Madrid

Escribo estas líneas en un vuelo de regreso de Madrid, a donde resido habitualmente. He pasado disfrutando varios días de la cultura española. Siempre que voy a España trato de visitar lugares nuevos que no he conocido antes, para aprovechar de la mejor manera el viaje que no siempre es por placer y es más por trabajo. Una de las cosas que sorprenden de esta ciudad, sin importar el día, la hora o la época del año, es su efervescente vida callejera, cultural y de actividades es posible disfrutar cuando uno la visita. La ciudad a través de las diferentes épocas en que la he visitado está llena de turistas sin excepción, y de extranjeros que van a Madrid con la esperanza de poder perseguir los sueños que sus países o ciudades les ha negado por la creciente limitación que experimentan por situaciones políticas o económicas que sufren en sus países de origen.

Conocí en este viaje el caso de una pareja de exitosos empresarios venezolanos que como muchos salieron de su país y, también como muchos, llegaron con una mano adelante y la otra detrás. Lo único que tenían era unas ganas increíbles ganas de no repetir lo que habían sufrido en su país. Empezaron haciendo trabajos considerados básicos, como repartidores de comida o meseros de restaurant. Sin embargo, al cabo de poco más de 6 o 7 años, pues abandonaron Venezuela en el 2017 y el 2018, son hoy en día empresarios que organizan eventos, alquilan equipos audiovisuales para eventos y en definitiva se podría afirmar que lograron florecer en esta ciudad. España no está exenta de problemas o de dificultades, pero aún hoy es posible superarse con una buena dosis de trabajo, ingenio, y ganas de superación. La comunidad de Madrid es en España una de las más amigables para el entorno empresarial y para todo aquel que quiera reiniciar su vida allí. Esto no quiere decir de ninguna manera que todo es color de rosas, pues la crisis política y la negación del gobierno de gobernar dentro del estado de derecho y su voluntad de pactar con separatistas a costa de desvergonzadamente alcanzar sus objetivos políticos, ha ralentizado la economía española y esta se ha convertido en una de las que menos crece dentro de la comunidad europea de naciones.

A pesar de todo, no solamente se pueden emprender negocios en Madrid, el componente cultural español es bastante abundante, empezando por su diversa y amplia oferta gastronómica, pues la gastronomía es cultura, al igual que la música, el teatro, la lectura o la escritura. Esto de que la gastronomía es cultura fue algo que le oí mencionar a Alvaro Vargas Llosa en una conferencia de uno de los eventos a los que asistí, y es algo que no había caído en cuenta. No se trata solamente de hacer comida, si no también de brindar a los comensales otro placer de los sentidos que no solamente alimenta el cuerpo, si no también el alma. Su comentario me recordó la misión del chef José Andres, español residente en Washington DC, dueño de varios restaurantes de alta gama, y fundador de World Central Kitchen, una fundación sin fines de lucro que prepara comida sencilla pero deliciosa y bien hecha y sin necesariamente ser costosa o de lujo, para víctimas de desastres naturales o para personas que viven en lugares que sufren guerras. Una de las cosas que decía, en alguna entrevista era más o menos que la comida no tiene por que ser mala o desabrida y de hecho, alegra el alma y promueve el florecimiento humano, en medio de las tragedia. Poder degustar algo bien hecho y que tampoco ha costado demasiado, es sumamente importante para curar a quienes son víctimas en esos momentos de tragedia.

Madrid, por supuesto, no sólo es comida. También es arte al contar con museos e instituciones que por relativamente módicos precios ofrecen un amplio acceso. Incluso los museos más grandes tienen horarios en los cuales es gratis por un par de horas antes de su cierre en determinados días de la semana. Uno pensaría que esos museos pasan vacíos en sus días de cobro y abarrotados en los días que son gratis, pero lo cierto es que, a toda hora, de pago o no, sus galerías están llenas de turistas y locales admirando obras de arte de Francisco de Goya, El Greco, Diego Velázquez o Rubens por mencionar los más famosos. Sin embargo la oferta es sumamente extensa y es una pena cuando los turistas o los locales se lo saltan al considerarlos aburridos. No se necesita tener un gran conocimiento de historia del arte para disfrutarlos y hasta se puede aprovecharlos para mensajes en redes, en esta época de expresión con stickers o imágenes a otros comentarios de nuestros interlocutores, cosa que me divirtió mucho el fin de semana al responder a mensajes con fotos de cuadros que tenían personajes muy expresivos, como un sticker de “ja, ja” hecho con la imagen del Tío Paquete de Francisco de Goya. Qué se iba a imaginar el Gran Goya que 200 años más tarde una de sus pinturas sirviera como el sticker perfecto para responder a un comentario gracioso en redes.

