Censura bajo el pretexto de seguridad: La prohibición de TikTok – Parte I
La Corte Suprema ha anunciado que escuchará los argumentos relacionados con la polémica prohibición de TikTok. El Tribunal de Apelaciones del Circuito de Washington D.C. previamente ratificó la ley que prohíbe la plataforma de medios sociales si la misma no es vendida a un competidor, y fue denegada la solicitud de TikTok de una medida cautelar mientras elabora una respuesta. Un punto importante a tener en cuenta es que la cobertura mediática en gran medida ha malinterpretado el anuncio de la Corte Suprema, que se refiere específicamente a la medida cautelar en este momento, y no a la constitucionalidad de la prohibición en sí. Es un hecho alentador y probablemente precursor que el alto tribunal revoque la decisión del tribunal inferior. El proyecto de ley es nada menos que un ataque a la libertad de expresión y al Estado de Derecho, y sienta un peligroso precedente de extralimitación presidencial.
Aunque es común hacer el comentario sarcástico y reduccionista de que TikTok es una plataforma para que los adolescentes suban vídeos bailando, es plausible que sea la plataforma social digital más exitosa hasta la fecha. TikTok, propiedad de una empresa matriz china llamada Bytedance, es un equivalente moderno de la plaza pública, donde se intercambian ideas, la gente puede aprender nuevas habilidades, y los individuos participar en la expresión creativa y conectarse con los demás. Con más de mil millones de usuarios activos en todo el mundo, TikTok se ha convertido en una plataforma vital para la experimentación artística, el discurso político y la creación de comunidades. Una parte cada vez mayor de los estadounidenses obtiene sus noticias de TikTok, y la aplicación ha sido vital para numerosas empresas pequeñas y emprendedores.
No obstante, la plataforma se ha visto empañada por quejas de que es un instrumento del poder blando chino. La teoría es que TikTok es un lugar para la propaganda china o que permite una propaganda china más eficaz. Debido al vasto volumen de datos que recolecta de los usuarios, se sostiene que TikTok podría ser utilizado por China para fomentar un sentimiento antiestadounidense de un modo sofisticado. Además, algunos afirman que TikTok espía activamente a los ciudadanos estadounidenses.
Uno de los defensores más ruidosos de la prohibición es el congresista Dan Crenshaw, que irónicamente reprendió al senador Rand Paul por señalar acertadamente que prohibir una plataforma de medios sociales extranjera es algo que haría un gobierno autoritario. Crenshaw sostiene que los defensores de TikTok “no están defendiendo la Primera Enmienda” y que “nuestra Primera Enmienda no se aplica al PARTIDO COMUNISTA CHINO (énfasis en el original)”. Vale la pena recordar que los principios de la libertad de expresión, aunque no son absolutamente irrestrictos, derivan de la naturaleza de nuestra humanidad, no de privilegios civiles distribuidos por el gobierno estadounidense. Se presume que los extranjeros tienen derecho a la libertad de expresión, un punto reforzado desde el fallo de la Corte Suprema de 1945 en el caso Bridges v. Wixon, mientras que otras decisiones garantizan la igualdad de trato y el debido proceso. Dejando de lado este punto, el argumento de Crenshaw también incurre en el error de confundir al gobierno chino con TikTok, que es una empresa privada que opera en Estados Unidos. Incluso se puede notar un sesgo en la cobertura mediática, cuando los medios critican actividades que son completamente legítimas. En un artículo de opinión, Dewardric McNeal sostiene que TikTok “arma” su influencia al alentar a las personas a contactar a sus representantes electos, algo que está protegido por la Constitución. En otras palabras, la crítica de McNeal es que TikTok fomenta que los estadounidenses denuncien lo que consideran una infracción de sus derechos.
