Del conocimiento
La fuente de todo conocimiento humano es la evidencia que del mundo le dan sus sentidos. El objeto percibido o percepto o fenómeno (lo que se muestra inmediatamente, del griego fainein = mostrar, hacer visible), constituye el punto de partida y la base de su conocimiento: el darse cuenta directamente de entidades, sus atributos y sus acciones. El conocimiento es un proceso de ordenar automáticamente el material provisto por los sentidos en perceptos o fenómenos y luego clasificar estos por apercepción en conceptos.
Conocimiento conceptual
El conocimiento conceptual sobre los hechos se crea mediante un proceso de pensamiento noético, un proceso activo de apercepción. La razón puede saber algo de la naturaleza, no a la manera de un escolar que deja al maestro decir cuánto le place, sino como verdadero juez que obliga a los testigos a responder a las preguntas que les dirige. Por la percepción o intuición empírica nos es dado un objeto; por la apercepción es pensado en relación con esta representación, como pura determinación de la mente. Los elementos de todo nuestro conocimiento son la intuición y los conceptos; de tal modo que no existe conocimiento por conceptos sin la correspondiente intuición o por intuiciones sin conceptos.
El proceso empieza con la observación. Observar no es ver detenidamente. Observar es preguntar. Esto lo he ilustrado a mis alumnos de la universidad, quienes por años han subido las gradas que unen un piso con otro. ¿Cuántos peldaños hay entre los pisos? Pregunto, nadie lo sabe. Todos han visto las gradas, pero ninguno las ha observado. Ninguno se ha preguntado: ¿cuántos peldaños hay? Observar es poner atención en las situaciones, es elegir sobre qué preguntar y enfocarse en los detalles para establecer los hechos, ya sea sobre cosas, atributos o eventos.
Objeto
Ni el ente en sí ni la sensación en sí son objeto. Objeto es todo aquello a lo cual se dirige el acto consciente de un sujeto, y como tal es cognoscible o apetecible. El objeto del pensamiento noético es exactamente lo mismo que en sentido estricto uno percibe. Es apercepción o reflexión sobre el objeto percibido. El proceso consiste en identificar, por medio de notar diferencias y similitudes entre objetos percibidos; relacionarlos en una unidad sintética por sus similitudes y diferenciarlos de los objetos disímiles en el atributo seleccionado como esencial. La esencia no es metafísica, sino que epistémica. Esta unidad sintética es el concepto. Pero nuestros conceptos o ideas son el medio, no el fin, de nuestro conocimiento. Nos conectan con el mundo.
Cuando conceptualizamos a partir de entes concretos, relacionamos existentes, agrupándolos por sus similitudes, omitiendo sus diferencias específicas, considerando a los existentes como “unidades” de la clasificación. El “grupo o clasificación” solo existe en la mente, pues en la realidad fáctica solo existen cosas individuales. El concebir a unos existentes como “grupo” y una “unidad” como un existente considerado como un miembro separado de un grupo de miembros similares, es una manera humana de apreciar las cosas, una forma de pensarlas, una categoría epistémica. Las unidades son clasificadas de acuerdo con una característica conmensurable, según una categoría común. El concepto, resultado de esta clasificación, es una unidad mental, “un todo”, una integración o síntesis de información variada de los referentes del concepto.
Categoría.
La «categoría», del verbo griego kathgorein que significa «enunciar, afirmar», expresa los diversos modos de enunciación o de juicios, es decir, de pensar las cosas, cuya función es ordenar diferentes representaciones bajo una común a todas ellas.
Al observar, básicamente, uno pregunta qué se puede enunciar del objeto, por ejemplo, de Verónica. ¿Qué es esto? Esto es un ente, una mujer. ¿Cómo es? Su cualidad es ser blanca, trigueña, de ojos verdes, delgada. ¿Dónde está? En un lugar, el aula. ¿Hace cuánto? Hace tiempo, media hora. ¿Qué tiene puesto? Un vestido, falda y blusa rojos. ¿Cómo está? Su postura, sentada. ¿Qué hace? Su acción toma notas. ¿Qué le pasa? ¿Qué padece? Su pasión está siendo vista. ¿Cuánto mide? La cuantidad de centímetros, ciento sesenta. ¿Similitud con qué tiene? Semejanza, con Sofía. Las categorías aludidas son entidad, unidad, totalidad, cualidad, lugar, tiempo, vestido, postura, acción, pasión, cuantidad, relación. Son corolarios de las categorías axiomáticas, omnipresentemente evidentes, de existencia, de identidad y de causalidad. Se enuncian como tautologías, donde el predicado reafirma al sujeto: «existencia es todo lo que es», «lo que es, es, y lo que no es, no es», «efecto es consecuencia de lo que el agente es».
Las categorías axiomáticas no tienen contrarios. Una no-entidad no es el contrario de la entidad. La no-entidad simplemente no existe. El contrario de «mesa» es «no-mesa» y una «no-mesa» no es algo específico, por ende, no existe. Ayn Rand se equivoca cuando afirma: «El contrario del concepto «mesa»» – una no-mesa – es todo otro tipo de existente».[1] Si pido a alguien que me alcance una no-mesa no sabrá a qué me refiero. Si me alcanza una silla, diré que eso no es lo que quiero. Si me alcanza un bolígrafo, le diré que eso tampoco es lo que quiero. Así podríamos continuar indefinidamente, pues una no-mesa no es algo específico. Simplemente, no es, no existe.
Hay que notar que el contrario de algo no es una negación. Toda negación debe necesariamente ser verdadera o falsa, y la expresión «no-hombre», si no se le añade algo, no está más cercana a ser verdadera o falsa que la expresión «hombre». Decir que algo es «no-mesa», no es lo mismo que decir que algo no es mesa. De la mesa puedo decir que no es hombre, pero no puedo afirmar que la mesa es un «no-hombre», porque no lo es.
La categoría ‘cualidad’, en cambio, sí tiene contrarios. Una ventana puede estar «abierta» o «no-abierta». No-abierta es una condición posible, que denominamos cerrada. También admite más o menos. Se puede ser más o menos culto, más o menos alto, más o menos moreno, etc.
Todo enunciado o proposición afirma la existencia de algo que es o no es el caso. La esencia de la proposición es la aplicación de un concepto a hechos observados. La observación perceptual es la forma básica de descubrir lo que son las cosas. La proposición más simple y primaria clasifica una entidad según una categoría. Básicamente, el enunciado conceptualizador es: «Este ente es similar o no lo es a estos otros en este aspecto (categoría)».
Las categorías a priori son el equipo mental que le permite al humano pensar y, por tanto, crear conocimiento. Su validez o verdad no puede probarse ni refutarse, como se puede, de la proposición a posteriori, precisamente por ser el instrumento que nos permite distinguir qué es verdad de aquello que no lo es.
[1] Ayn Rand. Introduction to Objectivist Epistemology. 6 Axiomatic Concepts. 77. USA. Mentor. 1979
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