¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
República, Guatemala
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Así claman hoy los pueblos de Irán, Afganistán y Cuba. Estas gentes se han hastiado de ser esclavas. Se han cansado de ser usadas. Ya no toleran más el ser abusadas. Manifiestan su repugnancia por el Estado totalitario.
Todas ellas han sido víctimas de la religión. Las primeras del islam, esa religión abrahámica monoteísta y la última, del socialismo, esa religión que sustituye a dios por el Estado. Derivan estas ideologías su poder, es decir, su facultad de orientar la acción de otros, del fundamento de una supuesta moral heterónoma. Esta teoría moral, impuesta de arriba a abajo, es una ética de abnegación. Como muchas otras doctrinas del pasado, exigen el auto sacrificio, la auto inmolación, el sufrimiento, la renuncia a todo anhelo de vivir una vida feliz. Prometen, eso sí, un premio: la felicidad después de muertos la primera, y la felicidad en un futuro distante que nunca llega, la última. ¡Qué bonito!
Pero lo que estos regímenes totalitarios – las teocracias y dictaduras – si han hecho, es transformar a pueblos que antes eran libres y prósperos – el Irán del sha, el país más rico de Medio Oriente, y la Cuba de Batista, el país más avanzado de América Hispana – en tugurios paupérrimos y súbditos esclavos. Lo que han creado para la gente sometida a sus caprichos es el verdadero infierno en la tierra.
Esta moral heterónoma es la moral del esclavo o rebaño, como la denominó Nietzsche, la moral de negación del yo humano. Es una moral antinatural, una moral que se vuelve contra la vida. Trata a los individuos como niños incapaces de pensar por sí mismos, por lo que les exige obediencia ciega so pena de castigos horrendos – lapidación, crucifixión, abuso sexual, descargas eléctricas, torturas de todo tipo y asesinato. Establece una interacción heterónoma: imanes – líderes espirituales infalibles en todo asunto – por encima de los fieles sometidos, por los primeros, y el líder o caudillo por encima del pueblo sometido, por los últimos. Esta moral se impone a la fuerza, por lo que se hace necesario una “policía de la moral” o un “ejército del pueblo” que se encargue de castigar o eliminar al desobediente. Cuando obligan a alguien a convertirse a su fe, éste tiene sólo una alternativa: o la conversión o la muerte.
Es una moral que carece de principios. En su lugar lo que tiene son mandatos, mandatos por demás arbitrarios:
«Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres porque Alá los hizo superiores a ellas… Y de aquellas que temas desobediencia, amonéstalas y mándalas a camas aparte y pégales.» [Corán 4:34]; «Y di a las mujeres creyentes que deben reducir su visión y esconder sus partes privadas, y que no deben mostrar su belleza y adornos, excepto lo que sea visible por sí mismo, que deben colocar sus velos sobre su pecho y no mostrar su belleza, excepto a sus maridos …» [Santo Corán 24:30-31]; La teoría del comunismo se puede reducir a una oración: abolir toda propiedad privada.» [Karl Marx]; «Mi objetivo en la vida es destronar a Dios y destruir el capitalismo.» [Karl Marx]; «Sólo hay una manera de matar al capitalismo: por medio de impuestos, impuestos y más impuestos.» [Karl Marx]; «Es necesario un impuesto sobre la renta pesado, progresivo o graduado para el correcto desarrollo del comunismo.» [Karl Marx]; etcétera, etcétera, etcétera.
Esta ética heterónoma, tiene un propósito, pero no es el servir de guía para vivir una vida feliz, sino servir de instrumento a los amos para manipular políticamente al pueblo. Es el medio para usarlos y consumirlos como cosas, como instrumentos en las manos de otros para los propósitos de sus supuestos líderes. Así envían a sus sometidos a auto inmolarse entre gentiles, o a limpiar el camino explotando las minas dejadas por el enemigo, o a guerras santas, o a revoluciones guerrilleras.
Estos líderes espirituales no consideran a sus sometidos como seres racionales, ni como personas. No reconoce en absoluto los derechos individuales de los sujetos. Lo que los líderes de estos movimientos religiosos llaman derechos son en realidad permisos concedidos por ellos mismos, como hacen con cualquier animal irracional.
Su primera táctica consiste en invertir el propósito de la moralidad. Sustituyen una ética prudencial, cuyo propósito es servir de guía al individuo para que su conducta se oriente a conseguir una buena vida, prosperar, florecer, por una ética de abnegación, cuyo propósito es el sacrificio espontáneo, voluntario, de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida en favor de otros o de todos. Fingen que lo bueno es esta ética patológica, malsana, que establece inmediatamente que la persona no es un fin en sí misma, sino un objeto para ser usada por otros, y que Augusto Comte denominó “altruismo”.
Su sistema “moral” en realidad lo que hace es suprimir la existencia como persona moral de sus sometidos y los convierte en “cosas” para ser usadas y abusadas.
Ninguna mujer elige voluntariamente convertirse en cosa. Cito a Yasmine Mohammed quien describe en su libro Develada la experiencia de usar forzosamente el hiyab todo el día a lo que la obligó su esposo:
«Eso realmente ayuda para convertirme en una nada que él puede controlar muy fácilmente. Suprime tu humanidad totalmente. Es como una cámara de privación sensorial portátil y tu ya no estás conectada a la humanidad. No puedes ver apropiadamente. No puedes oír apropiadamente. No puedes hablar apropiadamente. La gente no puede verte, sólo tú las puedes ver. Pequeñas cosas como ver gente pasando y tener contacto visual en las calles y sonreírles, eso ya no está. Tú ya no eres parte de este mundo así que pronto te marchitas en nada allí debajo. [Yasmine Mohammed. Develada, noviembre 11 del 2019.]
Ningún hombre sensato elige voluntariamente permitir al gobierno que use a su hijo, un niño apenas, para que se inmole haciendo explotar las minas que obstruyen el paso al ejército. Ninguna niña en su sano juicio elige voluntariamente ser ignorante y renunciar a la educación. Ninguna persona prudente elige voluntariamente que el gobernante lo despoje de su propiedad.
¡Nunca olvides esto que señalo!
Estas gentes se han cansado de ser abusadas por esos criminales que pretenden ser sus guías espirituales. Esos criminales que no han dudado ni un instante en asesinar a quienes protestan justamente reclamando sus derechos, derechos que les son propios por ser seres humanos, seres racionales.
Apoyemos a las personas de Irán, Afganistán y Cuba en sus justas peticiones. Denunciemos y divulguemos lo que hacen y padecen. Exijamos a las grandes potencias que no apoyen de ninguna manera a estos gobiernos asesinos.
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