En cualquier caso, la inferencia de que TikTok suprime contenidos para promover fines antioccidentales es histérica. Cualquiera que utilice la aplicación puede encontrar fácilmente contenido político de todo tipo, incluido contenido contra el Partido Comunista de China. Durante el famoso interrogatorio del senador Tom Cotton al CEO de TikTok, Shou Zi Chew, Cotton sugirió que un estudio indicaba que eventos como la masacre de la Plaza de Tiananmen estarían sujetos a un bloqueo implícito en la plataforma, a pesar de que en TikTok se pueden encontrar fácilmente clips y comentarios relacionados con dicho suceso.
El estudio de un centro de investigación vinculado a la Rutgers University, en el que parece haberse basado Tom Cotton, planteaba preocupaciones sobre las diferencias en las etiquetas políticas en TikTok. Sin embargo, el estudio no concluía que TikTok tuviera intenciones maliciosas, sino que simplemente sugería que existía una alta probabilidad de que el contenido en la plataforma estuviera alineado con los intereses de China.
Sin embargo, el estudio fue rápidamente desacreditado por su metodología defectuosa: no comparaba manzanas con manzanas y estaba plagado de otros efectos de cohorte, lo que significa problemas con los grupos de sujetos.
Los supuestos ejemplos de censura de TikTok pueden atribuirse esencialmente a violaciones de las condiciones y servicios de TikTok contra la intimidación, el acoso y la representación de violencia explícita, todas ellas prerrogativas de TikTok y que no tienen nada que ver con China. Cuando los estudiosos examinaron directamente la política de “censura” de TikTok, se encontraron con las manos vacías.
Tras revisar los argumentos, el Proyecto de Gobernanza de Internet de la Escuela de Políticas Públicas del Georgian Institute of Technology concluyó que “TikTok no está exportando censura, ni bloqueando material de manera directa ni indirectamente a través de su algoritmo de recomendación. Sus políticas de contenidos se rigen por las fuerzas del mercado” y señaló que “TikTok es una empresa con fines comerciales, no una herramienta del Estado chino”. Cualquiera que esté preocupado por el aspecto de seguridad nacional de la prohibición debería leer el trabajo de investigación en su totalidad.
Incluso si TikTok fuera sólo una emisión 24/7 de propaganda china, el argumento seguiría fallando. La norma de revisión judicial del escrutinio estricto sostiene que cuando una ley afecta a un derecho fundamental, en este caso, la libertad de expresión, la ley tiene que estar “estrechamente adaptada” y servir a los intereses legítimos del gobierno. La prohibición de TikTok no cumple este requisito.
Un informe amicus curiae del Knight First Amendment Institute, Free Press y PEN America sostiene que la ley que prohíbe TikTok no supera el escrutinio estricto porque, “como cuestión inicial, la supresión de la expresión no es un medio permisible para abordar las preocupaciones sobre la desinformación y la propaganda. La Primera Enmienda prohíbe al gobierno suprimir el discurso sobre la base de su verdad o falsedad”. Incluso si el gobierno quisiera proteger los datos de los estadounidenses, lo cual es francamente poco evidente, el Congreso podría haber aprobado normativas sobre la privacidad de los datos en lugar de una prohibición efectiva.
En el centro del caso del gobierno contra TikTok se encuentra una flagrante ausencia de pruebas convincentes de que la aplicación esté espiando a ciudadanos estadounidenses para el gobierno chino. El comité del Congreso sobre el Partido Comunista Chino, presidido por Mike Gallagher —autor del proyecto de ley que busca prohibir TikTok—, parece haber llevado a cabo un juicio en secreto, sin la presencia de pruebas tangibles. Aunque se afirma que el Congreso ha sido advertido sobre posibles riesgos para la seguridad, no se ha presentado ninguna evidencia concreta. Las supuestas pruebas contra TikTok se reducen a un simple “confía en mí, hermano”, lo cual resulta irónico, considerando que proviene de una de las instituciones en las que menos se confía en Estados Unidos.
Esta falta de evidencia sólida debería preocupar a cualquier persona comprometida con los principios de una sociedad libre. Las sociedades libres se caracterizan por su apego al imperio de la ley, que establece que la culpabilidad debe ser probada, no simplemente presumida. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos parece conformarse con condenar a TikTok basándose en afirmaciones vagas, sin presentar pruebas públicas que las respalden.
