No confíes en el gabinete, confía en el mercado
Para la sorpresa de muchos, Donald Trump logró ganar los comicios presidenciales de 2024 sin contratiempos. Aún más asombrados están por sus rápidos -y en ocasiones inquietantes- nombramientos antes de retomar el cargo.
Hasta el momento, ha designado al médico y presentador de televisión Dr. Mehmet Oz como administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS por sus siglas en inglés), a la empresaria y exluchadora profesional Linda McMahon como secretaria del Departamento de Educación, al exgobernador de Arkansas Mike Huckabee como embajador de Estados Unidos en Israel y a la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, al mando del Departamento de Seguridad Nacional.
Probablemente, su nombramiento más controvertido fue la elección del polémico abogado y político Robert F. Kennedy Jr. (comúnmente conocido como RFK) para el cargo de secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por su sigla en inglés). Nuestro próximo presidente ha puesto grandes expectativas en él y le ha conferido una considerable autoridad para abordar los urgentes problemas de salud pública en Estados Unidos. Como señaló RFK,
El presidente Trump me ha dado tres directrices… Desea erradicar la corrupción y los conflictos de interés en las agencias reguladoras. Aspira a que estas entidades regresen al estándar de oro, a la ciencia y a la medicina basada en la evidencia por las que alguna vez fueron reconocidas. Y busca poner fin a la epidemia de enfermedades crónicas, logrando una reducción mensurable de estas condiciones en un plazo de dos años.
Como parte de este esfuerzo, el presidente electo Trump también nominó al profesor de la Johns Hopkins University Dr. Martin Makary para ser comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA en inglés). En su nuevo cargo, el Dr. Markay trabajará en estrecha colaboración con RFK y, «evaluará de manera adecuada los productos químicos dañinos y tóxicos, el suministro de alimentos del país y los medicamentos, con el objetivo de abordar finalmente la epidemia de enfermedades crónicas en la infancia».
¿Están estos caballeros a la altura de estas desalentadoras y complicadas tareas? Es poco probable.
Bajo la administración anterior de Trump, el entonces presidente designó al controvertido Dr. Scott Gottlieb como comisionado de la FDA. Su mandato fue breve y se destacó principalmente por iniciar la llamada «guerra contra el vapeo» liderada por la FDA. Sin embargo, años más tarde, los numerosos intentos de tomar medidas drásticas contra los fabricantes de cigarrillos electrónicos y de otorgar nuevos poderes a la agencia para reducir el uso de estos productos entre adolescentes resultaron en un fracaso notable. Tras su renuncia, el Dr. Gottlieb se unió al consejo asesor de Pfizer, simbolizando el problema de la “puerta giratoria” que la segunda administración de Trump espera erradicar.
¿Podemos esperar que el Dr. Makary tenga más éxito a la hora de abordar las enfermedades crónicas infantiles?
El presidente electo Trump tuvo problemas similares con el nombramiento de los secretarios del HHS durante su primer mandato. Primero eligió al congresista y médico Dr. Thomas Price, que dimitió menos de un año después de su nombramiento debido a escándalos financieros. Su segundo candidato, el Dr. Alex Azar, mantuvo constantes disputas con el presidente. Ambos se criticaron públicamente, y el Dr. Azar estuvo a punto de perder su puesto durante el primer año de la pandemia de COVID-19.
Desalentadoramente, ambos nombramientos fueron vistos como reformistas, contratados para hacer frente a problemas acuciantes y de larga data dentro de la industria de la salud de Estados Unidos.
Dejando de lado estos desaciertos, la primera administración de Trump implementó varias reformas sanitarias notables y reveladoras. En 2018, se aprobó la legislación nacional sobre el «derecho a probar», que permitió a los pacientes con enfermedades terminales acceder a tratamientos experimentales eludiendo el proceso de aprobación estándar de la FDA. Desde entonces, varios estados han promulgado versiones ampliadas de esta legislación para ayudar a pacientes en circunstancias médicas extremas. Las autorizaciones de uso de emergencia resultaron ser un gran éxito al facilitar tratamientos y pruebas rápidas y fiables durante la pandemia de COVID-19. Asimismo, el solapamiento de las fases de aprobación aplicado en la Operación Warp Speed, que permitió desarrollar y lanzar rápidamente una vacuna contra el COVID-19, demostró que es posible acelerar la producción de medicamentos innovadores sin comprometer su calidad.
La lección fundamental es que estos éxitos se debieron a los mercados, no a designaciones gubernamentales. En todos los casos, una desregulación significativa dio lugar a un mayor acceso para los pacientes. En muchos casos, estas reformas salvaron, mejoraron y prolongaron vidas.
¿Qué más se podría pedir?
Donald Trump pronto regresará a la presidencia, y con el tiempo la sorpresa y expectativa en torno a sus nombramientos para el gabinete se desvanecerán. Cuando ese momento llegue, esperemos que recuerden que su mayor oportunidad de éxito radica en empoderar al mercado, no en concentrar el poder en sus propias manos.
Traducido por Gabriel Gasave
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