Se llamaba Javier Marías
Pude verse también Javier Marías por Mario Vargas Llosa
El adiós de Javier Marías, días atrás, fue tan discreto, sorprendente y poco solemne, como seguramente lo hubiera deseado. Tenía (solo) 70 años y muchos lo consideran el principal escritor contemporáneo en lengua española, cuyo nombre ya se venía apostando para el Nobel.
“Era, en su generación, el español que más cerca estuvo del Nobel y no hay dudas de que lo merecía”, escribió Vargas Llosa, quien sí fue premiado por la Academia sueca. Hijo de otro gigante de la cultura española –el filósofo Julián Marías, quien al igual que Javier fue miembro de la Real Academia- su legado abarca casi 50 novelas, la primera de ellas (“Los Lobos”) editada con apenas 18 años.
Pero fue mucho más que un escritor celebrado: traductor, ensayista, columnista, docente en Oxford y en la Complutense, editor de un sello de culto (Reino Redonda), donde se daba los placeres literarios. “Fue uno de los hombres más cultos de nuestro tiempo. Y vale la pena releerlo como a Faulkner, su maestro, meditando en todo lo que decía”, agregó Vargas.
La fragilidad de la vida
Pero, recordaríamos ahora las reflexiones y enseñanzas de “Y mañana en la batalla piensa en mí”, una novela que publicó en 1994 y que le deparó el Premio Rómulo Gallegos (uno de los tantos que recibió Marías).
Aquel título está tomado de una obra de Shakespeare (Ricardo III) y atrapa desde su comienzo: «Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda».
A partir de allí, nos hablará del engaño, la infidelidad, los remordimientos, el azar. De la fragilidad de la vida y de lo poco sabemos sobre quiénes están a nuestro lado.
La melodía del fútbol
Javier Marías era un melómano que confesaba emociones con “una pieza de Bach o Schubert”. Hace poco tiempo, le dedicó uno de sus artículos a una pieza casi desconocida de Schubert, el Vals Kupelwieser.
Una pieza que habría surgido de las famosas “schubertiadas” y que el compositor no dejó escrita. Pero, a la vez, Marías se movía con idéntica pasión y sabiduría en el campo del fútbol, donde sus columnas “Salvaje y sentimental” eran la delicia de los hinchas.
Fan del Real Madrid, se desencantó con el período de Mourinho y retornó con Zidane. Y opinaba que no se podía definir al “mejor jugador de la historia, es una bobada. Para eso tendríamos que haber visto en el mismo terreno de juego y el mismo día a Messi y a Cruyff, a Di Stéfano y Maradona…Es como decir que Flaubert es superior a Nabokov, o a la inversa. Pertenecen a períodos distintos, a mundos distintos”. Un hincha, al fin, como tantos.
- 23 de enero, 2009
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