El índice Big Mac
Mac Donald’s le debe el éxito de sus inicios a su estricta puntillosidad. En la década de 1960, ya había otras cadenas de comida rápida que tenían las mismas reglas de higiene y preparación de los alimentos en todos sus locales. Pero ninguna las aplicaba con tanta rigurosidad, según el libro McDonald’s: Behind the Arches, la historia de la compañía contada por John Love.
Los locales de McDonald’s controlaban con ácidos el contenido de grasa de la carne, y sus supervisores itinerantes usaban hidrómetros para verificar que las papas no fueran demasiado acuosas. En una planta de suministros de la India, este corresponsal una vez conoció a una técnico de laboratorio proveniente de Colombia cuya tarea era chequear el color, olor, sabor y “sensación en boca” de las papas fritas.
El resultado de ese fanatismo es la uniformidad: el Big Mac es más o menos igual en todas partes. Sin embargo, y ahí está lo interesante del asunto, su precio no. En Estados Unidos, el Big Mac cuesta 5,69 dólares. En la eurozona, el costo es equivalente a 6,09 dólares. Y en Taiwán, cuesta apenas 2,28 dólares, menos de la mitad. Esta publicación viene comparando el precio del Big Mac desde 1986. El objetivo no es solo encontrar el mejor precio, sino también poner a prueba un importante principio económico, conocido como “paridad de poder adquisitivo”.
Según este principio, el valor de una moneda debería reflejar su poder adquisitivo: su capacidad de compra de bienes y servicios, incluidas las hamburguesas. Si algo cuesta 50 coronas suecas en Suecia y eso mismo cuesta 5 dólares en Estados Unidos, entonces 10 coronas suecas deberían valer 1 dólar. Si valen menos, según nuestro parámetro de referencia, la corona está “subvaluada” frente al dólar. Uno de los problemas que se presentan cuando uno quiere poner a prueba ese principio es la dificultad de encontrar exactamente el mismo producto en países distintos. Pero en el caso del Big Mac, ese problema en particular queda resuelto gracias a los degustadores y controles de calidad de la cadena de suministro de McDonald’s.
¿Y qué nos muestra la última comparación de precios de las hamburguesas? Que en el mercado de divisas, algunas monedas, incluidas la libra esterlina, la corona sueca y el dólar canadiense, se negocian por aproximadamente lo que puede esperarse dado su poder adquisitivo. Sin embargo, hay otras monedas que desafían ese básico principio económico. Una minoría de esas monedas está “sobrevaluada”: valen más de lo que justifica su capacidad de compra de una hamburguesa. Si convertimos el valor en dólares de una hamburguesa a la moneda de Suiza, el resultado son apenas cinco francos suizos. Con eso alcanza para comprar alrededor del 70% de una hamburguesa, algo así como un Mid Mac.
Los países ricos suelen ser caros, porque una pocas industrias altamente productivas y rentables hacen subir los salarios de todo el mercado laboral. Eso eleva los costos y los precios de sectores menos productivos protegidos de la competencia extranjera. Por eso nuestro índice Big Mac también tiene una versión “ajustada”, que muestra si una moneda está más desequilibrada de lo que cabría esperar en función del PIB per cápita de ese país. Incluso con esa medición “ajustada”, Suiza sigue siendo cara. Y hay otra anomalía: la Argentina. El peso argentino está sobrevaluado a pesar de que el país no es rico. Al tipo de cambio oficial, por 5,69 dólares se pueden comprar más de 5300 pesos. Parece mucho, hasta que uno advierte que un Big Mac cuesta 6100 pesos, frente a los 3150 pesos de hace apenas siete meses.
Esas anomalías podrían simplemente reflejar una falla en nuestro índice. Tal vez el precio del Big Mac no sea representativo de los precios de la economía de otros lugares. Después de todo, en la vida no todo son hamburguesas. El Banco Mundial lidera una iniciativa mucho más abarcadora y sofisticada para comparar el precios de cientos de productos similares en todo el mundo. ¿Sus resultados contradicen los nuestros?
En realidad, no. Los dos conjuntos de datos tienen un coeficiente de correlación de casi 0,7, donde 1 indica una correlación perfecta. Un puñado de países, entre ellos Uruguay, Noruega y, de hecho, Argentina, parecen sobrevaluados a juzgar por los precios de las hamburguesas, pero subvaluados en mediciones más amplias. Sin embargo, incluso en Argentina, esa brecha de discrepancia se está reduciendo. Después de devaluar el peso más de un 50% en diciembre, el presidente argentino Javier Milei solo permite una suba del tipo de cambio del 2% mensual. Eso no alcanza para compensar el aumento de los precios al consumidor, que en junio subieron un 4,6%. Así que cualquiera que llegue a Argentina con dólares en el bolsillo y ruido en el estómago probablemente tratará de vender sus dólares en el mercado informal, donde con 5,69 dólares pueden obtenerse unos 7600 pesos, suficiente para comprar una hamburguesa y hasta te dan vuelto.
Se mida como se mida el poder adquisitivo de una moneda, los expertos en estadística siempre se enfrentan al dilema entre amplitud de la muestra, su coherencia y su actualidad. Los cálculos del Banco Mundial son mucho más amplios que los nuestros, pero cuentan con gran cantidad de personal estadístico y, en el mejor de los casos, son publicados solo cada tres años. Nuestro índice Big Mac es obra de un puñado de personas y los difundimos cada seis meses. En resumen, nuestro índice ofrece mucho poder explicativo a bajo costo. A pesar de toda la atención que atrae, es probable que nuestro índice Big Mac siga estando subvaluado.
Traducción de Jaime Arrambide
- 28 de diciembre, 2009
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- 16 de julio, 2015
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