Argentina: ¿Quién subsidia los servicios públicos?
Fundación Atlas para una Sociedad Libre
Tengo conmigo la boleta de EDENOR de mi casa. Tiene una gran leyenda que cubre el medio del comprobante que dice: “CONSUMO CON SUBSIDIO DEL ESTADO NACIONAL”. En el rubro LIQUIDACION están detallados los impuestos y contribuciones por $ 16.262,58 que me corresponden (incluyen IVA, impuestos municipales y provinciales y otros). Mas abajo se encuentra el rubro INFORMACION AL CLIENTE, donde indican que el monto de subsidio que recibo por el periodo es de $ 12.920,29.
Con estos datos, me puse a filosofar. ¿Si el Estado Nacional no tiene ingresos propios, como puede ser que sea generoso y me subsidie? ¿La leyenda no debería decir “CONSUMO CON SUBSIDIO DE LOS PAGADORES DE IMPUESTOS”? Pero mi divagar no quedo allí. Si en la misma boleta yo pago impuestos por $ 16.262,58, y me subsidian $ 12.920,29 tenía una nueva inquietud. ¿La leyenda no debería decir “CONSUMO CON SUBSIDIO DEL PROPIO PAGADOR DE IMPUESTOS”? Pero mi mente seguía inquieta y no estaba satisfecha. Y pude descubrir por qué. Recapitule que además de los impuestos de esta boleta yo pago, entre otros (imposible saber todos los impuestos que pagamos), los siguientes impuestos: inflación, ganancias, bienes personales, IVA, ingresos brutos, débito y crédito, sellados, inmobiliario, automotor, combustibles, bebidas alcohólicas, para obras varias, alumbrado y limpieza, PAIS, seguridad e higiene, etc.
Y ya casi terminaba cuando descubrí con indignación que los políticos se apropiaban ellos del mérito de reducir mi boleta de electricidad, y con mi propio dinero, y con más el de todos los pagadores de impuestos. Realmente estos tipos son geniales, y saben hacer muy bien su trabajo, o sea engañarnos, vivir de nuestro esfuerzo, estando ellos muy lejos de ser los deseados servidores públicos que se autodenominan. Otra genialidad, y esta boleta es una rarísima excepción, es que está prohibido por ley, con sanciones incluidas, la discriminación de impuestos en las facturas a consumidores finales, ocultándonos los gigantescos y variados montos de impuestos que pagamos, intentando pasen desapercibidos.
Y, así las cosas, cuanto más legítimo, más transparente, más limpio, más sencillo, barato y eficiente seria reducir la carga impositiva y dejar que cada uno pague su boleta. Seriamos mas ricos también, toda vez que evitaríamos darle la plata al estado, para que ellos luego se la den a las compañías subsidiadas. Ni hablar de menor corrupción, y de la mayor certidumbre sobre sus ingresos que tendrían las compañías, por lo tanto, invirtiendo más, dándonos mejores y más baratos servicios. Como puede manejarse un negocio en el tiempo si una parte substancial de sus ingresos son otorgados arbitrariamente por el político de turno. Alguien podría incluso recordar y atreverse a decir que no se puede, que habría un estallido y pasaría lo que le paso al gobierno anterior. Esto es falso, porque no es lo planteado aquí. El gobierno anterior nos aumentó nuestros gastos totales. Nos siguió cobrando los mismos impuestos que pagábamos con subsidios, y además comenzamos a pagar más por las facturas de servicios. Un despropósito que termino con ellos fuera del gobierno.
Estudios de publico conocimiento indican que el componente impositivo de los productos y servicios que compramos oscilan entre el 50% y 40%, en su enorme mayoría. Esto supone que por cada $ 100.000 que consumimos, pagamos $ 45.000 de impuestos. Imaginemos todo lo que podríamos pagar con la mitad de dicho monto, reduciendo impuestos. Tendríamos $ 22.500 más para gastar por cada $100.000 para consumir o ahorrar como quisiéramos, a la vez que bajaría mas que proporcionalmente el gasto público, al reducir su ámbito de acción y hacer mas eficiente el uso de nuestros recursos.
Argentina se empeña en hacer mal hasta las cuestiones más básicas, de sentido común y además carentes de ideología política. Una operación de apendicitis se hace como debe hacerse, sea cual sea la preferencia política del cirujano.
Estamos próximos a nuevas elecciones. Exijamos a nuestros candidatos que expliquen sus planes de gobierno. Pongamos mucho hincapié en conocerlos, en las ideas y políticas públicas que implementaran y preocupémonos menos por las personas. Un brillante administrador con ideas equivocadas nos asegurara continuar en el fracaso. Un administrador promedio, con políticas públicas correctas nos llevara a la paz , prosperidad y libertad que merecemos.
El autor es Presidente de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
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