeras economías más libres hasta el duodécimo lugar. De acuerdo a las clasificaciones del Índice, ya Estados Unidos no se considera una economía “libre”, sino solamente “mayormente libre”. Estados Unidos ha alcanzado ahora la dudosa distinción de ser superado solamente por Argentina registrando el mayor declive sostenido de libertad económica en los veinte años de historia del Índice.
Está clara la relación positiva entre la libertad económica y el nivel de prosperidad. Como demuestra el Índice, los países con mayores libertades económicas alcanzan mayores ingresos y mejores estándares de vida, mientras que los gobiernos que se imponen sobre las economías de sus países empobrecen a la ciudadanía.
Sin embargo, la dirección de las políticas económicas y regulatorias de Estados Unidos está acelerando la pérdida de nuestras libertades económicas con un crecimiento sustancial del tamaño y el alcance del gobierno. Más aun, el favoritismo y la corrupción -consecuencias clásicas del uso expansivo del gobierno para dirigir las actividades económicas- están erosionando más profundamente la libertad económica.
El argumento utilitario de la libertad económica para la prosperidad es irrebatible. Los datos muestran que el sistema de libre mercado ha impulsado la economía del mundo a niveles sin precedentes. Durante las últimas dos décadas, mientras la economía mundial ha avanzado hacia una mayor libertad económica, cientos de millones de personas han salido de la pobreza. En nuestro ejemplo microcósmico, Lyft y UberX ofrecen no solamente mayor valor a los consumidores, sino también una fuente de ingresos para los choferes.
El argumento ético para la libertad económica es igualmente evidente, aunque menos obvio, posibilitando presentar un engañoso caso a favor de los controles gubernamentales. Los poderosos intereses del negocio de taxis, alegando que están defendiendo la seguridad pública, intentan crear una argumentación paralógica contra los competidores Lyft y UberX alegando principios de competencia desleal. Esa propuesta es casi un oxímoron.
En un ensayo que acompaña al Índice de Libertad Económica 2014 el Profesor John Tomasi, de la Universidad Brown, edifica la defensa ética de la libertad económica como el más moral de los arreglos sociales y un bien social en sí mismo. Protegiendo la libertad económica, argumenta, respetamos a los demás como nuestros iguales morales y reivindicamos que los gobiernos tengan que respetar a los ciudadanos como creadores responsables de sus propias vidas.
“Disminuir la voluntad personal en los asuntos económicos -sin importar lo noble que pueda ser el objetivo social- puede drenar sangre vital de la vida de una persona”.
Hablando como autor de mi vida personal, discúlpenme, pero ahora debo irme, porque Uber me está notificando electrónicamente que ya mi chofer está aquí para recogerme.
El autor fue Profesor Investigador Senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del libro Mañana in Cuba.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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