Revoluciones y evoluciones
A principios de 2012 hasta el 2014 hubo una serie de televisión titulada Revolution. La premisa de la serie era qué pasaría si de repente, por alguna razón misteriosa, todos nuestros aparatos electrónicos dejaran de funcionar. La serie nos lleva a través de episodios al caos de dicho cambio, la involución de la sociedad a un estado de guerra civil al cortarse las comunicaciones y lo difícil que sería la vida sin energía eléctrica pues ni siquiera los vehículos de combustibles funcionarían por algún misterioso motivo que más tarde en la serie se rebela es el uso de nanotecnología que bloquea cualquier flujo eléctrico. Esto hace que cualquier tipo de autogeneración eléctrica como podría ser un alternador de un vehículo para generar energía para las bujías, sea imposible y por lo tanto ni siquiera cosas que podrían funcionar sin energía autogenerada o almacenada en baterías, funcionen.
La serie es del género post apocalíptico y nos hace reflexionar sobre lo que pasa cuando todo lo que conocemos desaparece de repente. A pesar de lo fantasioso que podría ser esto, no es un hecho imposible sobre sus consecuencias, y es algo que ha pasado a lo largo de la historia. La principal dificultad a veces es saber qué es lo que causa el colapso de la civilización, pues cuando esto sucede quedan pocos registros históricos o si quedan algunos, como fue en el colapso del imperio romano, no hay un determinante de cuáles fueron sus causas reales. Mucho se discute si el colapso del imperio romano fue consecuencia de las continuas invasiones bárbaras de los Alanos, los godos, los ostrogodos, los visigodos. Otras razones podrían estar en la peste que circuló en el siglo V, después de la desaparición del imperio y que destruyó cualquier posibilidad de que el imperio resurgiera. Otros historiadores van un poco más atrás y ven las semillas del colapso en el continuo mal manejo económico y el populismo de sus gobernantes, que llevó al imperio romano a situaciones de pobreza y hacinamiento nunca vistas en su historia. He estado leyendo al respecto y otra de las posibles causas del colapso de los romanos y su imposibilidad de pasar al siguiente paso de la evolución, lo que sería un desarrollo industrial, fue por su actitud complaciente hacia la existencia de la institución de la esclavitud.
Con la caída del imperio romano se entró a la Edad Media y muchos de sus avances en urbanística, salubridad pública, organización política, tardarían en reaparecer por lo menos otros 1000 años en Europa, y aunque hubo remansos de civilización en pequeños estados como pudo haber sido el imperio Bizantino, la mayor parte de Europa cayó en un periodo de estancamiento y subdesarrollo en donde solo los monasterios medievales se convirtieron en faros de conocimiento que cuidaban de la civilización, los hallazgos científicos y los libros, al mismo tiempo que fueron fuentes de piedad y religión. Esto comenzó a cambiar con los intentos de Carlomagno de levantar su propio imperio en el Siglo IX, las ciudades estado como Venecia, las ciudades italianas del Renacimiento, las ciudades medievales basadas en el desarrollo comercial. No hubo un imperio como el romano hasta el Imperio español del Siglo XV.
Por otro lado, existen revoluciones que son verdaderas tragedias como la Revolución Francesa de 1789, que destruyó un régimen que estaba ciertamente viciado, pero que lo reemplazó el régimen del terror y la violencia de las ejecuciones sumarias y la guillotina. Luego devino en el periodo despótico de Napoleón, la Revolución de la Independencia de la América Hispana (debido a la invasión de España por parte de Napoleón), muy diferente a la independencia de las colonias norteamericanas, o más recientemente la Revolución Rusa de octubre de 1917, el caos de la Segunda Guerra Mundial por las pretensiones de los nazis y su Revolución Aria, o los intentos imperialistas japoneses; la Revolución Cultural china de 1949, la Revolución marxista de Camboya por parte de Pol Pot. Estas revoluciones fueron muy sombrías y lo único que causaron fue destrucción, muerte, hambre, genocidio e involución.
