El satoshi como medio de (micro) pago comúnmente aceptado
Durante generaciones los niños nos hemos introducido al mundo del dinero gracias a las monedas. Esos objetos de metal que se podían atesorar en nuestras huchas o escondites, y con los que aprendes una función social básica: el intercambio con desconocidos.
Las monedas son fáciles de entender para un niño. Son objetos sólidos que se presuponen valiosos (¿por qué iba a darnos a cambio cosas como las golosinas si no lo fueran?). Además, todas las historias que uno lee de pequeño siempre van acompañadas de tesoros donde siempre había monedas doradas o plateadas. Nadie enterraba cofres de billetes, pagarés o tarjetas de crédito en islas lejanas.
Solo por este valor educativo, el dinero en efectivo en forma de moneda debería existir por siempre. Su pérdida sería muy dañina para la compresión del dinero de las nuevas generaciones. Daño que ya llevamos sufriendo décadas por culpa del dinero fíat.
Porque el dinero es sencillo cuando eres niño, pero deja de serlo según creces. Descubres que las monedas actuales son de metales no preciosos, y por lo tanto su valor es facial. Los billetes son similares, pero en formato papel. Y la inmensa mayoría de nuestro dinero ni siquiera tiene forma física. Son apuntes contables. Pasivos de los bancos. Deuda.
La mayoría de la gente termina por ser pragmática y aceptar que toda esta magia es fruto del poder del Estado. Ente capaz de hacer que toda la sociedad acepte una moneda por su propio poder. Fin de la historia. Sigamos con nuestra vida.
Entrevista de Juan Ramón Rallo a Luis Ángel Rojo
Por suerte se puede escapar de este marco mental. En mi caso, puedo fijar la fecha exacta de cuándo me caí del guindo: el 12 de agosto de 2004. Hace casi veinte años. Ese día un joven Juan Ramón Rallo publicó una entrada en su blog de liberalismo.org donde trascribe una pregunta que le hizo al ex gobernador del Banco de España Luis Ángel Rojo:
Juan RamónRallo: Si, gracias… a mí me interesaría bastante conocer su opinión sobre unas declaraciones de Alan Greespan en las que, requerido por Ron Paul, aseguró que seguía sosteniendo su postura relativa al patrón oro como garante de la estabilidad de precios y de la paz internacional expuesta en el libro Capitalism the Unkown ideal, de Ayn Rand. Y también me gustaría que se pronunciara acerca de la propuesta austriaca de privatizar el dinero y cerrar los Bancos Centrales.
Luis Ángel Rojo: Como bien sabrás, Ayn Rand es una persona muy importante en la vida de Greenspan, en su formación como liberal y también en su vida sentimental. En fin, aquellos años son unos años de liberalismo extremo, y el patrón oro se consideraba por muchos economistas como una referencia para volver a una fase de estabilidad en el orden mundial. Yo creo que eso en aquellos años fue un error, pero bueno, ¿se puede y se debe volver al patrón oro? Yo no le veo ventajas francamente, pero en fin, se puede defender.
La segunda pregunta es… ¿qué opino yo de la vuelta al dinero privado? Pues es posible que con la evolución del dinero se llegue a esa situación, pero yo por ahora no lo veo y tampoco veo sus ventajas. (…) Ahora, quizás cuando el dinero electrónico sea absolutamente generalizado, pues bueno llegaremos a una creación de dinero privado, aunque no queramos.
e-Gold
La idea de que no solo se podría volver a un dinero privado, sino que la generalización del dinero electrónico lo facilitaría me emocionó bastante. A eso se sumó que en los comentarios a la entrada se nos introdujo el proyecto e-gold. Lo hizo Marzo, que fue un referente en la blogosfera liberal de esa época y siempre estaba al día de lo importante. Todo un mundo de posibilidades se abría ese día. Muchas acabarían en decepción poco después, para finalmente ser eclipsadas con el nacimiento y éxito de Bitcoin.
Ya casi nadie niega que la moneda digital ha alcanzado su madurez como depósito de riqueza. Todavía está lejos de ser un medio de pago comúnmente aceptado y son pocas las personas que lo usan como unidad de cuenta. Pero las cosas pueden cambiar más rápido de lo que pensamos.
