La locura petrolera de Biden
La Reserva Estratégica de Petróleo de los Estados Unidos se ha reducido a cuarenta y seis días de consumo, su nivel más bajo en cuarenta años. No es de extrañar, dado que el gobierno de Biden ha utilizado unos trescientos millones de barriles de la reserva para inundar el mercado y mantener bajos los precios del crudo, un imperativo político con su reelección a la vista.
El afán obsesivo de la «independencia energética» por parte de los responsables políticos estadounidenses se ha ido al garete, en lo que parece una total contradicción con el objetivo de no tener que depender -en tiempos normales, pero, sobre todo, en tiempos de peligro estratégico- del petróleo extranjero producido normalmente por regímenes desagradables con los que Washington se encuentra enfrentado. Dado que la revolución del petróleo de esquisto está llegando claramente a su fin, los Estados Unidos se verán obligados a importar petróleo para recuperar sus reservas, un irónico giro del destino, cuando menos. ¿Podrían los Estados Unidos importar petróleo de Rusia en un futuro no muy lejano, al igual que los europeos han seguido importando energía, en particular gas natural licuado, del régimen de Putin a pesar de la retórica belicista y las sanciones?
El objetivo de utilizar la reserva estratégica para controlar el precio del petróleo se enfrenta con más de un límite, por supuesto. Aparte del hecho de que las reservas petroleras son, por definición, finitas, hay otras fuerzas operando en contra de las intenciones de la administración Biden. Una de ellas es el control que países como Rusia, Arabia Saudí y los miembros más pequeños de la OPEP tienen sobre su propio suministro. Alrededor de 1,3 millones de barriles han sido retirados del mercado por parte de estos países y han anunciado que se mantendrán los recortes en la producción. El impacto de esta decisión en los precios del petróleo es una de las razones por las que Goldman Sachs ha pronosticado que el barril de Brent probablemente superará los 107 dólares el año próximo. La predicción parece, de hecho, conservadora: El petróleo WTI ya ha superado la marca de los 90 dólares esta semana.
Hay otros factores en juego que resultan menos inmediatos y menos políticos, pero en última instancia más decisivos, como la oferta y la demanda. La monumental presión política ejercida sobre los grandes productores de energía tradicional en la última década y media, cuando los gobiernos habían procurado acelerar la transición a las energías renovables, ha significado que la inversión de capital en exploración y producción de petróleo y gas haya caído de manera precipitada. Al mismo tiempo, la demanda de crudo no sólo se ha mantenido, sino que en realidad se ha incrementado. Los países que apostaron fuerte por la energía solar y eólica (como Alemania, que, según Goehring & Rozencwajg, ya ha gastado más de un billón de dólares) han descubierto que están muy lejos de una transición total a las renovables, que el costo ha sido devastador y que muy pronto necesitarán volver a obtener más energía de fuentes tradicionales. Esto significa que podemos esperar que la demanda siga en aumento, no sólo en función de las necesidades de los países emergentes, sino también de los desarrollados.
Entre mediados de 2022 y la primera mitad del corriente año, el precio del petróleo se mantuvo bajo control. La utilización de la reserva estratégica por parte del gobierno de Biden, unida a la desaceleración económica internacional y el temor a una recesión cada vez más profunda, hicieron su parte. En última instancia, dada la dinámica de la oferta y la demanda y las duras realidades de la transición a fuentes de energía alternativas, la manipulación política del precio del petróleo es un espejismo.
Lo que no es un espejismo es el hecho de que los Estados Unidos se encuentren con la menor cantidad de reservas estratégicas en varias décadas sin ninguna razón.
Traducido por Gabriel Gasave
El original en inglés puede verse aquí
Álvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global del Independent Institute. Sus libros del Independent incluyen Global Crossings, Liberty for Latin America y The Che Guevara Myth.
- 23 de enero, 2009
- 21 de septiembre, 2015
- 29 de diciembre, 2024
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