Argentina: Por qué es inviable la reducción de la jornada laboral
Los proyectos de reducción de jornada laboral tienen tres características: inviables, desubicados en tiempo y espacio, y tienen un concepto equivocado.
Son inviables por un tema igualmente conceptual. Un país con pobreza por definición tiene que trabajar más. Los salarios no son otra cosa que el pago de los productos y servicios que se generan. Si hay pobreza, el país necesita generar más bienes y servicios, no puede darse el lujo de trabajar menos porque la gente sale de la pobreza con trabajo.
Al reducir la productividad los salarios reales serán menores, sencillamente porque la cantidad de bienes y servicios producidoses menor. Esto no se dará de entrada, pero sí a medida que avancen las negociaciones paritarias, el reacomodamiento de los salarios reales será inevitablemente a la baja.
Por otro lado, se trata de una medida desubicada en tiempo y espacio ya que es un tema que se está discutiendo en países de alta capitalización y niveles de ingreso, como los países nórdicos. Allí lo que ocurre es que las máquinas están produciendo lo que podrían producir las personas. Argentina, a diferencia de esos Estados europeos, tiene una tasa de desinversión menor al 15% del PBI en los últimos 15 años. Nunca se dio una tasa de descapitalización como la que estamos viviendo. Esto hace que los trabajos todavía tengan un alto contenido de manualidad, muchas industrias intensivas en el uso de la mano de obra.
Este fenómeno aparece Incluso en la provisión de algunos servicios. Esto es, la inmensa mayoría de las actividades no han incorporado aún la robótica, automatización ni inteligencia artificial para reemplazar trabajo humano. De esto se desprende que la discusión de las horas del trabajo requiere de una tasa de capitalización que Argentina no tiene desde hace años.
De hecho, la reducción de la jornada laboral a 8 horas se produjo inicialmente en Inglaterra con la revolución industrial. La descapitalización permitió esto. El hombre tiende a trabajar menos, es una cosa lógica, de hecho hoy trabajamos mucho menos para conseguir alimentos que hace 300 años. Pero en la Argentina se paralizó la inversión de capital que permitiría pensar en ese escenario pretendido naturalmente.
El argumento de que con menos horas laborales vas a contratar más personas es definitivamente falso. Se incrementaría tanto el costo laboral de las empresas que nos dejaría totalmente fuera de competencia. Para las Pymes sería lisa y llanamente la fundición. Las empresas grandes, en tanto, quedarían excluidas de la competencia internacional.
Este hipotético escenario les impediría no sólo exportar si no, y aquí está el eje del problema, les impediría invertir. Ninguna empresa transnacional invertiría en un lugar donde la mano de obra cueste el doble. Salvo que los salarios se ajusten a las seis horas, pero estaríamos bajando salarios reales. También es probable que se sigan trabajando ocho horas, pero dos se hagan en negro, con lo cuál aumenta el trabajo informal.
El sólo hecho de que haya siete proyectos en esta línea da la perspectiva de que es lo que se viene: cómo tarde o temprano la jornada laboral se va a reducir hoy se frenan las contrataciones. De manera que se trata de una iniciativa que perjudica la generación de empleo. Es una de las tantas que existen en ese sentido.
Una de las cuestiones más graves es que atenta contra la próxima reforma económica, que debería incluir un blanqueo laboral. ¿Para qué formalizaría una empresa a un empleado si va a trabajar seis horas y cobrar ocho? Están abortando una eventual reforma económica, en donde la configuración del marco laboral es central. Las reformas económicas de la Argentina a partir del 10 de diciembre incluyen numerosos capítulos en el ámbito laboral.
Queda claro a esta altura de que se trata de una medida anti Pyme. Las pequeñas y medianas empresas suelen estar menos capitalizadas que las empresas grandes, y con esto estaríamos generando que los costos sean soportados tal vez por las empresas grandes, pero prácticamente por ninguna mediana, mucho menos las pequeñas. En otras palabras, restamos competencia y favorecemos la concentración.
Hay industrias, como la alimentación, donde los ciclos son biológicos, dependen de la naturaleza y no de la voluntad de las personas, como un tambo, una quesería, la maduración de carnes, la faena, los ciclos dos y tres de carne, en donde la mano de obra es intensiva, en donde la jornada de seis horas es absolutamente antieconómica para la producción, pero también para un trabajador que va a viajar dos horas para trabajar seis y después volver en otras dos. Un sinsentido.
Acá hay que decir que la propuesta está motivada, entre otros, por el gremio bancario, una actividad ineficiente, burocratizada que disfruta de las mieles de venderle leliqs carísimas a un Banco Central inútil. No es parámetro.
En resumen: van a caer los salarios reales, no va a aumentar la contratación y seguramente se generarán conflictos, litigiosidad, lo que redundará en menos empleo todavía. Realmente una irracionalidad que ya está generando expectativas negativas y es, en definitivamente, una falta de respeto a la situación de pobreza actual.
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