La causalidad, ¿un axioma?
República, Guatemala
El otro día almorzaba con un amigo cuando a raíz de nuestra conversación él me preguntó: «¿Bueno, vos sos objetivista o no?»
Entendiendo para donde quería llevar la conversación le contesté:
«No, yo lo que soy es librepensador. Soy un librepensador que considera que la vida del agente genera el concepto de valor. Que lo bueno es aquello que fomenta la vida y lo malo lo que la obstaculiza, lo que la destruye. Que, por tanto, el metavalor principal es la razón – la facultad que a partir de la evidencia sensorial nos permite identificar la realidad, para así distinguir lo que me es conveniente de lo que me es perjudicial, y así actuar buscando lo primero y evitando lo segundo. Y que para conservar este valor debo siempre razonar lógicamente, es decir, pensar sin contradicciones, construyendo mi conocimiento en base a la evidencia y no en sentimientos o deseos. Para esto reconozco la primacía de la existencia, es decir, de que la existencia existe con independencia de la consciencia, y que la consciencia es darse cuenta de aquello que existe. Y que un proceso de razonamiento desapasionado es aquel que se observa, inspecciona, examina y juzga tal como se hace con los objetos de nuestro conocimiento perceptual. En el nivel perceptual uno convierte una cosa, digamos un auto rojo, en objeto de nuestra percepción al fijar nuestra mirada en él; en el nivel conceptual, uno convierte un proceso de razonamiento en un objeto de juicio al fijar nuestra atención en él. Al adoptar este proceso de introspección, puedo distanciarme del propio proceso de razonamiento, y someter a este último a un examen crítico, juzgando su validez según los cánones de la lógica. Al reflexionar en el razonamiento, me convierto en juez de este y no en su defensor. Uno establece cierta distancia entre uno y el razonamiento, una separación que facilita evitar factores distorsionantes, como un punto de vista demasiado estrecho, o mecanismos de defensa psicológicos como la racionalización. Pero para que mi razonamiento sea correcto, debo poder establecer las razones para mis conclusiones, el significado de mis términos, y lo que hace que mi razonamiento sea válido y completo. Al examinar la evidencia sin prejuicios, considerar los hechos, y no poner ninguna consideración por encima de la verdad, garantizo la independencia de mis conclusiones. No finjo que la realidad es distinta de como es ni falseo mi consciencia manteniendo así, la unidad entre mis acciones y convicciones. Y aplico el mismo método de razonamiento lógico desapasionado al juzgar el carácter y la conducta de un individuo, para actuar de acuerdo con dicho juicio, dándole aquello que se merece.»
«¡Pero entonces, sos objetivista, pues tu razonamiento se basa en el principio de objetividad!» Exclamó mi amigo.
«Sí, viéndolo así, claro que soy.» Dije. «Pero no soy aquel que anhelando ser llamado ‘objetivista’ por aquellos del club de autoproclamados ‘objetivistas’, se ve obligado a aceptar como ‘verdad dogmática’ lo que dicen Rand y Peikoff.»
Una escuela filosófica, un sistema de pensamiento, debe, basado en sus principios fundamentales, estar abierto a revisiones, correcciones y ampliaciones. De lo contrario no es una escuela filosófica, sino que tan sólo la opinión de un pensador específico o una doctrina dogmática como cualquier religión. Si el Objetivismo, nombre con el que Ayn Rand bautizó a su sistema filosófico, es lo primero, entonces no hay más objetivistas que uno solo: Ayn Rand. Ella es la única. Si el Objetivismo es lo segundo, entonces los objetivistas, como los cristianos, son los que aceptan las verdades dogmáticas de la doctrina, sin posibilidad de revisión, so pena de ser expulsados de la congregación.
Bueno, para aquellos que consideren que, si se puede y se debe revisar una filosofía, tengo aquí un tema de interés para el estudioso serio del Objetivismo: ¿es el principio de causalidad un axioma o no? El argumento de que no lo es lo plantea Leonard Peikoff en su curso sobre Objetivismo de los noventa y en su libro ‘Objectivism: The Philosophy of Ayn Rand’ (OPAR). Ahora, es importante no perder de vista que todo libro, el mío: ‘Objetivismo la Filosofía Benevolente’; el de Ricardo Manuel Rojas: ‘Realidad, Razón y Egoísmo, el pensamiento de Ayn Rand’; el de Andrew Bernstein: ‘Objectivism in One Lesson’; y el de Leonard Peikoff: ‘Objectivism: The Philosophy of Ayn Rand’, son todos interpretaciones personales del Objetivismo. Esto lo admite Peikoff en la introducción de OPAR:
“Como ella no vivió para verlo, no obstante, ella no es responsable por cualquier declaración errónea de sus ideas que éste pueda contener, ni puede el libro describirse apropiadamente como “doctrina oficial Objetivista”. [Leonard Peikoff. OPAR, XV].
