Argentina: Para salir de la decadencia solo hay que estudiar nuestra historia
Cuando se argumentaba el caso del milagro alemán que había llevado a cabo Ludwig Erhard, ministro de Economía a partir de 1949 y hasta 963, se saca a relucir que Alemania salió adelante gracias el plan Marshall. La realidad es que el plan Marshall equivalía a unos USD 155.000 millones actuales y ese monto fue repartido entre 16 países, y a Alemania le tocó aproximadamente el 11% del monto total. A dólares actuales, recibió unos USD 17.600 millones.
Alemania salió de la decadencia por la economía de mercado que aplicó Erhard, desregulando las actividades, y restableciendo las condiciones institucionales, es decir reglas de juego estables.
Al respecto es recomendable leer Auge y Decadencia de las Naciones de Mancur Olson, libro que detalla muy bien la salida de la devastación que sufrió el país germano. Además, también explora otros ejemplos de países que progresaron y otros que retrocedieron. El común denominador es la calidad institucional que impera en cada uno de los países que salieron de la pobreza.
Cuando se habla de calidad institucional, se hace referencia a las normas, leyes, códigos, costumbres, valores que regulan las relaciones entre las personas y las personas con el Estado.
En el caso de Auge y Decadencia de las Naciones, podría incluirse el caso de Argentina como un ejemplo de fracaso por el cambio en las reglas de juego a lo largo de su historia. Perdió calidad institucional.
En efecto, el despegue de la Argentina como país, con la llegada de oleadas inmigratorias y el ingreso de capitales extranjeros, fue posible gracias a la existencia de instituciones sólidas. Pero el populismo devolvió a un estado de oscuridad e inmadurez, similar al que se padecía antes de la sanción de la Constitución de 1853.
Antes de 1853, en Argentina existían la misma pampa húmeda, los mismos ríos y el mismo clima que después de ese año. ¿Por qué antes de 1853 no era nada en el mundo y por qué luego de sancionada la Constitución empezó a crecer? ¿Por qué a partir de 1880 la cantidad de inmigrantes que llegaban a la Argentina se multiplicó por tres y las exportaciones también se multiplicaron tres veces y en 30 años llegaron a aumentar cinco veces?
¿Acaso los inmigrantes venían a morirse de hambre a la Argentina? ¿Eran masoquistas? ¿Los dueños de capitales ingleses, franceses y norteamericanos que invertían en Argentina, ¿lo hicieron porque les gustaba perder su capital?
El despegue de la Argentina en 1880
No!, el gran despegue de Argentina con sus olas de inmigrantes e ingreso de capitales se produce porque:
- a) el inmigrante ya sabía que se respetaba la propiedad privada, es decir, el fruto del trabajo de cada uno;
- b) ya no existía la amenaza de los malones que saqueaban a los colonos;
- c) se habían terminado los conflictos potenciales con los países vecinos. El que venía al país sabía que el ejército no lo obligaría a incorporarse a sus filas para combatir en guerras absurdas internas y externas. Lo que hubo fue paz y administración.
Pero un dato relevante, que a mi juicio no es menor, es que la tan criticada generación del 80 había logrado generar confianza porque ninguno de los presidentes de aquella época intentaba modificar la Constitución para perpetuarse en el poder.
Los presidentes fueron cambiando, las luchas políticas fueron feroces, pero todos los dirigentes políticos respetaban las reglas de juego establecidas en la Carta Magna. El país tenía instituciones estables y sólidas. Quienes venían aquí sabían que llegaban a una tierra donde ni el Estado ni los malones se iban a apropiar de sus bienes.
Punto de giro
Todo cambió con la llegada del populismo, Argentina dejó de ser esa potencia que asomaba a principios del siglo XX. Es como si hubiera entrado en el túnel del tiempo cayendo nuevamente en las condiciones institucionales anteriores al 3 de febrero de 1852 cuando Juan Manuel de Rosas fue derrotado por Justo José de Urquiza en la batalla de Caseros.
Quién hoy viene a invertir a la Argentina corre el riesgo de que los malones del siglo XXI (piqueteros, dirigentes sindicales y políticos populistas) tomen sus empresas y lo extorsionen con más actos de violencia si no hacen lo que ellos quieren.
El Estado ya no respeta el derecho de propiedad, confiscando directamente o bien utilizando el sistema impositivo para apropiarse del fruto del trabajo de la gente.
Las milicias provinciales que mantenían al país en la anarquía y que fueron disueltas una vez que el Estado nacional tuvo la fuerza para lograrlo, volvieron a resurgir bajo otro formato. Ahora, esas milicias provinciales responden a los caudillos provinciales y municipales (en particular del conurbano) y están siempre listas para alzarse contra el orden constitucional, saqueando supermercados y comercios, en simulados ataques de hambre que empiezan un 20 de diciembre y desaparecen por arte de magia a los 20 días, a pesar de la brutal caída del salario real producida por la devaluación.
Por eso se habla del club del helicóptero y de que si se hacen reformas estructurales va a haber muertes, sangre en la calle y convulsión social. Los nuevos malones vienen a amenazar a todo aquél que quiera restablecer la calidad institucional que hizo grande a la Argentina.
Además, el país volvió a cerrarse al comercio mundial bajo el lema de “vivir con lo nuestro” y la protección de la “industria nacional”. Volvió a aislarse del mundo para que unos pocos vivos puedan tener ganancias que jamás lograrían compitiendo. Un saqueo de guante blanco.
La Argentina de hoy en día sigue teniendo los mismos ríos, la misma pampa y el mismo clima que antes de 1853 y que en 1880, lo que le falta para volver a crecer es establecer paz y administración. Y para eso es necesario reemplazar las actuales estructuras mafiosas que dominan la política por estadistas que reestablezcan la paz y sepan administrar, para que, algún día, un presidente pueda repetir las mismas palabras que Roca pronunció en mayo de 1883 ante el Congreso Nacional: “La paz más profunda, el orden y la libertad más completa, reinan en toda la República y nuestro crédito político y económico penetra en todos los pueblos y mercados europeos, que empiezan a creer, por fin, que hemos entrado en la época de la razón y de la edad madura”.
Es de esperar que a partir del 10 de diciembre próximo comience el proceso de reconstrucción de Argentina, teniendo presente que tuvieron que pasar casi 30 años desde la sanción de la Constitución de 1853, para lograr la consolidación nacional.
Un país no se levanta de un día para otro luego de haber tenido gobiernos populistas durante décadas que fueron una verdadera cuadrilla de demolición.
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