2004 / 2024
En 2024 todos los ojos están puestos en la inteligencia artificial. Es la nueva tecnología que amenaza con cambiar el mundo. Seguramente sea así, pero sería bueno prestar atención a una revolución anterior que precisamente por haberse generalizado totalmente puede tener efectos radicales a más corto plazo: internet.
El internet de 2024 no es el internet de 2014, no ya digamos en el de 2004. Una antena de 200 euros te da acceso de banda ancha en cualquier lugar. Llevamos ordenadores potentes en el bolsillo permanente online que nos permiten pagar con tarjetas tokenizadas y mostrar o consumir todo tipo de información. La mensajería y llamadas se realizan por software que encripta la comunicación de extremo a extremo. Cada vez más personas trabajan en remoto, abren cuentas bancarias sin pisar una oficina y están conectadas personal o profesionalmente con otras personas que viven a cientos o miles de kilómetros.
Internet es ya ese ciberespacio del que se pedía su independencia hace casi treinta años. Y para ello solo necesita una cosa: su propio dinero.
Es muy fácil intercambiar información y servicios por internet. Es mucho más difícil intercambiar esa información o servicios por dinero. El dinero físico no se puede enviar por internet. El dinero fiduciario sí, pero al ser deuda, dependen de una red que vaya compensando ese pasivo entre todos los actores que intervienen en la operación (con los correspondientes cambios de divisa). Es el problema que resuelve Bitcoin desde hace años, pero es difícil que sea generalmente adoptado por su volatilidad.
A los pagos grandes desde los micropagos
Aunque hay varios factores que pueden ayudar a su adopción en una variedad de pagos, los micro, y que eso sirva como trampolín para el resto de los pagos:
- Los gobiernos occidentales ya están reaccionando a la libre circulación de información con represión financiera. Las redes sociales desmonetizan contenidos según directrices cada vez más absurdas por miedo a ser sancionados. Los bancos y sus pasarelas de pago van en la misma dirección por consejo de departamentos de compliance orwellianos.
- Según crece la importancia de personajes públicos cuya actividad profesional está enfocada al 100% en internet, la centralización de la publicación e ingresos en redes sociales se convierte en un riesgo enorme para ellos.
- La publicidad como medio de financiación de internet está llevando a la recopilación de datos personales de los usuarios a niveles preocupantes.
- Los muros de pago (paywall) que muchos medios están intentando implementar no son un modelo de negocio sostenible. Las personas difícilmente pueden mantener docenas de suscripciones mensuales.
- El internet de todo gratis no es compatible con tipos de interés altos. Más cuando parece que todo va a girar a sistemas de IA intensivos en energía.
- Los bots cada vez son un problema más serio en internet. Diferenciar cuando hay un humano detrás de una interacción va a ser cada vez más difícil.
El satoshi
Bitcoin puede ser útil para suplir estos problemas por medio de su moneda, y más concretamente de su subunidad: el satoshi (sat):
- Los satoshi se pueden intercambiar entre usuarios por un QR usando la red Bitcoin, o por una dirección similar a la del email usando Lightning Network (LN). Mientras que no esté prohibido la tenencia de BTC en auto custodia es imposible impedir este tipo de pagos. Y aunque pasara a ser ilegal se podría recurrir a exchanges descentralizados.
- Utilizar tu propia infraestructura de hosting te independiza de las redes sociales, pero no de terceras empresas y servicios de pago. Por eso es posible empezar a ver a creadores de contenidos importantes moverse a redes descentralizadas como Nost que utilizan el satoshi como moneda para intercambio entre sus usuarios.
- La publicidad en internet se basa en que por cada click o visualización de un anuncio el anunciante paga unos pocos céntimos al sitio web o red social. Una parte muy pequeña de ese pago termina en el creador de contenido que ha atraído al usuario al anuncio. Implementar un pago igual de pequeño del usuario final a cambio de no ver publicidad sería una alternativa perfectamente válida, pero se necesita una red de pagos que permita mover unidades tan pequeñas como céntimos, o incluso menores. Un satoshi equivale a fecha de hoy $0.0007. Y gracias a la red LN puede transmitirse de forma económicamente viable.