Yo no incluí en mi libro la tesis de Peikoff porque contradice lo dicho por Rand y porque su argumento no es convincente. Peikoff descalifica la naturaleza axiomática de la causalidad por ser corolario de un axioma:
“El corolario de un axioma no es en sí mismo un axioma; no es evidente aparte del principio en su raíz (un axioma, en contraste, no depende de un contexto antecedente).” [Leonard Peikoff, OPAR, 15].
Rand, por el contrario, dice que el corolario de un axioma es otro axioma:
“La existencia existe –y el acto de pescar ese enunciado implica dos axiomas corolarios: que existe algo que uno percibe y que uno existe poseyendo consciencia, siendo la consciencia la facultad de percibir lo que existe.” [Ayn Rand. AS, 942].
El corolario de un axioma, o es un axioma, como afirma Rand, o no es un axioma, como afirma Peikoff. No pueden ser ambas proposiciones verdaderas. Según la Ley del Tercio Excluso, el corolario de un axioma o es un axioma o no lo es. Luego afirma Peikoff que tampoco el corolario del axioma es un teorema, pues al igual que el axioma es evidente:
“Tampoco es un corolario un teorema; no permite ni requiere un proceso de prueba; como un axioma, es evidente (una vez se ha pescado su contexto).” [Leonard Peikoff, OPAR, 15].
O sea que el corolario del axioma tiene las mismas características del axioma, pero no es un axioma. ¿? Eso no tiene sentido.
El axioma es una observación a partir de la evidencia de nuestros sentidos, de nuestra experiencia de todas las cosas, de todo existente, de todo hecho omnipresente. Se puede describir como una ‘percepción inmediata retardada’ –inmediata porque se percibe directamente y retardada porque su formulación conceptual toma un tiempo y hay que esperar hasta que forme parte del conocimiento consciente y cambie de implícito a explícito. Y el corolario de un axioma es meramente una nueva declaración de forma modificada del axioma original. Es consecuencia inmediata del axioma, no mediata. No es una derivación ni deducción del axioma. Tampoco es un teorema. Su conocimiento no es un nexo necesario que debe obtenerse a través de un término medio necesario. Una proposición ordinaria, como “todo guatemalteco es mortal”, requiere de una conexión que medie y una al sujeto y al predicado, como ‘hombre’ en: “Todo hombre es mortal. Todo guatemalteco es hombre. Luego, todo guatemalteco es mortal.” El axioma y su axioma corolario son proposiciones que no requieren de tal conexión, ya que el sujeto y el predicado se perciben en sí mismos como necesariamente relacionados.
Tan pronto entendemos el significado de los términos, pescamos la verdad necesaria de la aserción. Es una verdad primera y auto-evidente. No requiere prueba, más bien es una precondición de toda prueba. El corolario axiomático expresa un aspecto específico del axioma original. Como todo corolario es un aspecto implícito en la proposición original, su estado es el mismo del enunciado que lo contiene: el corolario de un teorema es un teorema y el corolario de un axioma es un axioma. Del teorema que sentencia que la suma de las medidas de los ángulos interiores asociados a un triángulo es de 180°, se desprende como corolario número uno el teorema que la suma de los ángulos agudos del mismo es de 90° y como segundo corolario se desprende el teorema que un triángulo no puede tener más de un ángulo recto ni más de uno obtuso. De la misma manera, por ejemplo, el corolario del axioma de la consciencia es el axioma de la validez de los sentidos. Tal cosa la admite Peikoff más adelante en OPAR:
“La validez de los sentidos es un axioma. Como el hecho de la consciencia, el axioma está fuera del ámbito de la prueba porque es una precondición de toda prueba… La validez de los sentidos no es un axioma independiente; es un corolario del hecho de la consciencia.” [Leonard Peikoff. OPAR, 39].
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