Individuo libre y Capitalismo en una sociedad psicoanalizada

Fundación LibreMente, San Nicolás
Es muy frecuente tomar como sinónimos los términos «psicología» y «psicoanálisis», sin embargo, esto se trata de un error epistémico. En cuanto al primero podemos afirmar (a grandes rasgos, y entendiendo la complejidad abstracta del campo de la salud mental) que refiere a la ciencia que estudia los procesos psíquicos, reconociendo al individuo inmerso en una interacción cognitiva, biológica, conductual y social. El aspecto clínico de la psicología se basa en un tratamiento terapéutico cuyo sustento es la evidencia empírica científica, por lo tanto, año tras año se actualiza e interactúa interdisciplinariamente con la psiquiatría, la neurología y las neurociencias. Sobre el psicoanálisis se puede explicitar brevemente que se trata de un conocimiento pseudocientífico, cuyo ideólogo principal fue Sigmund Freud, que intentó estudiar el psiquismo humano y sus respectivos malestares desde un enfoque fronterizo a la psicología, desprestigiando el conocimiento científico desde lo teórico y lo práctico. Debido a esta rivalidad con la ciencia, ha resultado muy difícil poder generar contenido contemporáneo, lo único que se obtiene hoy en día son relecturas forzadas de los textos freudianos. A pesar de la carencia empírica argumentativa psicoanalítica, se percibe un sesgo teórico en las universidades argentinas de psicología digno de examinar, y es que aproximadamente el 70% del contenido total de los planes de estudio poseen un enfoque psicoanalítico o emparentado a este. Lo que parece algo incongruente, en realidad requiere un análisis político, económico y social más profundo que pretendo evidenciar en este texto.
Gramsci fue un gran referente filosófico del socialismo que planteaba que la conquista del poder cultural es previa a la del poder político y que para lograrla es necesaria la acción intelectual infiltrada en los medios de comunicación y en la educación. La universidad se ha convertido en un lugar central en donde se despliegan estas ideas, la facultad de psicología no fue la excepción. Desde siempre, pero con más énfasis en la actualidad, el psicoanálisis y el marxismo coquetean mutuamente desde lo teórico. La mirada psicoanalítica se vende como un discurso contracorriente al capitalismo, de carácter disruptivo con el neoliberalismo, en consecuencia, es válido afirmar que, junto al marxismo, están inmersos en una misma red simbólica en la que interactúan retroalimentándose. La relectura psicoanalítica contemporánea propone una «subjetividad alienada». El sujeto al momento de concebir el mundo y construir su psiquismo lo hace desde una enajenación producto de la realidad alienada en la que se encuentra, cuyo engranaje principal es el mercado. La libertad individual para el psicoanálisis es prácticamente un enemigo, ya que ésta es considerada una herramienta funcional a un sistema «generador de malestares psíquicos» que esclaviza a las personas. A pesar de lo evidente que resulta corroborar que el capitalismo triunfó por lo liberador de su propuesta, desde la relectura psicoanalítica se considera que la noción de individuo libre y autónomo es un disfraz perverso de las exigencias del mercado y puntualmente de lo que llaman «racionalidad gubernamental neoliberal». Como es de esperar, este discurso también se opone fervientemente a la psicología basada en evidencia pues considera que la ciencia es cómplice del neoliberalismo, al igual que las neurociencias y la psiquiatría. Desde el psicoanálisis se desmerecen las patologías y se buscan alternativas sin pruebas fácticas para trabajar con el paciente, cuyos resultados resultan contraproducentes.
La libertad no sólo abarca la economía y el campo social, sino también la psicología. Este texto no pretende ser un grito debajo del agua, el objetivo principal es dejar al descubierto cómo actúa el socialismo dentro de la salud mental. La libertad de pensar, sentir y actuar se contraponen con la dependencia y el padecimiento planteado desde el psicoanálisis. El egoísmo racional que nos lleva a actuar en virtud de nuestra propia satisfacción es real y es la herramienta que perpetuó al capitalismo como modelo político, económico y también psicológico. El propósito moral de la vida es, sin ningún tipo de dudas, la búsqueda de la propia felicidad. Nadie puede dar una fórmula que determine como cada individuo debe actuar para lograr satisfacción, lo que sí es evidente es que el capitalismo permite a cada uno interactuar e intercambiar bienes materiales, afectivos e intelectuales.
La psicología basada en evidencia no niega lo vital de la interacción humana, somos seres sociales, pero entiende al individuo como libre, creador de su propia realidad y cómo éste, a través de la interacción voluntaria con los demás busca realizarse para ser feliz. El capitalismo, con sus virtudes y falencias brinda una mirada liberadora natural e innata que ningún otro sistema a lo largo de la historia ha podido ofrecerle a la humanidad. Es importante poner en agenda esta situación que atraviesa la psicología en nuestro país y esclarecer el porqué de la primacía de estas corrientes marxistas pseudocientíficas. No se puede combatir lo que no se conoce, es deber de todos seguir profundizando sobre los abordajes cotidianos que envuelven el campo de la salud mental para continuar incentivando la plenitud de un individuo libre dentro de una sociedad capitalista.
El autor es estudiante de Psicologia y miembro de la Fundación LibreMente de la Ciudad de San Nicolás, Buenos Aires, Argentina.
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