Esa falta de pruebas socava los cimientos del sistema jurídico de Estados Unidos. Una república constitucional debe basarse en el debido proceso, no en insinuaciones ni en la paranoia. Si el objetivo es prohibir TikTok o forzar la desinversión, el gobierno debería estar obligado, al menos, a presentar un caso sólido y claro, respaldado por pruebas.
Cuando Estados Unidos prohibió los productos de la empresa de telecomunicaciones china Huawei, había razones articuladas para que sus productos pudieran interferir en las comunicaciones sensibles, y había pruebas suficientes para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusara a Huawei de asociación ilícita y conspiración para robar secretos comerciales. Esto se sumó a una acusación federal contra la directora financiera de Huawei por fraude e infracciones comerciales. En 2021, Estados Unidos incluyó en su “Lista de entidades para actividades cibernéticas maliciosas” a NSO Group y Candiru de Israel, Positive Technologies de Rusia y Computer Security Initiative Consultancy de Singapur. Estas empresas fueron añadidas a la lista debido a pruebas verificables de que vendían software espía ilegal o estaban involucradas en actividades de piratería informática.
TikTok no se encuentra en la misma situación que estas empresas, y las acusaciones sobre sus supuestas fechorías son meramente hipotéticas. Se ha informado que “hasta la fecha, no hay pruebas públicas de que Beijing haya obtenido realmente datos comerciales de TikTok con fines de inteligencia u otros”. El verdadero peligro radica en que la preocupación por la seguridad nacional se convierta en una excusa para el abuso de poder, otorgando al Ejecutivo amplias facultades para actuar contra entidades que considera adversarias. Sin embargo, una prohibición sin pruebas sólidas es una medida antiliberal. Las pruebas secretas no son pruebas.
Además, los defensores de la prohibición de TikTok argumentan que es una medida de interés nacional, pero se limitan a alegar (sin presentar pruebas) que los datos de los usuarios podrían ser utilizados con fines malintencionados. Los problemas técnicos de seguridad no necesariamente implican una amenaza para la seguridad nacional. Por ejemplo, si se comprometieran comunicaciones militares, eso sí representaría un riesgo para la seguridad nacional, pero un dispositivo para robar datos de tarjetas de crédito en una estación de servicio local o un ‘spyware’ descargable generalmente no lo serían. Mientras no se establezca una conexión clara y argumentada entre los fallos técnicos de TikTok y la seguridad nacional, la premisa de este argumento carece de fundamento.
Prohibir TikTok socava la autonomía de millones de usuarios estadounidenses, que deberían ser libres de elegir las plataformas con las que se relacionan. Una sociedad justa confía en que sus ciudadanos tomen decisiones informadas, en lugar de protegerlos paternalistamente de un daño potencial (y, en este caso, no demostrado). La prohibición de TikTok es, en esencia, un voto de desconfianza en el pueblo estadounidense.
Imagínese si el gobierno, citando preocupaciones vagas sobre la influencia extranjera, intentara cerrar un importante periódico o una cadena de televisión. Supongamos que Estados Unidos prohibiera medios como Der Spiegel o The Guardian simplemente porque son plataformas extranjeras. Esto causaría, con razón, una gran indignación, ya que pondría en peligro no solo la libertad de prensa, sino también el principio fundamental de la libre expresión. TikTok, de alguna manera, cumple una función similar: ofrece un espacio para la difusión de ideas, por más triviales o profundas que sean. Silenciarlo bajo el pretexto de la seguridad nacional corre el riesgo de sentar un precedente peligroso, en el que el gobierno federal podría restringir la libertad de expresión a su antojo.
Traducido por Gabriel Gasave
- 23 de enero, 2009
- 24 de diciembre, 2024
- 3 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 19 de noviembre, 2024
- 7 de agosto, 2007
Instituto Juan de Mariana Si por algo está teniendo tanto éxito La filosofía...
9 de febrero, 2022La Nación Es notable, por no decir dramático, el contraste entre el protagonismo...
15 de agosto, 2012