India: mayor igualdad en la pobreza durante la pandemia
¿Mayor igualdad es siempre preferible a mayor desigualdad? Muchas personas estarán tentadas a responder a esta cuestión con un indubitado sí. ¿Cómo podría ser negativo que aumentara la igualdad o cómo podría ser positivo que se incrementara la desigualdad? Sin embargo, también debería resultar obvio que existen buenas y malas maneras de que aumente la igualdad. Por ejemplo, si la igualdad se incrementa gracias a que los pobres se vuelven más ricos, eso es una buena forma de aumentar la igualdad (salvo para quien tenga profundas preferencias desigualitaristas); a su vez, si la desigualdad se incrementa porque los ricos se vuelven más ricos sin que otras personas se empobrezcan, eso debería ser una buena forma de aumentar la desigualdad (salvo para quien tenga profundas preferencias igualitaristas).
Igualmente, si la desigualdad se incrementa porque los pobres se vuelven más pobres, estaremos ante una mala forma de aumentar la desigualdad (salvo para quienes tengan profundas preferencias desigualitaristas). Y, a su vez, si la igualdad se incrementa porque los ricos se vuelven más pobres sin que nadie se vuelva más rico, eso debería ser visto como una mala forma de aumentar la igualdad (salvo para quien tenga profundas preferencias igualitaristas). De hecho, en filosofía suele rechazarse el igualitarismo empobrecedor apelando a la objeción de la nivelación hacia abajo: lograr la igualdad empobreciendo a unos sin enriquecer a otros resulta absurdo salvo a los profundamente envidiosos.
Pero, ¿realmente en el mundo real nos encontramos con situaciones que encajen en esa nivelación hacia abajo? Sí, y de hecho son harto corrientes: así, por ejemplo, la tesis fundamental del historiador Walter Scheidel, en su afamado libro ' El gran nivelador', es que históricamente las grandes reducciones de la desigualdad solo se han logrado a través de violencia masiva y de las catástrofes naturales, esto es, a través de un empobrecimiento generalizado de la sociedad que estrecha los diferenciales de riqueza entre los individuos a costa de que todos empeoren e incluso de que muchos de esos individuos hayan desaparecido de la faz de la Tierra.
En este sentido, el covid-19 ha supuesto una de esas catástrofes naturales que puede haber incrementado de mala forma tanto la desigualdad como también la igualdad. En Occidente sabemos que la pandemia ha elevado en muchos casos la desigualdad por la vía de empobrecer sobreproporcionalmente más a los que ya eran más pobres: como había una cierta correlación entre profesiones no digitalizables y baja remuneración, la pandemia golpeó de manera más intensa a aquellos que ya ganaban relativamente menos. Pero en otras zonas del planeta, la pandemia ha reducido la desigualdad multiplicando la pobreza.
Ese es el caso de la India, según la reciente investigación de los economistas Arpit Gupta, Anup Malani y Bartosz Woda. Por un lado, la pobreza en términos de ingresos (definida como aquellas personas que obtienen menos de 1,9 dólares diarios) se incrementó desde el 40% de la población urbana antes de la pandemia al 70% durante los confinamientos y desde el 60% de la población rural al 80%. Pero, en paralelo, la desigualdad de ingresos (medida como la diferencia relativa entre el cuarto cuartil y el primer cuartil) se redujo intensamente durante el confinamiento… aun sin considerar las transferencias estatales para el mantenimiento de los ingresos de los más pobres. Hay que aclarar, eso sí, que después del confinamiento la desigualdad volvió a aumentar y que, además, la desigualdad medida por el índice Gini ni siquiera llegó a reducirse durante el confinamiento (por no tomar en consideración los cambios en la posición relativa de cada ciudadano).
¿Y por qué razón la desigualdad cayó conjuntamente con el estallido de la pobreza durante el confinamiento? Pues porque la menor desigualdad estuvo motivada por una reducción de las rentas del capital, las cuales afluyen mayoritariamente a los ciudadanos de rentas altas y, como muchas empresas entraron en pérdida, experimentaron una reducción sobreproporcional a los ingresos medios; y por la caída de la demanda de trabajo cualificado durante la pandemia, lo que golpeó especialmente a las rentas altas (el empleo cayó más entre las rentas bajas, pero el salario por hora se contrajo mucho más entre las rentas altas). No es que los pobres mejoraran su situación durante el confinamiento: es simplemente que los ricos la empeoraron en mayor medida que el resto. ¿Alguien puede decir cabalmente que esa reducción de la desigualdad mereciera la pena?
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