Crecimiento y desregulación
Hace unos días Jeff Bezos el creador de Amazon y uno de los hombres más ricos de Estados Unidos ofrecía apoyar los planes de la nueva administración Trump para reiniciar el crecimiento económico de los Estados Unidos. Jeff Bezos cree que el camino para reiniciar el crecimiento en los Estados Unidos requiere un incremento del PIB para equilibrar las cuentas del gobierno. Lo decía en mi comentario de la semana pasada, que la deuda se mide como porcentaje del PIB de un país. A mayor crecimiento económico, la ratio o el porcentaje de deuda de un país se vuelve más pequeño haciendo, en su visión, para la próxima administración irrelevante la necesidad de reducir el gasto o el endeudamiento. Más importante es la eliminación de regulaciones y no se preocupa tanto por el gasto por este motivo.
Jeff Bezos presenta una alternativa a la propuesta de DOGE (Department of Government Efficiency) que busca hacer más eficiente la administración gubernamental mediante la reducción de la burocracia y los procesos administrativos que plagan actualmente el gobierno de Estados Unidos, pero que también incluye grandes reducciones en el gasto. En mi opinión ambas posturas no son excluyentes si no que más bien son complementarias. Creo que, si Estados Unidos y cualquier país del mundo que quiera salir de la crisis económica necesita ambas posturas, reducción del gasto del gobierno y procesos más eficientes y por otro lado menos regulaciones. La reducción del gasto y el volver más eficiente el gobierno no necesariamente serían suficientes para salir de la crisis, hay que apostar definitivamente por una postura más competitiva en el sector privado y de mayor crecimiento para salir adelante y eso solo se logra con una reducción de las regulaciones. Mientras más abierto sea el marco regulatorio y menos intervención del gobierno haya, habrá más oportunidades para la acción del sector privado. Si algo es realmente importante y no hay barreras de entrada en el mercado, el sector privado tiende a meterse en esos nichos no cubiertos para ofrecer un servicio animado por el ánimo de lucro. Muchas veces son los empresarios que descubren necesidades no satisfechas, que ni el mismo consumidor está al tanto y que son cubiertas por el sector privado si es que las condiciones son bastante abiertas para que alguien supla esa necesidad.
Otra ventaja de una mayor participación privada en la economía es que cuando se cometen errores, son los empresarios y sus inversionistas los que sufren las pérdidas, y no todos a través de los impuestos o gastos excesivos por parte del gobierno. Los seres humanos no somos perfectos, contrariamente al famoso concepto equivocado de la competencia perfecta, pues no existe tal cosa, y nos equivocamos todo el tiempo. Muchos sacan la conclusión errónea de que por que no hay competencia perfecta el gobierno tiene que intervenir. Precisamente porque no es perfecta, tiene que haber mayor competencia de los empresarios y menor intervención del gobierno y de esa manera se minimiza las pérdidas y los malos empresarios en el mercado rápidamente desaparecen. Cuando hay demasiada intervención para “proteger” al consumidor, se da el efecto contrario y los malos empresarios siguen activos vendiendo productos de poca calidad o demasiado caros. Es por eso por lo que los empresarios mediocres y los corruptos e irresponsables expertos de política pública que dicen creer en la importancia de las ganancias privadas, a la menor equivocación o pérdida de dinero en el mercado, cuando tarde o temprano hay errores, quieren socializar las pérdidas y buscan la protección del gobierno, para no “perder” trabajos o para proteger al consumidor. Estas “protecciones” son solo eufemismos usados para justificar el traspaso de las pérdidas a todos los ciudadanos vía rescates financieros o estatizaciones.
Ya lo explicaba el premio Nobel de Economía 1974 Friederich Hayek (1899-1992) hace 50 años en su discurso dado en la entrega del Premio, “La pretensión del conocimiento”. Vale la pena releer su discurso ahora que se cumple este aniversario (11 de diciembre de 1974), pues entre otras cosas criticaba la idea de que la ciencia económica y los especialistas de política pública creen que tienen el conocimiento necesario para lograr un determinado resultado si se invierte más aquí o allá, en tal o cual ámbito, en opinión de Hayek la ciencia económica enfrenta problemas complejos con individuos que actúan de manera independiente y por lo tanto es imposible aplicar el principio de las ciencias naturales de hacer observaciones y mediante estadística deducir los posibles resultados. Los problemas de las ciencias sociales son problemas complejos cuyo resultado es difícil de prever. El ser humano al carecer de omnisciencia, pues no es un dios, no tiene la capacidad de saber todos los resultados posibles a una acción y está condenado a cometer errores. Dichos errores por lo tanto solo se pueden resolver o minimizar si es que no es una sola la solución ofrecida, sino que son muchas y variadas las soluciones disponibles. Solo aquellos que abierta y libremente logran ganancias y prevalecen en el mercado serán los que podrán encontrar la solución más eficiente, hasta que alguien más aparezca con una mejor idea de cómo hacer las cosas de mejor manera. Asi es como se da el progreso, descubriendo por medio de este proceso de prueba y error soluciones mejores y más eficientes. La persistencia en un mercado de soluciones erróneas o ineficientes para un problema o un mercado es solo posible cuando está de por medio la intervención del gobierno que protege las malas soluciones o los malos empresario de la competencia o de soluciones alternativas que mejoren el bienestar del consumidor, o peor aún son los únicos “autorizados” que ofrecen la solución o el producto. La única política pública compatible con esta idea de humildad intelectual y de los límites del conocimiento humano es la ya vieja idea de los liberales franceses del siglo XVII, dejar hacer o dejar pasar, Laissez Faire. Dado que nuestro conocimiento es limitado lo único que podemos hacer es permitir la mayor cantidad posible de soluciones y que los empresarios, que ofrecen esas soluciones, sean los beneficiarios de ganar o perder si se equivocan y por lo tanto de los beneficios o pérdidas económicas de sus decisiones.