Los nuevos super bots
- Agrupar creadores de contenido en paquetes y poner un paywall para acceder a ellos es ineficiente y poco atractivo. Implementar micro pagos por contenido específico es mucho mejor opción. Y como hemos visto en el punto 3, utilizar satoshi permite implementarlos.
- Cada vez va a ser más difícil acceder a servicios gratuitos de calidad en internet, pero al igual que nadie espera que le regalen cosas por la calle, tampoco queremos que todas las tiendas nos obliguen a aceptar suscripciones mensuales a sus productos. Preferimos pagarles de nuestro monedero aquello que queremos en ese momento. Los micro pagos son la única forma de pasar de un internet gratis a uno de pago de forma natural.
- Cuando el avance de la IA haga imposible diferenciar si estamos ante un humano o un bot queda una bala en la recámara para afrontar el problema. El mismo método que usa Bitcoin para impedir el fraude en la elaboración de bloques: prueba de trabajo o proof of work, pero en vez de con el gasto de energía, con gasto de satoshi. Obligar a hacer micro pagos a los bots no los va a parar, pero los va a limitar bastante. La utilidad del bot es que puede realizar miles de operaciones para conseguir micro beneficios o micro daños que agregados son importantes. Al poner un micro peaje a cada operación, dejan de ser económicamente viables.
Crear un sistema de micropagos eficiente
Las ventajas que listo en estos seis puntos no se ven gravemente afectadas por la volatilidad de Bitcoin. Firmar un contrato de trabajo o alquiler de un año en bitcoins es problemático, pagar 150 sats por leer un artículo o ver un vídeo no. La creación de contenido tampoco es especialmente intensiva en capital, así que la hace una actividad propia para el cobro en una moneda con algo de volatilidad. Y el conocimiento de la tecnología en el sector hace a sus integrantes especialmente receptivos a atesorar en satoshi en vez de convertir estos inmediatamente en fíat. Sobre todo, si los pueden intercambiar directamente entre ellos para pagar colaboraciones, ediciones de vídeo o uso de herramientas.
El principal obstáculo para que los sats se convirtieran en el principal medio de micro cambio en internet sería que se implementara un sistema de micro pagos igual de eficiente en moneda fíat. Visa y MasterCard tienen la capacidad suficiente para hacerlo con la única limitación de los céntimos de dólar y las mordidas que quieran las diferentes redes de bancos locales. Elon Musk está preparando los pagos directos a los usuarios en X, y otras redes sociales harán lo propio. Pero nada de eso soluciona el problema número uno que he listado: el Estado.
Incluso si las ansias de control de la información hicieran aflojar la actitud censora de estos años (escenario nada probable), la concentración de creadores de contenido en jurisdicciones bajas en impuestos sería otro motivo de fricción con un sistema de micro pagos directos a creadores. Esa fricción se traduciría en barreras de salida de dinero fíat, y dejaría el camino libre a los sats.
Monedas digitales estables
Otra alternativa más seria son las monedas estables digitales (stablecoins). La regulación europea ya las ata bastante en corto, así que están afectadas por el mismo problema que la moneda fíat. Aunque acepto que puede ser una tecnología que puede dar sorpresas.
El ciberespacio tendrá su dinero en los próximos años. El tiempo dirá si el fíat amplía su imperio, el satoshi entra en nuestras vidas o una (o decenas de) stablecoin se alzan como ganadoras. ¿De qué va a depender? Como nos explicó Carl Menger en El origen del dinero, de lo que hagan los negociadores más efectivos del ciberespacio, los mercaderes de su principal mercancía: la información. Y de ahí se extenderá al resto de la población:
Las personas que desean adquirir [los metales preciosos] son, a causa de las peculiares necesidades que su posesión satisface, aquellos miembros de la comunidad que pueden realizar el trueque con mayor eficacia y, por lo tanto, su deseo por los metales preciosos es generalmente más efectivo. Sin embargo, los límites del deseo efectivo por estos bienes también se extienden a aquellos estratos de población cuyas posibilidades de trueque son menores, a causa de la gran divisibilidad de los metales preciosos y del placer que se alcanza usándolos, aunque sea en muy pequeñas cantidades, en la economía individual.
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