Los desafíos de la educación superior
Han pasado más de dos años desde aquel lejano marzo 2020, cuando el coronavirus, la pandemia y la cuarentena, comenzaron a ser parte de nuestro lenguaje cotidiano. Las instituciones de educación superior logramos adaptarnos al complicado escenario con rapidez. A los pocos días muchas de ellas estábamos dictando clases virtuales, incursionando en una forma distinta de transmitir conocimientos. Es claro que fue como pasar del cine mudo al hablado, pero el sistema demostró una increíble resiliencia, siendo el nivel educativo menos afectado por la suspensión de la presencialidad. Hoy enfrentamos nuevos desafíos. El primero es consecuencia directa de los casi dos años de educación virtual. No hay duda alguna de que el capital humano de los jóvenes que han ingresado este año a las universidades es menor que el de aquellos que lo hicieron en marzo de 2020. Por ello, muchas instituciones nos hemos preparado para recibirlos y apoyarlos en su primer año de estudio; es claro que era imprescindible.
Un segundo desafío lo constituye el hecho que la educación a distancia llegó para quedarse. El integrarla como complemento de la educación presencial, no como su sustituto, es nuestra tarea. En los estudios de grado, y de sobremanera durante los primeros años, la presencialidad debería ser la norma. La universidad, en dicho estadio, es mucho más que adquirir conocimientos académicos; sino preguntémoselo a un joven de 18-19 años que haya tenido que pasar los dos últimos años encerrado en su casa y sentado frente a una pantalla. Por su parte, en los estudios de posgrado la virtualidad debería ser una alternativa, pues el home office ha generado nuevas demandas y muchas universidades nos hemos adaptado a ellas, permitiéndole a nuestros estudiantes decidir la forma en que desean realizar su cursada, ya sea presencial, virtual o una combinación de ambas.
Un tercer desafío consiste en aceptar que hoy los títulos específicos son menos relevantes que los saberes, los cuales se actualizan a una velocidad vertiginosa; por ello los estudios formales son tan sólo el inicio de un proceso de adquisición de conocimientos que habrá de continuar durante el resto de la vida. El entrenar a nuestros estudiantes para desarrollarse bajo ese nuevo paradigma es nuestro rol. Por eso muchas instituciones les ofrecemos un amplio menú de materias optativas, orientándolos, por supuesto, pero siendo ellos quienes deciden cuáles son las que más le aportan a su formación e intereses. A modo de ilustración, UCEMA acaba de introducir por primera vez en Argentina la modalidad de college, el cual le da al alumno la libertad de elegir majors y minors a lo largo de su carrera, potenciando de esa forma su capacidad de autodeterminación.
La pandemia ha quedado atrás, los desafíos que presenta esta nueva normalidad son muchos, pero las instituciones de educación superior seremos capaces de enfrentarlos de la misma forma que de un día para el otro logramos adaptarnos a la kafkiana realidad que nos tocó vivir.
El autor es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación.
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