Estas revoluciones con mayor o menor grado siguen afectando al mundo moderno. Y es que las revoluciones tienen eso, que son impredecibles y de consecuencias absolutamente destructoras. Destruir es relativamente fácil, una regulación pequeña aquí y otra allá, pueden hacer que un mercado o una comunidad no pueda salir del subdesarrollo. O peor aún: que nunca pueda desarrollarse. Obligar a la gente por decreto a hacer algo que no quieren es fácil si se tiene los medios represivos a la disposición. Si no, véase la maraña regulatoria que existe aún en Hispanoamérica o África que sigue lastrando el desarrollo de estos continentes.
Hay revoluciones pacíficas, que preferiría llamar evoluciones, en las cuales el progreso es una constante y de una manera u otra va construyendo sobre los triunfos del pasado y la actitud de apertura al conocimiento, el desarrollo económico, y donde el progreso material y cultural sucede de manera orgánica y sin mayores cambios abruptos. Avanzan sobre logros anteriores que no destruyen el pasado, aunque a lo mejor sí lo cambian completamente, pero con un gran consenso social.
Construir toma tiempo y es un camino arduo que requiere sacrificios y que está lleno de errores y retrocesos. No solo eso, el progreso requiere mucho ahorro, trabajo, capacitación técnica, un marco jurídico adecuado, frugalidad en las finanzas públicas, pero por sobre todas las cosas: libertad, estabilidad y credibilidad que no se da de la noche a la mañana pues requiere una trayectoria que lo demuestre y lo asegure. El progreso también requiere de virtudes y normas sociales que sean congruentes con el mismo. No quiere decir que el desarrollo sea imposible de lograr, pero sí requiere muchos elementos presentes mucha innovación y un amplio consenso social.
Es muy fácil hablar de revolución sin hacer distinciones en qué tipo de revolución buscamos. Una de las revoluciones que más ha tenido impacto en el desarrollo humano, no ha sido una revolución política o una revolución violenta (Revolución Francesa). Esta revolución no ha tratado de cambiar por completo la naturaleza del ser humano y no ha sido tampoco una revolución que ha buscado crear un hombre nuevo (marxismo). Esta revolución ha sido una revolución que por sobre todo ha sido un cambio que ya en 1776 Adam Smith avizoró con su descripción de que la división del trabajo y las ventajas del comercio llevaría a la “Riqueza de las Naciones”.
Los últimos 250 años han incluido muchas revoluciones, pero sin duda los países que más han avanzado por el camino del desarrollo y florecimiento humano son aquellos que han andado por el desarrollo de una cultura comercial y de apertura al intercambio libre y voluntario.
Aquellos países en los cuales prima la protección del derecho de propiedad, el libre intercambio, la libertad, la empresa privada, es donde se desarrolla la democracia y el ser humano florece. Aquellos casos en los que, a través de la violencia, la violación de los derechos de propiedad y la ausencia de democracia se trata de mejorar la condición humana, lo único que se logra es el subdesarrollo, la miseria, la pobreza y la desigualdad.
Esta es la verdadera revolución de los tiempos modernos: el haber logrado en un corto periodo de tiempo, comparado al resto de la historia de la Humanidad, salir de la miseria y la pobreza con gran rapidez. Alguno dirá, eso solo en ciertos países, pero qué hay de la mayoría de la población. La pobreza y la miseria se da en aquellos lugares donde no se ha dado esta revolución de comercio y libertad y más bien han acudido a revoluciones violentas que violan la libertad y la dignidad humanas. Además, no hay que olvidar que la pobreza y la escasez son las condiciones humanas naturales y que la riqueza y la abundancia son fruto del trabajo en libertad y en la paz.
Si queremos aumentar el florecimiento humano, seguir creciendo y desarrollándonos, hay que ir en contra de las barreras al comercio y a la libertad y de una vez por todas desechar teorías fallidas del desarrollo que buscan el progreso humano mediante la revolución violenta y negando la naturaleza del ser humano.
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