Ideología y política
Ecuador, abril 16 de 2016, muchas familias están en sus casas un sábado por la noche cenando o empezando a hacerlo, muchos en compañía de familiares o amigos pues es lo usual juntarse el fin de semana para disfrutar de una reunión entre amigos. La tierra tiembla, nada raro en este país donde los temblores y los terremotos son parte de la vida que ocurren en cada cambio de estación por cambios de humedad o con cierta frecuencia por estar en el cinturón de fuego del océano Pacífico. A nadie le agradan, pero tampoco son eventos desconocidos.
Al principio, muchos no se mueven o se refugian debajo los marcos de las puertas o debajo de las mesas pues si algo llegase a caer es donde estarían protegidos en caso de colapso de la infraestructura. Pero este movimiento telúrico es diferente es más fuerte que lo usual y es más largo. Muchos empiezan a salir a la calle en Guayaquil asustados como es normal en estas situaciones. Leo via redes que es como estoy viviendo el terremoto en vivo dado mi preocupación por mi familia anécdotas graciosas de gente que a esa hora quienes, por cosas del destino, se encuentran bañándose y que algunos finalmente alarmados por la larga duración e intensidad del terremoto salen desnudos despavoridos o cubiertos solo por una toalla o en el peor de los casos se quedan tirados en el piso de las duchas incapaces de levantarse por estar resbalosos y enjabonados. Pasado el susto y las usuales réplicas de temblores todo el mundo comienza a comunicarse via redes sociales a preguntar si todos están bien. Un puente caído en la ciudad mata y atrapa a quienes en ese momento circulan por abajo, algunos edificios con evidentes daños en su fachada con rajaduras se temen que colapsen por su inestabilidad. Aparentemente a pesar de la fuerza está oscuro no ha pasado mayor cosa en Guayaquil, ni muchas vidas se han perdido, siete en total, aunque muchos están en la calle. No más allá de media hora comienzan a llegar imágenes de otras ciudades, principalmente de Pedernales y Manta, donde las imágenes son desoladoras. En Manta, su centro se ha caído en pedazos, imágenes de devastación.
Vía redes llegan imágenes alarmantes, casas caídas, todo a oscuras, dan ganas de llorar. Algunos con familiares en Manta toman sus vehículos y salen a toda velocidad a la carretera a buscar a familiares que no responden a sus móviles. Un viaje incierto y de 3 horas de Guayaquil a Manta sin saber el estado de la carretera si es transitable o no. La falta de comunicación, en muchos casos es por el colapso de las comunicaciones debido a la caída de sistemas de telefonía o simplemente el hecho de que todo el mundo está tratando de comunicarse. Llega el día siguiente la magnitud del desastre es evidente, un espectáculo dantesco. El gobierno demora en reaccionar, aparecen ciudadanos de otras ciudades, de la misma Manta o Pedernales que se organizan. Piden ayuda, piden agua, piden comida, perros de rescate para sacar a los aún vivos en medio de los escombros, piden filtros de agua por redes sociales a quienes vivimos fuera que se pida por Amazon, Home depot, de donde sea. Se organiza la más grande tarea de abastecimiento, en la historia del país para los damnificados del terremoto. La respuesta ciudadana es espontánea y generosa. Aparece gente sin ningún tipo de conocimiento de logística que organizan camiones y las empresas aportan alimentos y artículos de primera necesidad para enviar en convoyes de camiones particulares, buses de ruta. Nombres como los de Karla Morales que crea el “Comité de Crisis” con los CEO de las empresas privadas de Guayaquil quedan grabados como la persona que sin ser parte del gobierno u organismo estatal organizó la mayor respuesta ciudadana de todos los tiempos sin apoyo o ayuda logística del gobierno, no fue la única por supuesto, hubo muchísimos más que apoyaron anónimamente. El gobierno reacciona tarde, se dan cuenta del error cometido, comienzan las labores de rescate, sin embargo, queda un mal sabor de boca, pues el gobierno no ayuda, entorpece, apunta dedos para todos lados, prohíben ayudas no aprobadas o sancionadas “oficialmente”. Suben los impuestos para pagar las labores de rescate y reconstrucción. A la fecha nadie sabe qué pasó con los fondos del terremoto que recaudó el gobierno. Imágenes del entonces presidente Rafael Correa, gritando y gesticulando exageradamente como acostumbra “aquí nadie me llora o se me va detenido”, abusando verbalmente a los damnificados, que desesperados le gritan y le piden agua, comida, quedan en la memoria colectiva. Una raya más a casi 9 años de correísmo, de abuso, intolerancia, sectarismo, ideología del socialismo del siglo XXI. Más de ochocientos muertos deja el balance final de la tragedia, muchos desaparecidos en los escombros o tragados por la tierra para siempre.
