Argentina: El peso del derrumbe económico
La Prensa, Buenos Aires
La actuación de Sergio Massa como Ministro de Economía ha demostrado, por sus consecuencias, que el país no puede manejarse con estrategias demagógicas, éstas han conducido a la destrucción progresiva de todas las fuentes económicas, así también, a la desmoralización de la mayoría trabajadora del país.
Los desaciertos de la política económica y financiera del gobierno kirchnerista, y los cada vez más deprimentes efectos del sistema cambiario, continuarán agudizando el conflicto a niveles ya imprevisibles.
No se ha entendido, que la falsa euforia que produce la emisión monetaria en los bolsillos de la gente, dura hasta que la crisis diferida que provoca se hace presente en los más diversos campos de la actividad nacional.
No sólo se hallan comprometidos los recursos de la Tesorería, sino que el volumen de los compromisos crece; las autoridades que estuvieron sordas durante años, sin escuchar opiniones constructivas, buscan cooperación de distintos sectores de la actividad privada como medio de paliar el desgaste que tiene nuevas expresiones, cada día. Pero, a esta altura, no se espera otra cosa que la llegada de un nuevo gobierno que cambie el rumbo en cuanto al enfoque de los más vitales aspectos de la actividad económica, la cual está sujeta a innumerables trabas que la aplastan y distorsionan en perjuicio de todos los intereses en juego.
Por otro lado, habrá que dejar de seguir dependiendo de la Providencia, no siempre tendremos buenas cosechas y situaciones internacionales favorables, que permitan sobrellevar un gobierno sin metas definidas.
Se debe aprender a depender de los resultados de la propia gestión, el gasto publico deberá mantenerse dentro de la más drástica medida de sobriedad para poder cumplir con el plan económico, aún cuando este destinado para cosas indispensables.
El Tesoro no podrá proporcionar recursos en forma incontrolada, como lo ha venido haciendo hasta ahora, existen compromisos que han de imponer clara y concretas limitaciones en materia de utilización de fondos, es una de las condiciones al que el gobierno deberá atenerse como consecuencia y en virtud de las gestiones que deberá hacer para refinanciar la deuda con el FMI, a cuya influente mediación debe el actual gobierno lo poco que ha podido realizar en materia económica.
Se tienen que dejar leyes populistas que tantos trastornos traen al país, como las que está tomando el actual Ministro de Economía: la ayuda a los jubilados, por ejemplo, es uno de los fraudes para los presuntos beneficiarios, hay que ir a la matriz de los problemas.
Cambio brusco
Después de las elecciones, para dejar atrás el desborde demagógico, se tendrá que hacer un cambio brusco, pasar a una economía libre, eliminar controles y subsidios innecesarios, permitir que el mercado se acomode y entre en función.
Anunciar las medidas y explicarlas por los medios para que la gente apoye, lograr una verdadera cohesión entre los miembros del gobierno, deben ser conscientes de su responsabilidad constitucional para afianzar las instituciones necesarias a la convivencia democrática, y a la vez conseguir un estado de ánimo propicio hacia la Argentina capaz de producir un vuelco favorable a las inversiones.
El país está cansado de anuncios y promesas, recibe con fastidio y menosprecio las cotidianas declaraciones oficiales, sabe que son pequeñas tácticas de distracción a través de las cuales esos funcionarios buscan excusar su inacción e incompetencia ante la opinión pública.
Los gobiernos deben dejar de entrometerse en la actividad individual de la gente, deben atender al interés legítimo del consumidor, reconocerlo como sujeto de todos los derechos, abandonar para siempre el sistema basado en la planificación centralizada y la regulación coercitiva del mercado, por la cual suben los precios constantemente a niveles exorbitantes, con el agravante de estar siempre expuestos a subas mayores.
La vicepresidente
No es un misterio que el Poder Ejecutivo se enfrenta con múltiples tropiezos derivados del acuerdo con la Vicepresidente, el cual lo obliga a cumplir con ridículos mandatos y órdenes.
Tampoco lo es, que tanto en el Gobierno como en la oposición, se agregan distintas posturas de orden interno que los dividen en intereses y posiciones encontradas, incluso de orden ideológico. Esa postura, por lo menos en la oposición, debe ser abandonada decididamente, los líderes deben ser los primeros en hacerlo: el gobierno futuro no podrá gobernar con eficiencia y entrega a los reales problemas de la Nación, si está pendiente de apetencias electoralistas de grupos que se disputan el comando de la orientación política y se embarcan en lucha que abarcan grandes intereses. Ya estamos sufriendo en la Campaña, la penosa evidencia de la acción destructiva ocasionada por ese tipo de manejos.
En cuanto a la descalificación que se hacen entre si los candidatos, muestra una falta de ética descomunal; el perjuicio, maliciosamente causado a varios de ellos, debe ser objeto de reparación, implica la inexorable necesidad de claridad al respecto, no les queda más que el camino de la plena rectificación y la total desautorización pública a los que inspiraron el lanzamiento de falsas imputaciones. Ellas muestran la falta de seriedad de dichos políticos y de casi todos esos anuncios.
La agresión constante de los inspiradores, ejecutores y responsables de esas bajas maniobras, persigue trabajar sobre la reputación de algunos de los candidatos, por lo general totalmente ajenos a las imputaciones sobre sus personas.
El gobierno que viene, para no improvisar como el actual, necesita además de un cambio ético, una orientación, una doctrina que en los momentos difíciles de la gestión le permita recurrir a ella.
Todos los problemas que deberá enfrentar están ligados entre sí, habrá que actuar con unidad de criterio: solo los principios de la doctrina liberal podrá ayudar a resolverlos.
La solución siempre ira por el sendero de una economía capitalista, la que ha permitido a otros países, con problemas similares a los nuestros, salir adelante, estabilizar sus economías, y alcanzar, incluso, altos grados de prosperidad. Irnos del modelo de libre mercado nos está mostrando, una vez más, las nefastas consecuencias monetarias, económicas y financieras que le siguen.
Males transitorios
Habrá que imponer un nuevo tipo de política económica, dejar de lado controles de cambios, de precios, estatizaciones, gastar más de lo que se puede.
En la lucha contra la inflación, los males serán transitorios, las inevitables duras medidas a tomar, asegurarán la recuperación futura, si en cambio asume un gobierno que siga generando inflación, la crisis irá aumentando, por lo que será caldo de cultivo de reacciones sociales peligrosas.
Para que se pueda realizar rápidamente el cambio y la recuperación, se tiene que generar inmediatamente confianza.
Dentro del régimen de libertad económica que se espera y con el aliciente indispensable de la confianza general, se atraerán las indispensables inversiones nacionales y extranjeras. Ello requiere de convicción y del necesario sostén político, la recuperación concierne no solo a la clase política, sino también a todos los argentinos, nadie puede permanecer indiferente, ojalá se refleje en el voto del 22 de octubre.
La autora es historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
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