“No somos mendigos … Queremos trabajo digno y bien pagado para comprar nuestra comida”
El pasado viernes 30 de julio con el equipo de investigación y análisis de Fundación Eléutera fuimos a hacer un monitoreo de la caravana migrante que se había anunciado saldría de la Gran Terminal Metropolitana de San Pedro Sula buscando llegar a frontera estadounidense,
Un grupo de alrededor 25 personas se agruparon desde horas muy tempranas y eran los más visibles por el lugar en donde estaban, sin saber a ciencia cierta si eran o no personas que conformarían la caravana, nos acercamos con cautela a averiguarlo, y efectivamente sí. Adultos jóvenes, personas mayores y niños eran parte de este grupo.
Platicando con Don José, un señor muy carismático que estaba en el grupo, nos contaba que era la cuerta vez que intentaba abandonar el país de forma irregular, solo este año habían sido 3 intentos, y que al no tener ya dinero, había optado por la caravana que le daba sentido de orientación y protección.
Sin empleo y con un hijo que está en Houston con su mamá, Don José había elegido irse de Honduras, el momento más contundente de la plática con él fue cuando le pregunté qué le diría a las autoridades y tomadores de decisión de Honduras para que personas como él pudieran quedarse en el país y no arriesgarse en un camino tan difícil como la ruta migrante hacia Estados Unidos, su respuesta me dejó de una pieza: “Quisiera decirles que no somos mendigos, que no queremos bolsas de comida (refiriéndose al programa de asistencia social del gobierno “Bolsa Solidaria”), que lo que queremos son trabajos dignos y bien pagados para comprarnos nuestra comida y salir adelante”.
El nivel de dignidad de Don José, su claridad de la solución, y su entereza, me conmovió y a la vez me llenó de esperanza además de comprobar las cifras que manejamos en el Observatorio de Migraciones respecto a las motivaciones de las personas para emigrar: desempleo en un 90% y todo lo que de ahí deriva.
Los programas de asistencia social son un arma muy poderosa por parte de los gobiernos para crear poblaciones vulnerables dependientes, cruzando casi siempre la delgada línea que los divide del asistencialismo.
Estos programas pueden ser altamente efectivos como una acción de emergencia para atender una primera necesidad como el hambre, la perdida de viviendas por desastres naturales, enfermedades, entre otras calamidades, pero si no se establece una temporalidad limitada se pueden convertir en incentivos perversos que lejos de dignificar a las personas, les vuelven codependientes de una ayuda fácil matando su ánimo de avanzar económicamente y mejorar su calidad de vida, sumado a esto la falta de generación de empleo.
En Honduras después del primer año de pandemia y con el paso de los huracanes Eta e Iota se perdieron 400 mil empleos formales, según la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, esto sumado a un estimado en perdidas de 1,300 millones de dólares. Esto ha incrementado de manera importante la desersión escolar tanto a nivel público como privado así como en la emigración de menores acompañados y no acompañados hacia el exterior de Honduras.
Don José apuntó muy bien en la problemática ya que no solo se trata de falta de empleos, sino que estos ofrezcan salarios competitivos y es que esto tiene sentido al tomar en cuenta que la misma actividad realizada en Estados Unidos es remunerada entre 7 y 9 veces más que en Honduras.
Una desconfianza sin precedentes en el sistema gubernamental así como entre ciudadanos, un Estado de Derecho débil, falta de procesos burocráticos ágiles, regulaciones que encarecen la generación de empleos, la alta politización de la temática de país y falta de voluntad política, son algunos de los factores que hacen cada vez más difícil la generación de empleos dignos y competitivos como los reclama Don José, quien prefiere intentar por cuarta vez irse de forma irregular de su país, que seguir intentándo en su tierra, este debería ser un suficiente llamado de atención para los tomadores de decisión tanto del sector público como privado para dar un golpe de timón a las políticas implementadas hasta ahora y satisfacer las demandas del mercado laboral en nuestro país.
El hondureño debe querer y poder quedarse en su país trabajando, educándose, tratando sus asuntos médicos, porque es deber tener un sistema integral que provea las condiciones para ello, pero más allá de quererlo, se usa como arma electoral para atacar y ofrecer, muy difícilmente tendremos oportunidades reales y tangibles en un escenario tan conflictuado como el actual.
- 23 de julio, 2015
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