Mayo del 2017, termina Rafael Correa su mandato frente a la impopularidad que enfrenta por el pésimo manejo del desastre natural, la subida de impuestos y la paralización del gobierno ante la falta de fondos debido al colapso de su modelo económico que depende esencialmente de un gran componente de gasto estatal financiado por altos precios del petróleo que colapsan en aquella época con el advenimiento de otras tecnologías como el auge del fracking en los Estados Unidos (2010-2015), que hace que haya abundante petróleo en pozos considerados secos y que caigan los precios del petróleo a nivel mundial. Las encuestas lo convencen de que de seguir en el poder lo único que lograría sería la desacreditación total del modelo político del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI). En un desesperado esfuerzo por recuperar la popularidad decide no postularse y esperar cuatro años para seguir adelante, eso sí designando a dedo su sucesor, para que le guarde el puesto. Grave error, queda al mando por elección popular en unas elecciones cuestionables su vicepresidente, Lenin Moreno, que lejos de seguir el mismo rumbo, ante la realidad del desfalco y la ausencia de fondos, comienza la aún incompleta tarea de cambiar de rumbo político y que termina con el vicepresidente Jorge Glass preso por corrupción y muchos exfuncionarios acusados de corrupción. A la fecha, Correa no ha podido reelegirse o lograr que un candidato de su partido salga reelecto. Pero tampoco ha dejado de tener influencia en la política local, a pesar de que los gobiernos subsiguientes no han podido recuperar al país, nadie en su sano juicio quiere el regreso a la presidencia de este siniestro personaje o su partido. Son un sector fuerte dentro del escenario político ecuatoriano, aproximadamente 30% de voto duro, sin embargo, preferible cualquier cosa antes que elegirlo de nuevo. Si llegase a regresar, el o su partido a la Presidencia será por incompetencia de la oposición, no por su gestión pasada.
Valencia, España, octubre 29, 2024 más o menos la misma hora, 8 años más tarde, muchos en sus casas o regresando a las mismas, aún de día, aunque el sol a punto de ponerse. Ha estado lloviendo sin parar desde la mañana. El presidente de la comunidad valenciana, Mazon, celebra opíparamente y es inalcanzable, la burocracia no sabe qué hacer, se debate emergencia o no, como le avisamos a la gente. Los radares de dicha comunidad, de responsabilidad de un ente nacional, no están en funcionamiento, quien sabe por qué razones han dejado de operar ya hace algún tiempo. Finalmente, pocos minutos antes de la tragedia sale una alerta desconocida para la población a través de celulares y otros medios, todo el mundo a sus casas, dejen las carreteras, suban a sus casas o busquen puntos altos lejos del cauce de los ríos. La gente sin entender la magnitud de la catástrofe que se acerca trata desesperadamente de rescatar sus vehículos de la calle y los parqueaderos que empiezan a anegarse de agua, se notan ya los primeros signos de lo que está por ocurrir. Correntadas de agua que cae alcanza niveles históricos, es una dana o gota fría, una depresión climática típica en el mediterráneo por el choque de aire caliente del mar y la corriente de aire frío del norte pues se acerca el invierno. Se empieza a entender la magnitud del desastre que se avecina, la gente graba con sus mobiles imágenes impactantes desde sus balcones, como los carros son arrastrados por la correntada de agua y lodo. Se comparten las imágenes por redes sociales que está ocurriendo una tragedia de dimensiones incalculables. Gente en sus carros atorada en las salidas de los parqueos, en las calles trata de ver como huyen como pueden, mientras sus vehículos se cubren de agua y son arrastrados por la correntada de lodo, palos, ramas secas. Los ríos comienzan a ser demasiados caudalosos y sobrepasan puentes que colapsan o desfiladeros secos que de repente están llenos de agua. Se teme lo peor, es la noche más larga de Valencia.
