¿Equipaje de mano gratis? Ni en broma
Saludan con alborozo los medios la inminente decisión por la que la Comisión Europea va a impedir a las compañías aéreas el cobro de un precio adicional por el equipaje de mano. Tal alegría es inquietante, pues revela la completa ignorancia económica de la mayoría de los periodistas, esos ojos que nos permiten ver más allá de nuestro entorno próximo, cuyo desconocimiento conduce a constantes engaños ópticos.
En este caso, además de ignorancia económica, revela una profunda ignorancia histórica, pues la evidencia empírica está allí y la conoce todo el mundo. Los vuelos empezaron a bajar de precios precisamente con la entrada de esas compañías que llamamos “low cost”, cuya principal característica era que ofrecían el vuelo por separado, para luego intentar cobrarnos por todo lo que tradicionalmente venía incluido en el billete, como el equipaje, la comida o la elección de asiento. Es indiscutible que la entrada de compañías con estos esquemas comerciales abarató el precio de un servicio que hasta ese momento casi se consideraba de lujo.
La prohibición encarecerá los vuelos
Por tanto, a priori, un movimiento en la misma dirección, separar del pago del vuelo el de un servicio auxiliar como es el equipaje de mano, tenderá a hacer que baje el precio del billete del vuelo, de la misma forma que ocurrió antes cuando se desempaquetaron de dicho precio el equipaje de bodega o la comida.
Pues no: hay periodistas que nos quieren hacer creer que así los viajes serán más baratos, e incluso llegan a calificar la práctica de pretender cobrar por el equipaje de mano como “abusiva”. La realidad es que ocurrirá todo lo contrario: esta prohibición hará que los viajes en avión sean más caros. Es más, es esta prohibición la que será abusiva, ya que obligará a las compañías a cobrar a todo el mundo por el equipaje de mano, lo quiera o no. Y es que, en el fondo, la prohibición de la CE tiene claros beneficiarios: las compañías aéreas.
Para entender por qué, empecemos por lo básico. En un mercado no intervenido, los bienes producidos tienden a satisfacer de la mejor manera posible las necesidades de los individuos. Las empresas que lo hagan mal, perderán rentabilidad y eventualmente desaparecerán del mercado.
Oportunidad de beneficio
Aceptemos que, en un momento concreto, los clientes de vuelos están pagando billetes que incorporan todas las facilidades: equipaje de mano, equipaje en cabina, elección de asiento y comida. En este escenario, puede haber una compañía que se dé cuenta que muchos pasajeros no facturan equipaje, y que puede haber una oportunidad de negocio en ofrecer billetes de menor precio sin derecho a equipaje facturado, y cobrar un extra al cliente que quiera facturar.
A priori, no se puede saber lo que dirá el mercado. Ahora ya sabemos qué tal oferta fue un éxito, y de hecho son poquísimas las compañías que en la actualidad no han separado del precio del vuelo el equipaje de bodega. Así se consiguieron vuelos más baratos para todo el mundo, a costa de que aquellos pasajeros que quieran facturar equipaje seguramente paguen más que cuando compraban el billete completo. Como resulta que una mayoría de pasajeros prefiere pagar menos y no facturar equipaje, el esquema comercial es viable y el bienestar agregado de todos los consumidores mejora.
Separar los servicios y ponerles un precio
Esta práctica de “desempaquetamiento” de productos permite dar mayor transparencia a las necesidades de los individuos y así ajustar mejor los precios a los servicios que cada uno requiere. En el fondo, impide que unos clientes, los de uso menos intensivo, subvencionen las necesidades de los otros. Si todos pagamos como si fuéramos a facturar equipaje, es claro que a los que finalmente facturan les va a salir más barato a costa de todos los que no hemos facturado y, sin embargo, hemos pagado como si fuéramos a hacerlo.
Es por ello también que la Comisión Europea, que ahora obliga a las aerolíneas a “empaquetar” el vuelo con el equipaje de mano, considera el “empaquetamiento de productos” como algo abusivo y a vigilar cuando lo hacen compañías dominantes en sus mercados.
Haciendo un análisis muy similar al descrito, si sustituimos equipaje en bodega por equipaje de mano, es claro que la tendencia de los precios del vuelo sin más sería a bajar. Con este “desempaquetamiento”, solo pagarán por llevar equipaje de mano aquellos que realmente lo lleven, y no todos los demás pasajeros que no lo llevamos, o que hemos optado por facturarlo en bodega pagando un plus. Así pues, ¿equipaje de mano gratis? Ni en broma.
Los intereses detrás de la regulación
Pero, una vez más, nos queda el lado más oscuro de esta propuesta. Si ya hemos visto que los pasajeros no se benefician, ¿quién puede querer esta norma? Está claro que el sospechoso más cercano está en el otro lado de mercado, las compañías aéreas. Esto es así porque reducen sus posibilidades de competir, de hacerse pupa. Si recordamos el esquema inicial, el del vuelo con todas las facilidades empaquetadas, es fácil entender que era una situación muy cómoda para las aerolíneas, que cobraban por todo, lo demandara o no el cliente.
Esta situación solo se pudo romper por unos competidores que querían ganar cuota de mercado, y sacrificaron el margen que daba el empaquetamiento a cambio de conseguir clientes, y complicar la vida a los agentes existentes. En el fondo, ahora ocurre lo mismo: si tiene éxito lo de cobrar por el equipaje de mano, los billetes bajarán y las demás compañías tenderán a imitar la práctica del primero en hacerlo. Al final del ciclo, los clientes estarán mejor servidos y las aerolíneas relativamente peor.
Colusión
¿Cómo pueden las compañías evitar este ciclo? Poniéndose todas de acuerdo en no separar el cobro del equipaje de mano del vuelo. Pero como ese acuerdo sería colusorio y posiblemente punible por las autoridades de competencia, entre ellas la propia Comisión Europea, acuden a ésta para que se ponga el gorro de regulador y haga una norma que obligue a un acuerdo que su otra mano perseguiría.
Ya solo queda que la Comisión Europea venda la mercancía como algo que hace en el interés de los usuarios, y que los terminales mediáticos ignorantes y acríticos se hagan eco diciendo que se abaratarán nuestros viajes en avión.
Así pues, lo repito: ¿Equipaje de mano gratis? Ni en broma.
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