Inflación y Bancos Centrales
En los medios de comunicación se encuentran muchas noticias expresando preocupación por el impacto de la inflación en la posibilidad de que haya una recesión en el futuro cercano, y, como pasó ayer, expresiones de gran optimismo al saberse que la gente sigue gastando la misma cantidad de dólares a pesar de la inflación. La gente piensa que no hay recesión si la gente sigue gastando lo mismo a pesar de que haya inflación, pero lo que importa en este caso para ver si la demanda está bajando y está comenzando una recesión es el gasto real, que se calcula descontando la inflación de la cifra de gastos.
Así, por ejemplo, si usted el mes pasado gastó $100 en el supermercado, y la inflación es de 10% mensual, hay dos posibilidades: una, es que usted este mes gaste $110 para comprar la misma cantidad de bienes que el mes pasado, y la otra es que usted no pueda gastar más que los $100, por lo que comprará cerca del 90% de lo que compraba antes. Si esto es así, la cantidad de productos que vende el supermercado disminuirá, porque algunos comprarán la misma mercadería que el mes pasado y otros comprarán menos. El resultado neto es que hay una disminución en los pedidos que el supermercado hará a sus suplidores para reponer sus inventarios. Vamos camino a una recesión, a pesar de que el gasto en número de dólares es el mismo.
Este simple ejemplo muestra que lo que causa la disminución de la producción es que la Reserva Federal no está emitiendo más dólares porque si lo hiciera (digamos, en un 10% para que los salarios subieran 10%) toda la gente podría gastar $110 y la producción no se afectaría. Entonces, usted puede decir que lo que hay que hacer es que la Reserva Federal (el banco central de Estados Unidos) emita 10% más de dólares (la emisión de dólares afecta a todos los países, dolarizados o no). Pero esto empeoraría la situación porque mantendría la inflación al mismo ritmo que ya lleva. Si la inflación sigue a ese nivel, más o menos 8% anual en el mundo entero, la tasa de interés en el mercado (la de los bancos comerciales, no los bancos centrales) subirá por encima de ese nivel, fácilmente a 10-12%, y eso causará una contracción de la demanda por productos reales y de la producción real—es decir, la inflación misma dispararía otro evento, tasas altas de interés, que a su vez causarían una recesión que será peor mientras más tarde venga. El mes siguiente volvería a repetirse otra vez la misma situación, porque los precios subirían otra vez 10%, y el banco central tendría que volver a imprimir 10% más, y los que no tienen como subir su gasto real igual tendrían que quedarse con menos productos. Entonces el banco central tendría que introducir otro 10%. Si no se reprime rápidamente, la tasa de inflación tiende a subir y salirse de control, con las tasas de interés subiendo y causando más recesión a la larga.
Es por eso que la Reserva Federal, y todos los bancos centrales grandes, no sólo no están emitiendo dinero sino que lo están retirando de circulación para detener y bajar la inflación antes de que se salga fuera de control. Así, los bancos centrales se encuentran entre una roca y una piedra dura con lo que respecta a la recesión—la recesión vendrá si siguen emitiendo dinero y mantienen la inflación alta, porque las tasas de interés subirán y la causarán, y también vendrá si corta la emisión y reduce la cantidad de dinero. Pero el costo de la recesión causada por una inflación fuera de control es mucho más alto que cuando el mismo banco central la reduce.
La necesidad urgente de cortar el dinero en circulación proviene precisamente de que los bancos centrales crearon demasiado dinero, casi duplicando la base monetaria (el dinero creado por los bancos centrales) de septiembre de 2019 a marzo de 2022. Esto, en el largo plazo, puede llevar a una duplicación de los precios y no se puede permitir.
Para imaginarse la situación en la que se encuentran los bancos centrales, imagine que usted va bajando en una bicicleta sin frenos por una cuesta larga y empinada, al final de la cual hay una pared.
Usted sabe que si llega a la pared (dejando que la inflación siga) se va a matar, y si se tira de la bicicleta (frenar la inflación con una recesión producida por usted mismo) va a quedar malherido, pero menos que al pegar contra la pared. Los bancos centrales se están tirando de la bicicleta. Este mes la Reserva Federal va a volver a aumentar los intereses. No va a esperar a que la inflación se la suba.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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