Ni se diga de las ventas de libros nuevos o usados que abundan en la ciudad y que casi siempre también están abarrotadas de clientes y con precios sumamente módicos. Incluso en los mercadillos o baratillos tan tradicionales como el afamado y tradicional Rastro, de venta de cosas de segunda mano en el barrio la Latina. No solamente se encuentra toda clase de ropa o de trastos viejos, si no también libros y música callejera en vivo de calidad profesional. Todo esto con calles tan atestadas de gente que parecía que todo Madrid se encontraba en dicho sitio. Este año no vi el festival de la Mesta, o festival de la Trashumancia, que celebra una costumbre típica de la España Medieval. Antiguamente, antes del descubrimiento de las Américas, España producía uno de los tejidos más finos y preciados en toda Europa, la lana Merino, que era comerciado por los mercaderes en los mercados más importantes de la Europa medieval. Esta se elaboraba con el pelaje de las ovejas merino, un pelaje claro y muy fino. Durante el verano estas ovejas vivían al norte del país y conforme se acercaba el invierno los ganaderos o pastores comenzaban un largo periplo de llevar dichas ovejas hacía el sur de España, donde hay un clima menos frío que en el norte. Esto implicaba movilizar a pie, no en carretas, millares de ovejas, y para esto las asociaciones pagaban a cada villa o asociación un derecho de paso para circular con estas ovejas por sus centros urbanos. Curiosamente este festival se sigue realizando en Madrid, y aunque dudo que las ovejas se transporten por miles de la misma manera, no menos cierto es que por lo menos mantienen la tradición de pasear las ovejas en enormes rebaños, saliendo de la Finca Real, al otro lado del río Manzanares que atraviesa la ciudad y las llevan por la calle Mayor, la Plaza Mayor, la Gran Vía y la plaza de Cibeles. Las ovejas van seguidas por los miembros de la asociación ganadera, pastores, niños y mujeres, vestidos a la antigua usanza, cuyos vestidos a veces resultan ser muy similares en colores y diseños a los trajes típicos que los indígenas americanos usan hasta el día de hoy. No solamente van caminando a los lados y en frente o por detrás, luciendo sus vistosos trajes, pero muchos van tocando instrumentos tradicionales y brindando todo un espectáculo a quienes se paran a lo largo de este recorrido. O, como en mi caso por casualidad, sin conocer de dicho festival, hace un par de años cuando visité Madrid en Octubre. Esta vez me quedé con las ganas de verlo nuevamente pues la oferta cultural es tan amplia y el tiempo es tan corto en estas visitas que preferí conocer esta vez el famoso Rastro madrileño que ocurre todos los domingos.

Y esto que vengo comentando sobre la vida cultural de Madrid y que algún escritor especializado en viajes podría relatar de manera más viva y más interesante, viene a cuenta de que uno de los pilares del Florecimiento Humano (flourishing) es uno de los temas que promueve el Archbridge Institute, institución que auspicia Mirada Sur. En la visión de Archbridge Institute, para que haya Florecimiento Humano no sólo es necesario el aspecto económico, si no también el aspecto psicológico y el aspecto cultural para lograrlo. Esto viene a ser como el andamiaje sobre el cual se construye el florecimiento humano.

La definición de Archbridge sobre el concepto de florecimiento humano viene a ser:

Lo que les he relatado de Madrid y España en general, es solo posible en una ciudad o país que gracias a la libertad que se tiene, a las condiciones institucionales existentes, tal como lo resaltan Hayek, Douglas North y los más reciente premios nobeles de economía Acemoglu, Robinson y Johnson sobre el rol de las instituciones, es que el florecimiento humano se da si es que hay las instituciones que lo fomentan y promueven. Y a diferencia de los más recientes nobeles que no indican cuales son las instituciones más beneficiosas para esto, soy de la idea mas cercana a lo que tenían Hayek y Douglas North que esto solo se da en un ambiente de respeto al estado de derecho, la libertad económica, y poca o muy justa regulación. El resto viene por añadidura y por la importancia que le den sus conciudadanos y autoridades a la cultura y a un ambiente de responsabilidad individual. Si nos enfocamos en eso en vez de subsidiar la cultura por parte del gobierno y en permitir que los ciudadanos de un país actúen en libertad cuando tienen ideas de negocios seguramente alcanzaremos un gran nivel de cultura y un gran florecimiento humano.

@romulolopez

@MiradaSurCLA