Para la lluvia, amanece y las imágenes son impactantes, nadie cree lo que ha pasado. La mitad sur de la ciudad de Valencia cubierta de lodo. La mitad norte parece no sufrir mayores daños. Una represa hecha en la época de la dictadura franquista después de una dana similar en 1957, aún no derribada, ha evitado la catástrofe. Al sur de la ciudad, no protegido por la represa el panorama es distinto. Es más, se descubre o se resalta que España en su celo cumplidor de los objetivos de Unión Europea del 2030 ha sido el país que más ha derribado represas antiguas y obsoletas, más de doscientas represas, para permitir que los ríos recuperen sus cursos naturales. Todo sea en pos de la histeria por el cambio climático. Hay que respetar a la madre naturaleza, y no recoger o quemar los desechos normales de la caída natural de la vegetación. No hay que limpiar los canales, y hay que dejar que los ríos fluyan naturalmente. Hay que recuperar a la pacha mama, a Gaia, a la madre naturaleza. Deshacer los avances de la civilización y destruir esas moles feas de concreto que la regulan y la controlan. El fenómeno no es exclusivo en España, pasa en Estados Unidos, en California, la cuna del progresismo climático. Tampoco se recogen los desechos vegetales de los bosques que se convierten en combustible para los incendios, que con bastante regularidad asotan ciudades cuando llega la temporada seca. El mundo desarrollado parecería empecinado en que para lidiar con el cambio climático hay que dejar la civilización abandonada y que si así la naturaleza mata a quienes se encuentran en su camino, pues que así sea. La estupidez en su máxima expresión los seres humanos tenemos menos valor que la madre tierra, la Gaia o los objetivos del 2030. Pero el problema no solo está en lo que han dejado de hacer, está en la respuesta de sus gobiernos y élites progres.
Al igual que en Ecuador, en España la respuesta ciudadana es inmediata, por redes sociales los jóvenes (mas de 100,0000) se auto convocan y vienen de todo el país por mensajes de redes. Aparecen con poco más que palas y baldes. Francia ofrece ayuda, otros países ofrecen ayuda humanitaria. Se organiza la respuesta ciudadana, patriótica y desinteresada que se pueda esperar. Mientras tanto el gobierno, enfrascados en nombrar los nuevos consejeros de RTVE, mientras nadie mira, botín político de televisión pública para seguir su campaña socialista de poder absoluto. No hay cambios de agenda, de viajes al exterior, reuniones políticas. El Rey de España, figura decorativa dentro del marco jurídico español es la primera autoridad nacional que si reacciona. Cuenta con una escasa guardia privada para su protección y decide enviarla para que ayude en las labores de rescate. La gente desesperada se cuestiona, ¿por qué el gobierno autónomo del PP de Carlos Mazón no reacciona y no pide ayuda? Se cuestiona dónde está el gobierno nacional, esto es más grande que el gobierno autónomo. El gobierno nacional cobardemente solo atiza a decir, que, si necesitan ayuda, “pues que la pidan”, pero no reacciona solo tiene una actitud arrogante, mezquina y sectaria. El ejército en sus cuarteles no recibe órdenes, dependen de recibirlas del ejecutivo, el gobierno tiene que dar la orden. Muchos militares en servicio activo piden vacaciones, no para disfrutar en la tragedia, si no para ir a ayudar vestidos de paisano, de civiles pues el gobierno no da la orden para que acudan a ayudar. El Rey le exige al gobierno que hay que ir, estar con la gente casi una semana después de la tragedia de la cual ya todo el mundo sabe via medios de comunicación tradicionales, y redes sociales y la inmensa respuesta ciudadana. El recibimiento no es de lo mejor como puede esperarse, los ánimos se caldean y la gente reacciona con furia, les arrojan palos, escombros, lodo. Pedro Sanchez sale corriendo protegido por paraguas y sus guardaespaldas, teme por su seguridad. El rey y la reina se mantienen, Felipe VI con su mano mueve el paraguas que lo protege, quiere que lo vean que se aguantan el griterío, los palos, el lodo, lloran con la gente, la gente les pide perdón les dicen que no es contra ellos, que es contra el cobarde que huyó. El cobarde trata de justificarse, dice que son cuatro ultras, de la ultraderecha conservadora y rancia. Las imágenes son otras, el gobierno enfrascado a la fecha de este artículo en descubrir los cuatro ultras que le rompieron los vidrios al vehículo de su guardia pretoriana y que atentaron contra su excelsa majestad. Majestad la del rey que aguanto palo gritos y lodo mientras que huye el presidente.
Cobardía la de salir corriendo y no aguantar la justa protesta ciudadana. Finalmente, el gobierno ordena que el ejército salga. Envia 500 efectivos con maquinaria. ¿Quinientos? ¿La tragedia natural más grande de los tiempos actuales y solo quinientos? Pues si necesitan más que lo pidan dice. Les ha tomado 10 días reaccionar y recién activan los mecanismos de ayuda europeos.
