El conflicto Irán-Israel y el cambio de época en la política internacional
El apoyo de China y Rusia a Irán, en el conflicto bélico con Israel, es el epítome del cambio de época que se registra en la política internacional. Este gesto se expresa en fechas, que marcan una agenda de entendimientos estratégicos globales entre Rusia y China que se hizo pública en Moscú el 22 de marzo del 2023.
Al finalizar su visita de tres días a Rusia, el presidente Xi estrechó la mano a Putin y expresó: “hoy en el mundo se están produciendo cambios geopolíticos, cambios que no esperábamos que se hubieran visto en cien años pero, trabajando juntos tomamos la iniciativa en estos cambios”.
Como bien lo advierte la sinóloga francesa A. Ekman, la frase expresa un compromiso conjunto de cambiar el orden internacional para poner fin a la “hegemonía occidental”. Se trataría de una “amistad ilimitada” anclada en un proyecto común: reducir la influencia de Occidente en las relaciones internacionales.
Pero generalmente se subestima esta “cumbre” de presidentes vitalicios, orientada a liderar el cambio de época generada por el surgimiento de nuevas potencias y expresada en la caída de la participación de los países de la OCDE en la economía mundial: en el 2000 alcanzó el 60% y en el 2022 cayó al 45%.
Estas nuevas circunstancias, que implican la fractura del mundo en dos globalizaciones económicas y tecnológicas, emergieron con fuerza en Ucrania. No se explica la performance rusa en la guerra sin el apoyo de China, una realidad que acaba de ser denunciada por el G7 en la reciente Cumbre de Capri: gracias a Pekín se sortearon las sanciones que los países de la OTAN le impusieron a Moscú.
La entrega de armas y el comercio-particularmente la compra de petróleo a Rusia- explican la consolidación del anillo defensivo de Putin. La vieja preocupación de una envejecida Rusia, por el poder de succión chino, perdió relevancia frente a la prevalencia de un factor político-ideológico: el deseo común de un nuevo orden.
Este nuevo esquema de alianzas se proyecta sobre el Medio Oriente e influye decididamente en el actual conflicto Israel/Irán. Moscú supo tener una relación fluida con Netanyahu -que en parte explica la política de bajo perfil israelí en Ucrania- pero ese vínculo habría perdido intensidad a partir de la guerra en Gaza.
También ocurrieron otros cambios significativos que están influyendo: la Liga Árabe reincorporó al régimen sirio, enemigo histórico de Israel, y a partir de allí también se restableció el puente diplomático con Irán.
En todo ese tramado, China y Rusia operaron armonizadamente en el mundo islámico. Irán ingresó a la Organización de Cooperación de Shangai, se estructuró una red en el Asia Central y se produjo el ingreso de Irán a los BRICS.
En paralelo, en la medida que las relaciones económicas internacionales cayeron bajo la influencia decisiva de la geopolítica, Irán fue logrando acercarse a algunas petro-monarquías, v.g los Emiratos Árabes y el Reino Saudí; potenció su papel de proveedor de armas probadas eficazmente en Ucrania, como los drones que diariamente castigan la infraestructura energética ucraniana, y puso al servicio del “Sur Global” una tecnología financiera especializada en gestionar bloqueos, embargos, fletes fantasmas y transferencias interbancarias que sortean los obstáculos del sistema de pagos Swift.
Este cambio de época influye en la agenda internacional. Ya pocos hablan de globalización y muchos menos de libre comercio. Así el Ministro de Economía francés, Bruno le Maire, acaba de afirmar “que el tiempo de la globalización exitosa se terminó y que en su reemplazo nació una globalización de rivalidades”.
La agenda del comercio se ve sumergida en guerras comerciales que una alicaída Organización Mundial del Comercio no puede gestionar porque la Administración Trump la dejó en estado de coma.
En este panorama, donde comanda la geopolítica, ningún gobierno está dispuesto a perder votos en nombre de la ideología del libre comercio. La ofensiva comercial china basada en necesidad de exportar sus excedentes industriales, por ejemplo en el sector automotriz, baterías y paneles eléctricos, se ha transformado en una amenaza para Europa-particularmente para Alemania- y en los EE.UU en sectores como el acero y el aluminio.
El reciente fracaso en Pekín de la gestión de la secretaria del Tesoro Y. Yellen, puso en evidencia los límites de la cooperación y el peso de los intereses nacionales. Inmersa en problemas económicos, peso de las sanciones externas, desconfianza de los mercados, envejecimiento demográfico, retroceso de la productividad y caída de la demanda, como bien advierte M. Pettis, para China la solución radica en exportar.
Mientras las demandas de seguridad se mundializan, la economía se “arsenaliza”, como escriben H. Farrell y A. Newman en “Under Ground Empire”. China se prepara, sabe que si triunfara Trump aplicará nuevos aranceles con un discurso nacionalista inspirado la mitología del “sentido de América”.
Comparando con su primera campaña, Trump esta vez llegaría a la Casa Blanca con mejores equipos. La Heritage Foundation elaboró el “Proyecto 2025”, se trata de un programa nacionalista al servicio de la mesianización de Trump, que suma religión y familia; control sobre el Departamento de Justicia; transformación de la OTAN y derogación de las políticas climáticas. Todo en línea con el cambio de época.
El autor es profesor de Relaciones Internacionales de las Universidades Di Tella y Siglo 21.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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