En Hispanoamérica tenemos ese vicio de buscar primero las soluciones en el gobierno, todo está reglamentado y es por esto por lo que cuesta tanto en nuestra región crecer y alcanzar el desarrollo. Hay cosas positivas que heredamos de la época española y hay mucha leyenda negra al respecto de cómo fue que se vivió en ese periodo, que fue en cierta manera lo contrario a lo que nos han hecho creer los que odian ese periodo y gustan decir que fue una época oscura, extractiva y sin mayores ventajas. Sin embargo, reconociendo que no todo fueron sombras, también hay que reconocer que no todo fue color de rosas y una de las cosas negativas que si heredamos fue ese prurito a la excesiva regulación del gobierno que lejos de mejorar en la época republicana y los tiempos actuales más bien se acentuó. La independencia, nació como rechazo a ese rey absoluto que fue Fernando VII, controlador, que se negaba a evolucionar a una monarquía constitucional y parlamentaria, como lo fue por dos años la famosa constitución de Cádiz, “La pepa” por ser aprobada el día de San José 19 de marzo del 1812. Al caer la Pepa con el regreso del rey luego de su cautiverio francés por parte de Napoleon se dio el gatillazo definitivo a la guerra civil en 1814 y a la independencia de todos los países hispanoamericanos, pero estuvimos lejos de construir un verdadero estado de derecho o a una menor regulación y presencia del estado. Pasamos la mayor parte del siglo XIX en guerras civiles entre liberales y conservadores. Los partidos eventualmente cambiaban de nombre, blancos, colorados, liberales radicales, conservadores, nacionalistas, civilistas, socialistas pero el resultado era siempre el mismo sin importar el bando, todos querían de alguna u otra manera regular y reglamentar, más nunca atreverse a desregular. Mientras en Europa llegó la revolución Industrial alrededor de 1840, comenzando por Inglaterra con la abolición de las leyes del cereal (Corn Laws) Hispanoamérica y España se quedaron estancadas en esta excesiva reglamentación que detenía el progreso económico y fomentaba él mercantilismo, la protección de lo nacional. Como lo he mencionado en otras ocasiones hubo excepciones como en Argentina entre 1850 y 1930, pero lo normal en nuestra región en ese periodo fue la excesiva reglamentación. Conforme nuestros países se han desarrollado el poder regulador no solo se ha mantenido si no que ha aumentado y se ha vuelto más agudo. Hoy más que nunca se cumple la famosa frase, “se obedece, pero no se cumple”. Está expresión surge en la época colonial en Hispanoamérica y era para indicar la realidad de nuestra cultura legal, que los legisladores, la corona nos han llenado de normas que hacen todo trámite complicado y retorcido de seguir, pero hay una cultura de que por ser leyes poco justas o excesivas los ciudadanos las ignoran, no las cumplen, y nadie se atreve a cambiarlas o a derogarlas. Mejor sería no tener tanta regulación y ley y más bien tener una cultura de cumplimiento de la ley pero que esta sea a su vez sencilla y clara de entender. Este exceso de regulación ha devenido en una total falta de respeto al estado de derecho y por ende a un menor desarrollo económico.
Estos problemas son antiguos en Hispanoamérica y más bien se debería de ver la manera de tener una visión y una sociedad menos reguladora y no pensar en cual es la regulación necesaria cuando aparecen nuevas ideas o nuevos productos en el mercado. Creer que con regulaciones se avanza hacia el desarrollo y el crecimiento económico es un error y Manuel Hinds nos lo explica claramente en su Substack, America (Estados Unidos) innova, China replica y Europa regula. El Archbridge Institute en los Estados Unidos entre sus proyectos tiene un licensing Index, o un índice de licencias. El problema de la hiper regulación no es extraño acá en Estados Unidos, existe también, aunque el ámbito legal es mucho menos regulado en comparación a nuestra región. Por ser un sistema federal cada estado tiene sus propias regulaciones y hay estados donde hay más o menos regulaciones para obtener una licencia para ejercer ciertas actividades profesionales como abogado, doctor, plomero, peluquero. Archbridge publicó por segundo año consecutivo el 2024 State Occupational Licensing Rankings. Lo que busca este índice es mostrar cuales estados tienen menos regulaciones al respecto y por lo tanto demostrar que estados son mejores para alcanzar el florecimiento humano, donde hay menos requerimientos de licencia. A largo plazo sería interesante hacer este tipo de análisis a nivel internacional en Hispanoamérica y comparar que tan regulados estamos en diversos ámbitos, no solo a nivel ocupacional a ver si de esta manera los políticos entiendan que la solución al subdesarrollo está en la desregulación y no en la excesiva reglamentación.
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