Aun así, la diferencia es grande con quinientos, pero no es suficiente. Todos lo saben, solo parece que el gobierno central no lo sabe. La autonomía local apuntando los dedos para todos lados y sin capacidad de reacción y respuesta, una tragedia que supera los recursos de la comunidad autónoma, también son responsables. El gobierno central tiene los recursos, pero no ayuda, sigue esperando a que caiga el gobierno local y poder finalmente jugar a rescatar. Ya pidieron subir los impuestos y chantajean que la oposición los apruebe y aparentemente apoyan al gobierno local si se aprueban los presupuestos generales del estado. Y sin embargo no usa los recursos de los que dispone. Es lógico que la oposición se sienta chantajeada, para que más dinero si no usan el que tienen. Sale esta semana fotos impresionantes de las notas de un funcionario público de cómo usar esta tragedia para avanzar los objetivos políticos del gobierno de Sanchez. Nada sobre cómo ayudar a la comunidad Valenciana, todo es relato político, propaganda y todo vale para ganar el pulso de control absoluto en el gobierno central y en la comunidad valenciana.
Repugnante, la política, la ideología climática, la estupidez es la que han hecho esta tragedia peor de lo que podría haber sido. Nada diferente a lo experimentado en Ecuador hace 8 años, la ideología mata, es estúpida, no ayuda y muchas veces hacen peores los desastres naturales. En España, la ideología climática destruyó todo lo que podría haber protegido a Valencia de la dana y otras ciudades afectadas por la fuerza de la naturaleza, las represas. En Ecuador el incumplimiento de las normas de construcción antisísmica, la corrupción de los gobiernos locales y el apetito desenfrenado por los fondos para cubrir los deficits fiscales del mal manejo económico del gobierno del socialismo del siglo XXI hicieron más daño que la misma fuerza de la naturaleza. La naturaleza es impredecible, es imposible muchas veces enfrentarla, pero se puede preparar, construir represas, evitar construir por áreas que puedan ser afectadas, construir barreras que protejan dichas zonas. Se pueden cumplir y tener normas de construcción antisísmica o tener sistemas de respuesta que permitan la acción civil de los muchos voluntarios que se presentan en estas zonas y permitir que las fuerzas armadas coordinen y permitan dirigir y usar su gran maquinaria para reparar rápidamente puentes, vias de acceso y remover escombros, cuando suceden estas cosas sin necesidad de autorización del gobierno nacional o local. El gobierno no es el único ente que puede ayudar, pero también tiene que colaborar y no desalentar la iniciativa privada. Por ahi salieron unos tontos a decir que eran unas migajas lo que ofrecía el hombre más rico de España, el dueño de las tiendas Zara, Amancio Ortega cuatro millones de euros, lo consideran un delincuente, un capitalista, más pueden sus resentimientos sociales y su odio a los empresarios que la generosidad de los empresarios y de la gente común. Sin embargo, el gobierno sigue enfrascado y no ayuda solo entorpece. Los agricultores que son los que más han sufrido con el gobierno de España las medidas del 2030 para evitar el cambio climático son los que han acudido con sus odiosos tractores a diesel a rescatar, a mover lodo y a ayudar, son cientos no quinientos. Es más, les quisieron robar el diesel donado por los empresarios para usarlo para labores del gobierno que dispone de los recursos públicos. No vaya a ser que se les cambie el relato ideológico y politiquera de que solo el gobierno ayuda y los privados entorpecen.
De esta misma manera hace ya más de 100 años desapareció la beneficencia privada en muchos países y fue sustituida por el estado de bienestar y se crearon los seguros sociales gubernamentales, y han destruido y buscan destruir el sentido de agencia personal del que contamos todos los seres humanos. Hoy las iniciativas privadas de beneficencia son una minoría que sobrevive en ciertos lugares como reliquia de otra época, pero cada vez tenemos menos beneficencia privada y menos bienestar social y solo hay malestar general. El ogro filantrópico (Octavio Paz) y criminal en muchos casos la ha reemplazado y solo proveen una torpe y débil respuesta a los desastres naturales que es insuficiente y es evidente cuando las cosas sobrepasan todas las expectativas. La respuesta según estos sabiondos ideólogos es más gobierno, más regulación, más impuestos y más poder. ¿Y la gente? Pues como los hechos lo demuestran se lanzan de manera espontánea a ayudar y a suplir lo que el gobierno y los ideólogos de la dependencia en su infinita estupidez desalientan y prohíben.
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