Autoritarismo
Por Diego Márquez Castro
Correo del Caroní
«El carácter autoritario no es nunca revolucionario«. Erich Fromm
En los tiempos venezolanos que corren se hace cada vez más notorio e insistente el carácter autoritario del régimen. Todo gira en torno a la figura del líder-comandante-presidente. Hay quien con mucha razón observa que en el país actual las instituciones y los poderes públicos son meros figurones de cartón piedra y anime en un escenario dominado por la presencia, imagen y voz del caudillo.
En verdad, la única institución es él, el único elector es él, el único vocero es él, el único que decide es él. Y todo lo envuelve en un discurso en el que predomina el «yo dije, yo hice, yo pensé, yo decidí, yo…». Las recientes amenazas del personaje a la oposición se constituyen en una indiscutible declaración del yo autoritario: «Les voy a mostrar que el que manda en Venezuela es…» Ya sabemos quien; aupado, aplaudido y celebrado por sus genuflexos cortesanos. Unos, los cada vez menos, dominados por el fanatismo ciego; el resto, porque así pueden hacer del «proceso» su gran negocio.
Vale, pues, dentro de este contexto, destacar un conjunto de enfoques sobre lo autoritario y su relación con el poder político tomados de la obra de Erich Fromm El miedo a la libertad. En ese libro el autor dedica unas cuantas líneas al carácter autoritario del cual, entre otras cosas, apunta lo que sigue: «La actitud del carácter autoritario hacia la vida, su filosofía toda, se hallan determinadas por sus impulsos emocionales. El carácter autoritario prefiere aquellas condiciones que limitan la libertad humana; gusta someterse al destino. Y lo que éste ha de significar para él depende de la situación social que le toque en suerte».
El carácter autoritario encarnado en movimientos políticos de corte populista y carismático se aferra a los dictados que el destino le ha asignado para «salvar» a la sociedad destruyendo el orden existente para imponer uno nuevo sustentado en la opresión y el sometimiento. En esa perspectiva Fromm apunta: «Prosperidad y crisis no constituyen para él fenómenos sociales que puedan ser cambiados por la actividad humana, sino la expresión de un poder superior al que es menester someterse. Y son experimentadas como una fatalidad inconmovible no solamente aquellas fuerzas que determinan directamente la propia vida, sino también las que parecen moldear la vida en general. Es la fatalidad la que establece un grado perenne de sufrimiento, que no podrá disminuir jamás». Para los dictadores que han encarnado los totalitarismos y autoritarismos del siglo XX y lo que va del XXI, el único camino que le queda a las sociedades, marcado por un inexorable destino, es el representado por ellos y las ideologías que los sustentan. En nuestro país «la revolución», por ejemplo, forma parte de tal andamiaje y su discurso gira en torno a dicho argumento.
Continúa el autor consultado su análisis sobre el autoritarismo y a los efectos manifiesta: «La característica de todo pensamiento autoritario reside en la convicción de que la vida está determinada por fuerzas exteriores al yo individual, a sus intereses, a sus deseos. La única manera de hallar la felicidad ha de buscarse en la sumisión a tales fuerzas». Por supuesto que esa sumisión al régimen no se logra mediante el diálogo ni la crítica ni menos la concertación. La vía que considera idónea es la de la fuerza, la persecución, la exclusión. Lo decía Sartre a raíz de su visita a Cuba en 1959: «Toda revolución tiene su terror». Por eso cabe la reflexión de Fromm: «El carácter autoritario no carece de actividad, valor o fe. Pero estas cualidades significan para él algo completamente distinto de lo que representan para las personas que no anhelan la sumisión. Porque la actividad del carácter autoritario se arraiga en el sentimiento básico de impotencia, sentimiento que trata de anular por medio de la actividad. Esto no significa otra cosas que la necesidad de obrar en nombre de algo superior al propio yo».
Eso superior puede ser el líder, el partido, la patria, la revolución, lo que en definitiva justifique el autoritarismo y sus procederes: «El carácter autoritario extrae la fuerza para obrar apoyándose en ese poder superior. Este no puede ser nunca atacado o cambiado. Para él la debilidad es siempre un signo inconfundible de culpabilidad e inferioridad, y si el ser, en el cual cree el carácter autoritario, da señales de debilitarse, su amor y su respeto se transforman en odio y desprecio. En la filosofía autoritaria el concepto de igualdad no existe. El carácter autoritario puede a veces emplear el término igualdad en forma puramente convencional o bien porque conviene a sus propósitos. Pero no posee para él significado real o importancia., puesto que se refiere a algo ajeno a su experiencia emocional. Para él, el mundo se compone de personas que tienen poder y otras que carecen de él; de superiores e inferiores. Sobre la base de sus impulsos experimenta tan solo la dominación o la sumisión, jamás la solidaridad».
Finalmente, Fromm, en sus enfoques sobre el autoritarismo como carácter en el orden político, señala que «la función de una ideología y prácticas autoritarias puede compararse a la función de los síntomas neuróticos». Sin embargo, enfatiza en que «el anhelo de libertad no es una fuerza metafísica. Los sistemas autoritarios no pueden suprimir las condiciones básicas que originan el anhelo de libertad, ni tampoco pueden destruir la búsqueda de libertad que surge de esas mismas condiciones». Porque el hombre conlleva en sí el germen de la libertad y ningún autoritarismo, por dadivoso que sea, podrá sustituir el riesgo de la libertad por el anodadamiento a la tiranía. Como bien lo dijo Albert Camus en El hombre rebelde: «Me rebelo, luego somos».
- 14 de octubre, 2024
- 14 de octubre, 2024
- 15 de octubre, 2024
- 13 de octubre, 2024
Artículo de blog relacionados
El 18 de septiembre es el 261 día del año del calendario gregoriano. Quedan 104 días...
18 de septiembre, 2009- 12 de mayo, 2016
La Tercera Inesperadamente y gracias a una columna de opinión, irrumpió en el...
17 de abril, 2011Prensa Libre Hay una pequeña región de Francia en Limousin, llamada Ayau. Como...
6 de agosto, 2010