Chile: Gobierno desfondado
La crisis de seguridad que aflige al país tiene al Gobierno desfondado e inmovilizado. Como si los tres asesinatos de carabineros en menos de un mes no fueran suficiente razón para preocuparse, la incapacidad del Gobierno para tomar el control de la agenda augura que las cosas pudieran empeorar todavía más en las semanas que vienen.
Considerando que en un mes tendremos las elecciones para miembros del Consejo Constitucional, el Gobierno del Presidente Boric debe actuar con especial celeridad para poder dar confianza al país de que se está haciendo cargo del problema y para evitar una aplastante derrota electoral el 7 de mayo.
Los dolorosos asesinatos de carabineros son una macabra guinda de una torta de inseguridad que aflige al país. Aunque los motivos siempre son multifactoriales, la realidad es que los chilenos tienen miedo y están frustrados porque sienten que las instituciones carecen de la capacidad para defenderlos. La gente cree que los criminales actúan con impunidad porque saben que ni el Gobierno tiene la fuerza para imponer la ley y el orden ni el sistema de justicia tiene las herramientas, la voluntad o la capacidad para hacer valer la ley y proteger a los ciudadanos que respetan las reglas.
El Gobierno ha pecado por omisión y por acción, contribuyendo a la crisis de inseguridad. En vez de escuchar la voz de la gente, nunca dio suficiente prioridad a las políticas de seguridad. Desde la primera semana de mandato en marzo de 2022, cuando la entonces ministra del Interior, Izkia Siches, intentó responder a los balazos en contra de su comitiva en La Araucanía con una bandera mapuche, el Gobierno nunca se tomó en serio su obligación de hacer imponer la ley y el orden en el país.
Evidentemente, el peor pecado del Gobierno, al menos en la dimensión simbólica, estuvo en la decisión personal del Presidente de la República, Gabriel Boric, de indultar a numerosos delincuentes con extenso prontuario a fines de 2022. Varios de esos delincuentes estaban presos por delitos que incluían ataques con violencia a carabineros.
Pero el indulto de Boric no fue la única ocasión en que el Presidente demostró estar del lado de los delincuentes y no del lado de los ciudadanos que respetan la ley. En la conmemoración del estallido social en octubre de 2022, Boric, con incomprensible irresponsabilidad política, aseguró que, en octubre de 2019, carabineros había participado en “violaciones a los derechos humanos, como daños oculares, agresiones sexuales, lesiones graves, hasta muertes”.
Aunque después dijo que Carabineros contaba con su respaldo para combatir la delincuencia, acusar a la institución de violar los derechos humanos y de agresiones sexuales constituye evidencia incontrarrestable de lo equivocado que está Boric sobre esa institución. Aunque en cualquier institución pública puede haber delincuentes y criminales, nadie debiera aseverar que la institución en sí misma participa de violaciones a los derechos humanos.
Independientemente de cómo se sienta la ciudadanía respecto al Gobierno, Gabriel Boric es el Presidente de la República y se necesita que su gobierno tome las riendas en el combate decidido contra la delincuencia. Es cierto que los problemas no se solucionan de un día para otro. Pero la gente necesita ver que el Gobierno avanza con firmeza y convicción en la dirección correcta.
La percepción dominante hoy es que el Gobierno está arrinconado y no sabe qué hacer. Las divisiones evidentes en el oficialismo respecto a cuál deber la respuesta gubernamental a la ola de delincuencia solo alimentan la sospecha de que, en el corazón de La Moneda, sigue habiendo demasiada gente que siente más simpatía por los presos de la revuelta que por los funcionarios de Carabineros.
Este fin de semana especial, semana santa, será una gran oportunidad para que el Presidente Boric reflexione sobre sus errores y fallas y experimente ese gran regalo de redención que existe en el cristianismo. La única forma de redimir sus pecados -aquellos que son claramente simbolizados por los indultos de diciembre- que hoy tiene Boric es apelando al perdón que, en este caso, debe otorgar el soberano pueblo de Chile.
A su vez, el mejor camino que tiene el Presidente Boric para salvar lo que le queda de su presidencia -y para evitar una vergonzosa derrota en las elecciones del 7 de mayo- es reconocer el error suyo y de sus aliados de haber relativizado la violencia que se propagó en el país en los días posteriores al estallido social.
Boric también debe pedir perdón por la falta de criterio que tuvo al indultar a delincuentes con extenso prontuario -incluido varios que atacaron a carabineros.
La redención siempre es posible, pero requiere una conversión. Boric debe dejar meridianamente claro que ya no es amigo de los que se saltan torniquetes ni apologista de los “presos de la revuelta”.
El Presidente debe convertirse a la brevedad en un defensor acérrimo y decidido de la ley y el orden que deben imperar en toda democracia que aspira a funcionar bien.
El autor es sociólogo, analista político y profesor de la UDP.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
Artículo de blog relacionados
Por Bhushan Bahree, en Nueva York y Russell Gold The Wall Street Journal...
10 de julio, 2006Quienes defendemos la economía de mercado por sobre el estatismo a menudo somos...
16 de noviembre, 2012- 24 de mayo, 2007
Siglo 21 La inmerecida muerte de Facundo Cabral es la gota que derramó...
13 de julio, 2011