Despotismo y pensamiento liberal
El Periódico, Guatemala
Descrito a grandes rasgos, el liberalismo es una filosofía de vida que se identifica con la libertad como elemento clave y con la democracia liberal como sistema de organización, consecuente con el pluralismo y la igualdad ante la ley, lo que sienta las bases óptimas para el desarrollo amplio de una nación. Una forma de vida que conlleva el respeto a los demás y permite la convivencia pacífica entre las personas.
Esa concepción de libertad ha sido distorsionada al asociarla al conservadurismo con su rigidez y exclusión, o al mercantilismo, organización que efectivamente privilegia a unos en detrimento de otros y que ha facilitado el engaño socialista con su discurso falaz.
Un elemento esencial del ser humano es la conciencia y es un potencial que empieza a manifestarse con la propia vida porque desde muy temprana edad hay reacciones rechazo o aceptación a las actitudes de otros, aún cuando no nos lo podamos explicar.
Es el entendimiento el que con el paso de los años y la experiencia adquirida nos permite identificar ideas y determinar porqué algo nos hace sentir cómodos o nos produce angustia y malestar para luego asociar esas ideas con nuestro entorno, nuestra Nación y con la organización política y social que mejor pueda proveer el ambiente idóneo para la realización de las aspiraciones personales.
En esa línea de pensamiento, resultan inaceptables los intentos de las autoridades de turno por someter a los habitantes a sus intereses particulares utilizando la violencia y el temor, así como incurriendo en el despilfarro de los recursos públicos a costas del sacrificio de servicios elementales como la salud, la seguridad y la educación.
O acaso no repugna al lector o lectora la fragilidad del respeto a sus derechos fundamentales, anteriores y superiores al Estado, pero sí reconocidos universalmente y plasmados en nuestra Constitución Política, Título II, Capitulo I. ¿Acaso no choca la arbitrariedad, el despilfarro y la falta de certeza sobre qué nos espera en las próximas horas o días? Y es la institucionalidad permeable lo que permite sus acciones despóticas que se amplían al abuso de los poderosos y de los cobardes; los atentados a la vida y la integridad; el uso del anonimato para insultar; la mentira cínica; la elusión de responsabilidad y el descaro de los vividores de siempre, que engañan al pueblo haciéndole creer que con despojar a otros de la riqueza, producto del fruto de su trabajo, el mundo va a estar mejor y la pobreza va a desaparecer.
Y es el pensamiento liberal, en su interpretación correcta, la mejor guía para combatir esa opresión despótica. Como lo ilustrara Francisco Pérez de Antón en la ponencia que expusiera en el Foro sobre Ideologías Políticas Contemporáneas, abril de 2008: “Ante todo, un liberal no es un conservador. Un liberal es una persona que se rebela contra los abusos del poder político, los privilegios legales, las violaciones de los derechos individuales y, en general, contra cualquier clase de despotismo”.
Todos los seres humanos somos distintos y tenemos pensamientos discrepantes y es claro que hay un solo sistema que permite la convivencia de toda esa diversidad y el desempeño creativo de cada individuo y que ese sistema, efectivamente, es la democracia liberal. Solamente la organización respetuosa del ámbito privado de las personas hace viable una sociedad pacífica en la que ningún grupo intente destruir a quien piensa diferente.
De allí la importancia del pensamiento liberal.
- 23 de enero, 2009
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