Reconsiderando a Aristóteles (II)
República, Guatemala
Parte I
Según Aristóteles el objeto de la elección es el bien, tal como este aparece a cada uno. La voluntad del humano sano está orientada hacia su propio bien, y por lo tanto, sólo cabe deliberar y decidir sobre los medios para alcanzarlo. La decisión es un deseo deliberado de cosas a nuestro alcance. Estas decisiones pueden ser acertadas o equivocadas, buenas o malas, según estén o no de acuerdo con el criterio correcto. Si el humano toma las buenas decisiones una y otra vez, crea en sí mismo el hábito de tomar decisiones buenas, de decidir según el criterio correcto. Y en ese hábito consiste la virtud moral, que una vez adquirido, le permite al humano decidir bien sin esfuerzo y con naturalidad. Ahora, decidir bien es difícil, pues uno puede pasarse o quedarse corto, y no dar con el justo medio exacto en que consiste la decisión óptima. El justo medio no es la medida aritmética entre dos cantidades, sino que depende de cada uno y de sus circunstancias, como la dosis de un medicamento, que depende del peso del paciente. Se trata de buscar el medio que conviene a cada uno. La cantidad de comida adecuada para alguien, que pesa cien libras, no es la misma que para mí, que peso doscientas libras. Lo que para esta persona sería adecuado, para mí sería escaso.
El justo medio (mesótēs), que es la virtud, se da entre dos extremos, los vicios, uno por defecto (élleipsis) y otro por exceso (hyperbolē). Y cito a Aristóteles:
«Ahora la virtud atañe a las pasiones y las acciones, en las cuales el exceso es una forma de fracaso, y así es la deficiencia, mientras que lo intermedio se alaba y es una forma de éxito; y el ser alabado y ser exitoso son ambas características de la virtud. Por lo tanto, la virtud es una especie de medio, ya que, como hemos visto, apunta a aquello que es intermedio. [ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO II, CAP.6 1106b24-1106b27]
Este intermedio, lo distingue Aristóteles del medio aritmético de los objetos:
«Por intermedio en el objeto quiero decir aquello que es equidistante de cada uno de los extremos, que es uno y lo mismo para todo hombre; por intermedio relativo a cada uno de nosotros, aquello que es ni mucho ni muy poco –y esto no es uno, ni lo mismo para todos. Por ejemplo, si diez es mucho y dos es poco, seis es el intermedio, tomado en términos del objeto; porque excede y es excedido por una cuantidad igual; esto es el intermedio de acuerdo con una proporción matemática. Pero lo intermedio relativo a cada uno de nosotros no debe tomarse así; si diez libras son mucho para que coma una persona particular y dos muy poco, no sigue de ahí que el entrenador ordenará seis libras para él; porque esto puede ser también mucho para la persona que va a comerlo, o muy poco –muy poco para Milón [el famoso luchador], mucho para el principiante en los ejercicios atléticos. [ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO II, CAP.6 1106ª29-1106b05]
«La virtud, entonces, es un modo de ser consistente en la elección de un medio, es decir, un medio relativo a cada uno de nosotros, siendo éste determinado por un principio racional, y por ese principio que determina el hombre prudente. [ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO II, CAP.6 1106b36-1107ª2]
Veamos, por ejemplo, lo que Aristóteles dice sobre la liberalidad (eleutheriotes), que él considera como la actitud correcta hacia el dinero. Las cosas que tienen un uso pueden ser usados bien o mal; y la riqueza es una cosa que puede ser usada. La persona que hace el mejor uso de una cosa dada, es la persona que posee la virtud pertinente; por lo tanto, la persona que hace el mejor uso de la riqueza, posee la virtud pertinente a la riqueza; y esta persona es el hombre liberal. El uso del dinero consiste en gastar y dar, recibir y conservar, que es materia de adquirir. La liberalidad es la virtud de las transacciones monetarias. Los actos virtuosos se hacen por un buen fin, así que el hombre liberal da también con un buen fin y de un buen modo, porque le da a la gente apropiada, y en el monto adecuado, y en el tiempo correcto. El hombre que da a la gente inapropiada, o que da, no por un buen fin, sino que por otro motivo, como por el lujo y la satisfacción de su incontinencia, no es liberal sino pródigo. Su vicio es la prodigalidad (asotia). Éste último despilfarra su sustento y se causa la ruina por sí mismo; y el despilfarro de la propiedad de un hombre se considera como un tipo de auto destrucción, sobre la base de que sus posesiones son la fuente de su medio de vida. Por otro lado, el hombre al que le duele dar, porque prefiere conservar su dinero que gastarlo bien, es el avaro. Su vicio, la avaricia (aneleutheria), no le permite vivir bien.
El hombre liberal no acepta dinero de fuentes incorrectas; porque tal aceptación es inconsistente con la indiferencia al dinero. Tampoco se inclina a pedirlo, porque no está en el carácter de aquel que concede beneficios el mendigarlos. Sin embargo, acepta el dinero de la fuente correcta, por ejemplo de su propia propiedad. Tampoco descuida su propiedad, ni gasta su dinero en objetos incorrectos o innecesarios, porque luego no tendría para gastarlo en los correctos o necesarios.
Como la liberalidad es una disposición intermedia con respecto al dar o gastar y recibir o adquirir dinero, el hombre liberal no sólo da y gasta en la cantidad adecuada y en los objetos idóneos, en asuntos pequeños y grandes, sino que acepta también la cantidad correcta de la fuente apropiada. Como su virtud es una condición intermedia con respecto a dar y recibir, el hará ambos de manera correcta. Esta es la virtud del oikonomos, para administrar bien sus bienes domésticos, para funcionar bien como humano.
Ahora, Aristóteles nos indica que la virtud política por excelencia es la justicia, la cual implica relaciones entre los ciudadanos:
«Y por esta misma razón –que implica una relación con nuestro vecino –la justicia es la única virtud que se considera como el ‘bien de alguien más’, porque asegura lo ventajoso para otra persona, ya sea un regente o un socio.[ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.1 1130a-1130ª5]
El estagirita menciona en su Ética Nicomáquea varios tipos de justicia: justicia distributiva, justicia rectificatoria o correctiva, y justicia recíproca. Ahora la justicia propia de las transacciones voluntarias es la justicia recíproca. Ésta no es ni distributiva ni correctiva:
«Ahora ‘reciprocidad’ no corresponde ni a la justicia distributiva ni a la correctiva… [ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.5 1132B55]
En la transacción o intercambio voluntario, nos dice el estagirita, los participantes establecen sus propios términos, entiéndase por esto, el precio de los bienes que intercambian:
«Estos nombres, ambos, pérdida y ganancia, vienen del intercambio voluntario; porque tener más de lo que uno tenía se llama ganancia, y tener menos de lo que originalmente se tenía se llama pérdida, por ejemplo, en la compra y la venta y en todo aquel asunto en el que la ley ha dejado a la gente libre para establecer sus propios términos; … [ÉTICA NICOMÁQUEA, LIBRO V, CAP.4 1132b11-1132b17]
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 10 de junio, 2015
- 16 de junio, 2013
Artículo de blog relacionados
- 8 de septiembre, 2006
Por José Raúl González Merlo Prensa Libre La seguridad alimenta-ria es tema de...
24 de junio, 2008El Nuevo Herald Oliver Sacks publicó un artículo extraordinario en The New York...
23 de febrero, 2015Infobae - Economía Para Todos En algunos medios se lee que el Gobierno decidió aplicar...
2 de diciembre, 2020