Liberal o pseudoliberal
El término ‘conservador’, usado para oponerlo al de ‘liberal’ no me convence. Liberal es un término que describe una postura política. Conservador es un término que define la actitud de mantener o preservar un estado de cosas. Se es, por tanto, un conservador liberal si se pretende mantener los valores liberales. También se es un conservador si se procura preservar los valores religiosos. Y aún más, se es conservador si se intenta proteger los valores socialistas. Se puede ser, entonces, conservador liberal, conservador religioso y conservador socialista. Ninguna de esas combinaciones de términos implica contradicción alguna. Y el término ‘conservador’ solo adquiere significado si es adjetivado. La distinción no reside en el hecho de preservar, sino en los valores que se pretenden conservar o defender.
Liberal
Ser liberal es respetar el proyecto de vida del otro, sea cualquiera que este sea. Se fundamenta esta postura en el principio del derecho individual. El derecho individual es un principio moral que, por reconocer que el individuo es una persona racional, es un fin en sí misma, y, por tanto, debe poder actuar según su mejor juicio. Ratifica y legitima, pues, la libertad de actuar del individuo según le aconseje su interés propio en un contexto social. Exige tolerar y admitir que el otro viva su vida según valores que uno no necesariamente valora, siempre y cuando respete el mismo derecho de otro, es decir, a vivir su vida según valores que él no valora. El derecho individual es el principio que obliga a los socios civiles o ciudadanos a ajustar su conducta a un código moral social.
El principio de la interacción personal, según el liberalismo, es por vínculo contractual y coordinación voluntaria, donde el poder de los interactuantes es simétrico. Excluye de la interacción el inicio de la fuerza contra el otro. Al acuerdo entre partes se llega por seducción, sugestión, razonamiento y jamás por violación, abuso, engaño, es decir, jamás por la fuerza.
Para lidiar con algunos antisociales que inician la fuerza para conseguir de los otros lo que quieren, el liberalismo delega el derecho de defensa propia a un gobierno cuya única función es la defensa de los derechos individuales de los ciudadanos. Organiza la sociedad política contractualmente en un orden legal y de derecho que se llama “Estado de derecho”, y su constitución es republicana o nomocrática, donde impera la justicia mediante leyes legítimas que vinculan a todos.
Pseudoliberal
Ser pseudoliberal es respetar el proyecto de vida del otro, siempre y cuando se ajuste a los valores del pseudoliberal. Pretende fundamentarse en el principio del derecho individual, por ejemplo, que se respete el derecho de propiedad, que es la libertad de disponer de lo que es de uno, excepto si de lo que se trata es del cuerpo de uno. Pretende que se respete el derecho a la libertad, que es poder actuar según le aconseje su razón, excepto si su actuar difiere de lo que el pseudoliberal consiente. Pretende que se respete el derecho a la vida, excepto si el individuo quiere vivir de una manera que el pseudoliberal no aprueba. No tolera ni admite que el otro viva su vida según valores que el pseudoliberal no valora. No tolera el matrimonio homosexual, por ejemplo, ni que el individuo consuma drogas de su elección. No tiene principio alguno que obligue a los socios civiles o ciudadanos a ajustar su conducta a un código moral social y por eso quiere imponer a los individuos su código moral individual.
La interacción personal, según el pseudoliberalismo es por vínculo contractual y coordinación voluntaria, excepto cuando no se ajusta a sus valores. Entonces el vínculo se vuelve hegemónico, cuando la cooperación se da con base en mando y subordinación. El poder de los interactuantes es asimétrico. No excluye de la interacción el inicio de la fuerza contra el otro. Al acuerdo entre partes se llega o por seducción o por violación.
Los pseudoliberales no dudan en iniciar la fuerza para conseguir de los otros lo que quieren, ignorando el derecho de legítima defensa del agredido, y usan al gobierno como arma para ejercer legalmente la violación de los derechos individuales de los otros. Su constitución no es republicana, sino democrática, donde impera la voluntad de la mayoría mediante leyes ilegítimas que no vinculan a todos.
Moral social y moral individual
El imperativo de la moral social es no usar al otro como objeto para los fines propios, y el imperativo de la moral individual es no usarse uno mismo como objeto para los fines que apetezca. El liberalismo recomienda la moral social como el mejor medio para que el individuo florezca cooperando bajo la división del trabajo y el intercambio de bienes y servicios. Pero regirse por la moral social no garantiza que un individuo se comporte según la moral individual. Garantiza que pueda ser moral, pues es libre para determinar su conducta, pero no que elija serlo. Un individuo puede preferir y elegir aquello que lo perjudica, como fumar, consumir alcohol o drogas, comer en exceso, no hacer ejercicio, etc., es decir, usarse para satisfacer sus vicios contradiciendo el principio natural de autoconservación y sufrir las consecuencias de sus acciones, pero, aun así, respetar los derechos de los demás.
El liberalismo se asienta sobre una teoría de la cooperación social puramente racional, científica y voluntaria.
El pseudoliberal pretende imponer un mandato moral individual como regla de conducta, tanto en el ámbito público como privado, aunque viole la moral social. Aquí el individuo no puede ser moral, solo obediente por temor al castigo. El pseudoliberal se siente con el derecho de violar el derecho de los demás, valga la contradicción, porque se considera moralmente superior para dictar cómo deben otros vivir sus propias vidas, objetos sin criterio alguno.
El pseudoliberalismo es la dictadura de la mayoría conservadora de valores antiliberales que pretenden pasar por liberales.
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